Al fútbol se le conoce como un deporte injusto, donde no siempre gana el mejor. ¿Quién no ha escuchado la frase: “en el fútbol no se puede hablar de justicia”? Pero para ser sinceros debemos admitir que en la práctica normalmente gana quien mejor hace las cosas. El Manchester City se coronó de gran manera campeón de la última Champions, Flamengo de la Copa Libertadores y en el plano local, Millonarios fue un justo ganador de la Liga.
Entonces, podemos decir que la justicia es un común denominador en el fútbol. Ahora, existen excepciones. Si reducimos a una simple ecuación matemática a lo que llamamos “justo” en el terreno futbolístico podríamos decir que es el producto de la suma entre desempeño y resultado (D+R=J). Esto es, si un equipo crea opciones, es efectivo, defiende bien y además el marcador le es favorable, entonces hablamos de un justo ganador.
Pero el fútbol no es una ciencia exacta, así la big data nos intente hacer creer lo contrario. En el deporte rey, a diferencia de las matemáticas, no sólo está presente la lógica, sino que se adhieren otros ingredientes como los estados de ánimos, la interpretación arbitral y una invitada que cuando le apetece ser protagonista trastoca todo: la suerte. Y cuando la fortuna interviene, D+R normalmente no da J.
Así quedó demostrado en el duelo de vuelta por Copa Sudamericana entre Estudiantes de La Plata (Argentina) y Corinthians de Brasil. El partido de ida jugado en Sao Paulo había quedado 1-0 a favor del equipo brasileño, por lo que los argentinos debían anotar dos goles en su estadio para poder clasificar a la siguiente ronda. Todo comenzó a pedir de boca para los locales. Al minuto de juego ya ganaban el partido 1-0 e igualaban la serie. Les quedaban 89 minutos para anotar otro golecito que los metiera en la semifinal del segundo torneo más importe de Conmebol.
La ecuación estaba saliendo a las mil maravillas: Estudiantes comenzó a crear opciones (en total tuvo 30 remates), defendía bien (permitió un solo disparo a puerta en todo el partido) y el marcador deseado estaba prácticamente en el bolsillo, sólo necesitaba que la efectividad siguiera tan diligente como al principio. Pero fue en este ítem donde la divina fortuna decidió intervenir y sabotear el buen trabajo de los locales. En la primera mitad un tiro de Gastón Benedetti y otro de Benjamín Rollheiser se estrellaron en el palo izquierdo del arco del Corinthians. Y en el segundo tiempo otros dos remates fueron a parar en uno de los palos defendidos por el arquero Casio. ¡Cuatro balones en los palos! La gente no lo podía creer.
El partido acabó 1-0, es decir, que la serie quedó empatada a 1. Los penaltis definirían quien pasaba a semis. En las gradas del estadio Uno de La Plata había desconcierto. Los palos y el portero Casio les habían impedido clasificar en el tiempo regular. Muchos se aferraban a la justicia divina, pero la suerte estaba echada. Rollheiser se resbaló y Casio le tapó el penal y después otros dos balones fueron a parar en los palos. Clasificó Corinthians. “Hay situaciones que no se pueden entrenar”, sostuvo al cierre del encuentro el DT de Estudiantes, Eduardo Domínguez. Y así es, tener suerte es una de ellas.
Adenda: La primera convocatoria de Néstor Lorenzo para iniciar las Eliminatorias rumbo al Mundial 2026 está sujeta a críticas, lo que no se puede discutir es que el DT argentino fue coherente con lo que advirtió recién asumió el cargo y es que los referentes tendrían un lugar en la Tricolor.
