Serenidad y humanismo

En mi larga existencia nunca había vivido una situación tan dramática como la que estamos padeciendo en las últimas semanas a consecuencia del Coronavirus o Covid 19 como lo designan las entidades médicas, que tienen
el delicado compromiso de proteger a la humanidad de esta agresiva y letal patología.

Wuhan es la extensa capital de la provincia de Hubei, en China central: Un inmenso polo comercial dividido por los ríos: Yangtsé y Han. La ciudad se caracteriza por estar engalanada de muchos lagos y parques. Cerca de allí se
encuentra el Museo Provincial de Hubei que contiene innumerables reliquias arquitectónicas, sobresaliendo el ataúd del Marqués Yi de Zeng y las campanas musicales de bronce de su tumba, que data del siglo V antes de
Cristo. Fue en esta lejana provincia china donde por primera vez se detectó la presencia mortal de este virus.

Los orígenes del brote son desconocidos y los primeros casos alarmantes se detectaron en el mes de diciembre de 2019. Por esta razón se le dio el nombre de Covid 19. Las primeras informaciones dicen, que se propagó en
un mercado popular de mariscos y pescados de la ciudad de Wuhan y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el índice de letalidad del nuevo coronavirus se situó entre el 2 y el 4%, mientras que fuera del área de esta
ciudad la cifra logró reducirse a un 0.7%.

Hay que tener en cuenta que el virus se propaga principalmente en contacto personal, es decir, de persona a persona, mediante goticas respiratorias que se producen y se difunden cuando una persona infectada tose o estornuda, estas goticas que salen del enfermo llegan a la boca o la nariz de las personas que están cerca y logran entrar a la garganta y a los pulmones al respirar.

Pero también hay que tener en cuenta que estas gotas se pueden depositar en diferentes sitios de superficies u objetos que al tocarlos se incorporaran en las manos, lo que es potencialmente infeccioso. Si luego se toca la boca, la nariz, la cara o se refriega los ojos, las goticas toman el camino hacia el sistema respiratorio, donde van a causar todo un desastre sistémico.

El gran desafío entonces es impedir su propagación imponiendo drásticas medidas que eviten las aglomeraciones, la circulación de personas ampliamente y los contactos personales. Además, las exigentes medidas higiénicas como el lavado frecuente de las manos, con agua y jabón deben cumplirse al pie de la letra, dado que se trata de un virus y no de una bacteria. El virus es destruido por el agua y el jabón.

En esta forma se impide la llegada del virus hasta la cara y la boca de los potenciales infectados. Por tal razón, se ha decretado por el señor Presidente de la República una cuarentena nacional por 19 días, en todo el territorio
nacional, que llegará hasta el lunes de resurrección, día 13 de abril de 2020.

Todos debemos cumplirla con dedicación y seriedad porque está en juego la vida de nuestros niños, jóvenes y adultos mayores.

El desafío que tenemos es grande. Debemos actuar con serenidad, humanismo, solidaridad y generosidad. Las generaciones futuras van analizar muy puntualmente como enfrentamos esta letal pandemia y seremos considerados mujeres y hombres éticos si fuimos capaces de colocar por encima de nuestros intereses personales, los altos intereses de nuestra sociedad, hoy seriamente amenazada.

¡Dios nos guarde!

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