En el cuento “La bella y la bestia”, una linda joven conoce a un monstruo aterrador y, para salvarse y salvar a su familia, acepta vivir con él. Pasado el tiempo, lo conoce, vence su odio y se enamora por atractivo. No sé por qué (cosas de la magín), pero pensé que la Colombia petrista era la “princesa” y Petro el “monstruo”… Claro: es que sus seguidores enceguecidos piensan que aquel no solo es un príncipe muy “chic”, sino el político más avezado, el líder de Colombia y el mundo, y se enamoran al creerle todas sus promesas, sin importar si son falacias, alucinaciones, mentiras, etc. Lo que les interesa es que afirme cosas que roben la atención por novedosas, por la manera en que las dice, porque nadie las había aportado, porque es algo que sus opositores rechazan. Por eso se enamoran de su “monstruo” cuando afirma, por ejemplo:
▪ Todos los pobres de Colombia dejarán de ser pobres ▪ Sin pagar un centavo, poseerán una casa o apartamento moderno y cómodo ▪ Tendrán su propio vehículo ▪ Poseerán su casa de campo para envidia de los burgueses ▪ Los trabajadores laborarán menos horas que hoy ▪ Tendrán gratis la educación que deseen y donde deseen ▪ La salud estará garantizada por cuenta del Partido ▪ Los colombianos que ayer eran paupérrimos podrán viajar libremente adonde deseen con el apoyo de este presidente ▪ Quienes arriben a la vejez contarán con la asistencia para vivir un final feliz sin afectarles sus presupuestos ▪ Todo el pueblo tendrá libertad para hablar del gobierno siempre que sea a favor ▪ Así mismo podrá escribir y hablar por los medios de comunicación que eran o sean de los ricos ▪ Los cambios intempestivos en mi gestión suceden porque este es “el gobierno del cambio” (sin cambiarme a mí, claro) ▪ El pueblo acordará y expedirá, cuando y donde desee, una nueva Constitución, chóquele a quien le choque ▪ Todos los pueblos y ciudades serán más bonitos, para lo cual dispondré que los burgueses que sobrevivan o no se vayan del país trabajen a diario en esa tarea ▪ También les informo que el pueblo tendrá la paz total.
Y maravillas similares a diario, sin fatigarse, para lograr que la Colombia petrista (“la princesa”) se enamore del “monstruo”. Es que el príncipe Petro tiene una buena porción de Sitzfleisch, término alemán referido a la "carne de nalga" que se aplica a quienes cuentan con alta facilidad para aguantar sentados y concentrarse en una tarea. Y la tarea del “monstruo” es que “la princesa” se enamore cada vez más.
INFLEXIÓN. El tiempo mostrará que si "La verdad os hará libres, la mentira os hará esclavos”. Y que casi todo era PP (puro Petro o pura paja). Pero los petristas dirán lo opuesto y seguirán venerándolo. Así no habrá forma de juntarnos a los colombianos escépticos, salvo “culata con culata”, como recordaba el escritor costumbrista antioqueño Benigno A. Gutiérrez al hablar de la campesina que se confesaba por tirarse los trastos con el marido. Llevado de la curiosidad, el cura le comenta: “Pero no duermen juntos”. “Sí, mi padrecito”, le responde, “pero culata con culata”…