Sin las mujeres no hay desarrollo. Nuestra vida después del Covid-19

“Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede, avanza toda la sociedad”

Quise empezar la columna de este mes con esta frase icónica del movimiento de mujeres: “Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede, avanza toda la sociedad”, y la traigo hoy porque ante la crisis social y económica que estamos viviendo a causa del Covid-19, ahora más que nunca, se hace necesario hacer análisis con enfoque y perspectiva de género. Esto quiere decir, entender la situación que hoy vivimos poniéndonos las gafas violeta y entendiendo cómo esta pandemia global ha impactado e impactará la vida de las mujeres. El enfoque de género permite identificar los diferentes roles, funciones y tareas que llevan a cabo los hombres y las mujeres en una sociedad, así mismo permite señalar las brechas que esto ha derivado.

Según estudios y documentos elaborados por diversos organismos de Naciones Unidas como ONU Mujeres y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Covid-19 impacta tanto a hombres como a mujeres, sin embargo los impacta de manera diferenciada y éstos empeoran las desigualdades existentes, aun más en el caso de las mujeres. Antes de esta pandemia teníamos datos que corroboran las desigualdades de género estructurales; en el mundo 137 mujeres son asesinadas diariamente por un miembro de su familia; sólo en 2017 57.000 mujeres fueron asesinadas; tres de cada cuatro víctimas de trata de persona son niñas. En Colombia, según el informe Forensis de Medicina Legal de 2018, en materia de violencia intrafamiliar los casos de las mujeres representaban un 64,59% respecto a un 35,41% de los hombres. Si revisamos la cifras de violencia de pareja las mujeres siguen siendo las principales víctimas con un 86,08% de la valoraciones realizadas. Con la puesta en marcha del confinamiento no sólo en el país sino en todo el mundo se han incrementado las cifras de denuncias de niñas y mujeres que han padecido algún tipo de violencia basada en género al interior del hogar. No estamos seguras ni en las propias casas. Es necesario entonces, pensar en acciones para que las mujeres podamos vivir una vida libre de violencias, para disminuir los riesgos y prender todas las alarmas para brindar una atención oportuna que proteja a la víctima y a su familia.

En materia de autonomía económica el reto es igual de importante si consideramos que en el país el 89.5% de las mujeres invierte más de siete horas al día en el trabajo doméstico y no remunerado. Para marzo del presente año, según el DANE, la tasa de desempleo de las mujeres fue de un 16.4% frente al 9,6% en hombres. ¿Qué pasa que la mujeres no estamos siendo parte del mercado laboral aun teniendo en cuenta que las brechas en educación ya no son tan amplias? Según el Observatorio de Género de la Gobernación de Antioquia “el 47,1% de los hogares del departamento tienen jefatura femenina; en 2019, de cada 100 mujeres económicamente activas 14 estaban desempleadas, mientras que de cada 100 hombres 8 lo estaban; adicionalmente sólo el 50% de las mujeres económicamente activas cuentan con un empleo formal.” En cifras que presentaba la Alcaldía de Medellín y la Universidad EAFIT con la formulación de la Política Pública para la Igualdad de Género en 2018, se exponía que una hora de trabajo doméstico disminuye en 2,3% las posibilidades de acceso laboral. En este sentido, con el confinamiento, con los jardines infantiles y colegios cerrados, las niñas y niños en las casas, es necesario pensar en la redistribución de las labores del hogar, para que éstas no sigan recayendo sobre las mujeres, como históricamente y debido a la división sexual del trabajo lo ha sido. Es necesario pensar en acciones que ayuden a que esta pandemia no siga profundizando las desigualdades para que una mujer pueda acceder a un trabajo digno y bien remunerado. No podemos retroceder en lo poco que se ha avanzado.

En conversaciones con las secretarias de las mujeres de Medellín y de Antioquia, pude evidenciar que los desafíos para las mujeres en el marco de las estrategias de reactivación económica de la ciudad y el departamento son muchas. Uno de los retos son las cifras y datos desagregados. Es necesario saber cuántas mujeres harán parte de los empleos que se buscan generar en la ciudad y el departamento, cuántos emprendimientos liderados por mujeres serán apoyados o podrán acceder a un alivio económico, cómo se tendrá en cuenta la interseccionalidad, es decir, a la mujer campesina, negra, indígena, con discapacidad y LBT. Hasta el momento en Medellín se habla de cifras de empleos generados pero no están siendo desagregados por género o teniendo en cuenta otros enfoques poblaciones. Y esto no es quitarle a unos para darle a otros, como han afirmado en diferentes espacios algunas personas, simplemente es reconocer, visibilizar y entender que las mujeres hemos estado rezagadas en muchos aspectos debido a diferencias estructurales y que es necesario plantear acciones afirmativas de impacto.

Como lo pueden leer con algunas de las cifras esbozadas, las realidades de las mujeres y sus desigualdades están sustentadas con cifras, aunque como lo afirma Juliana Martínez, Secretaria de las Mujeres de Medellín, en temas de autonomía económica aún necesitamos más voces y políticas públicas que nos permitan estudiar y generar una mejor data y acciones para solucionar este problema público.

Es claro que estas acciones no dependen sólo del Estado, el sector privado juega un papel muy importante, y por ello la Secretaría de las Mujeres del Departamento, Natalia Velásquez,  propone acciones como: “analizar al interior de las empresas los horarios de trabajo y el impacto del teletrabajo en las mujeres de su organización, fomentar campañas de reflexión sobre la distribución de cargas de las labores del cuidado, evitar despidos basados en discriminaciones de género ligadas a las horas que deben dedicar las mujeres al cuidado de sus hijos e hijas, u otras personas del hogar, dar prioridad a mujeres que han sido víctimas de violencias y que son jefas de hogar, generar procesos de innovación e inclusión empresarial, procesos de gestión del conocimiento, entre otras”.

Como lo expresó Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y actual Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, “No es cierto que la pandemia nos iguala. Los más pobres están pagando un precio mucho más alto que los ricos, simplemente por tener menos recursos con los que protegerse del virus.” No es cierto entonces que hombres y mujeres vivimos igual esta pandemia porque antes de esto no estábamos cerca de alcanzar una igualdad material. Esta pandemia nos invita a hacer cambios sociales de fondo y por ello me arriesgo a afirmar que no hay avance en el país si no tenemos en cuenta a la mitad de la población con sus luchas históricas, realidades y retos.

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