“Soy boyacense de pura raza, quiero a mi tierra como a mi mama, siempre de abrigo llevo una ruana, hecha en el viejo telar de casa”, aquellas frases que componen los primeros versos de la canción ‘Soy boyacense’ del maestro Héctor Vargas, que evocan un sentimiento profundo y describe el sentimiento por esta bella y bendecida tierra.
Hoy 2 de octubre celebramos el Día de la Boyacensidad, una fecha para recordar los valores y mostrar el orgullo de todos los que somos afortunados de nacer en la ‘tierrita’. Un día para reflexionar y pensar si hemos sido buenos boyacenses enalteciendo su nombre ante el país y el mundo demostrando que sus hijos somos gente trabajadora y capaz de imponernos ante cualquier reto.
Sin embargo, también hay que analizar: ¿Qué hemos hecho por nuestra tierra? ¿Le hemos aportado? o simplemente nos hacemos llamar boyacenses cuando solo nos conviene. Muchos, como yo, salimos del terruño hace varios años en busca de oportunidades y metas, conquistando otros lugares con el objetivo de alcanzar los sueños, pero siempre, llevando a Boyacá en el corazón.
Sus verdes y bellos paisajes, la tierra fértil de sus campos y la nobleza del campesino trabajador, deben ser fuente de inspiración para todos nosotros, velando por los intereses e ideales de nuestro departamento para hacerlo más grande y magno cada día. Por eso, es nuestra responsabilidad devolverle y aportarle a Boyacá - desde cualquier ámbito en el que nos encontremos - como forma de agradecer por darnos la oportunidad de vivir nuestros primeros instantes de vida en su suelo, como aquella madre que da todo por vernos nacer.
Duele ver como en algunas ocasiones me entero de noticias malas, aquellas que por diferentes factores afectan negativamente al departamento, a esa tierra hermosa, pero duele más como personas que dicen llamarse boyacenses extraen de mala manera toda su esencia. No quiero entrar en polémicas, pero si quiero e invito a mis paisanos a preocuparnos más por Boyacá y velar por ella.
Llevemos con orgullo, alma y corazón todo su legado, enalteciendo esos valores que heredamos a través de nuestros padres y abuelos, siendo dignos de vestir esa bella ruana que nos simboliza e identifica de gran manera, dignificando a sus gentes y bellos campos.
¡Amemos a Boyacá! Cuidemos de ella, dignifiquemos su nombre, entreguemos y trabajemos por ella, retribuyendo en algo todo eso que lo a lo largo de nuestra vida nos ha dado y digamos con orgullo ¡Soy boyacense!
