En política y en periodismo hay gente muy de buenas y hay gente muy de malas. El que ayer fue de malas es posible que hoy sea de buenas, y viceversa. Tan de malas Gustavo Petro que los videos se conocieron antes de la segunda vuelta presidencial, y tan de buenas, por ejemplo, el uribismo que las declaraciones de su estrategia maleva en contra del plebiscito para la paz (2 de octubre de 2016) sólo se conocieron después de que la gente salió a votar enceguecida como querían Uribe y su combo. Juan Carlos Vélez Uribe, el gerente de la campaña por el No, delató la maniobra en una entrevista al diario La República, lo que de paso provocó la ira santa de su jefe.
O sea, los mismos que ayer urdieron una artimaña contra su contradictor (Juan Manuel Santos), son los mismos que hoy se rasgan los harapos porque la campaña de Petro planeó maneras de defenderse de los ataques de sus rivales y buscó, como es apenas lógico, la forma de contraatacar. ¿O qué? ¿Será que nuestros políticos, tan católicos ellos, siguen al pie de la letra las enseñanzas de Jesús? “Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra” (Lucas 6:29).
¿O será que mientras los unos discutían estrategias para ganar las elecciones, las otras campañas hablaban sobre el clima? Al no haber (por ahora) videos filtrados de aquellas, nos quedan el sentido común y el sarcasmo de @priast
Si usted quiere ser un político maquiavélico, léase el libro Las 48 leyes del poder. Una de sus partes dice: “El engaño y la simulación no deben considerarse algo sucio o amoral. Toda interacción humana exige cierta cuota de engaño en distintos niveles, y en cierta medida lo que diferencia al ser humano del animal es su capacidad de mentir y embaucar. El engaño es un desarrollado arte de la civilización y una de las armas más poderosas en el juego del poder. El poder es, en esencia, amoral”.
Sigamos. Tan de buenas Semana que habiendo tantos medios de comunicación en Colombia, precisamente los videos (como si fuera un casete de VHS que echaron por debajo de la puerta) llegaron de manera anónima a esa publicación, antipetrista por excelencia, donde están en abierto proselitismo desde cuando el grupo Gilinski transó la venta con Felipe López. (Aclaremos algo: el magnate compró una marca pero no la calidad. Le pasó lo que pasa con muchos buenos restaurantes, el nuevo dueño paga por las mesas, los tiestos y la estufa pero echa a los cocineros).
Pregunta: ¿Por qué el “buen samaritano anónimo” no pensó en darle la “primicia” a otro medio de comunicación, al menos para disimular las evidentes malas intenciones?
Hilando muy delgado, y conociendo de afinidades políticas entre la prensa y el poder, es fácil suponer que la campaña del Pacto Histórico sí fue infiltrada por sus enemigos políticos. La razón es simple: donde hay personajes de la clase política tradicional (caso Roy Barreras o Armando Benedetti), cualquier persona que ayer era amiga y cercana hoy se vuelve enemiga por la razón que sea, del tipo de empleado que lleva y trae, vendiéndose al mejor postor, porque demostrado está que la política consiste en hacer mandados (vean a Ingrid Betancur intercediendo por Rodolfo ante la Virgen porque el otro anda preparando el safari por África, gane o pierda las elecciones, según dijo, aunque uno pensaría que se dedicaría a preparar su defensa para el juicio por presunta corrupción, previsto para el próximo 21 de julio.
Al señor que construye edificitos lo considero el “candidato Chimoltrufia”, que como dice una cosa luego dice otra, rectificándose a toda hora porque –según alega- lo sacan de contexto. Como cuando habló de limpiarse lo que sabemos con las leyes, las que tendrá que ayudar a promulgar en el Senado si pierde el 19 de junio o presentarlas al Congreso si gana.
¿Les digo algo? A veces tengo la impresión de que todas las salidas cantinflescas del ingeniero son su manera insólita de decirnos que no le interesa la Primera Magistratura y que le falta pelo pa´moño –literalmente- como decía mi abuelita. No se me ocurre otra explicación lógica para tanto despropósito.
Pero la política también consiste en saber mover las fichas del ajedrez en el momento correcto, porque si “ese alguien” tenía los videos desde el año anterior, avispados si fueron para mantenerlos en el horno y servirse de ellos en el momento oportuno.
Y ese momento no fue cuando Rodolfo tenía más del 50% de favorabilidad en las encuestas –¡ni más faltaba!- con Petro por debajo, sino cuando a los pocos días de la primera vuelta los candidatos quedaron empatados, conforme el ingeniero abría su bocota para decir sandeces, casi que una bestialidad por día. Había que desempatar esa partida a como diera lugar. Y abracadabra, aparecieron los “petrovideos”, como caídos del mismo cielo al que estaba elevando sus plegarias Ingrid.
Que yo recuerde, nunca antes el periodismo criollo había estado en campaña como en estas elecciones. Ha sido tan vergonzosa la abierta militancia de algunos medios en contra de uno de los candidatos (Gustavo Petro) y a favor del otro (Rodolfo Hernández), que si yo fuera profesor de periodismo (varias veces me lo han propuesto) dictaría un semestre de clases estupendas sobre los principios que rigen este oficio, usando los titulares de medios como El Heraldo, El Colombiano, Pulzo, Vanguardia Liberal, El Tiempo, varios canales de televisión y, por supuesto Semana.
Los propios periodistas deberíamos dejar de decir que existen un periodismo bueno y un periodismo malo. El periodismo es uno solo: aquel que se debe a sus audiencias y le hace contrapeso a los poderosos. Lo otro llámenlo propaganda disfrazada de periodismo mala leche. O “máquina de propaganda derechista que acomoda la realidad a sus intereses”, que así describe Daniel Coronell a Semana en la columna “Mingilinski” en la revista Cambio.
Pongo aquí algunos titulares para que cada lector juzgue. (Los subrayados son míos)
¿Quién le dirá la verdad a Colombia sobre posible financiación ilegal en la campaña de Gustavo Petro?
Petro desata malestar al hablar de peajes para motos, ¿qué dijo?
Así planeó la campaña de Gustavo Petro “destruir” política y moralmente a Rodolfo Hernández, Fico Gutiérrez, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria
“Roy es el cerebro diabólico” y “El Pacto Histórico es un pacto con el diablo”: Ingrid Betancur
“Ya viene el día sin Petro”: Mario Hernández y la burla al candidato del Pacto Histórico”.
La versión de Gustavo Petro sobre los “petrovideos” se cae de su propio peso ante la escandalosa realidad
(Cuando le mandas al lector un editorial haciéndole creer que es una noticia)
Las explicaciones que Gustavo Petro le debe al país sobre las visitas de su campaña a los extraditables
(Un estudiante sagaz que me diga cuál es en sí la noticia aquí)
Egan Bernal no suelta a Gustavo Petro y señaló que su campaña es una “vergüenza”
(La que no suelta a Petro es la revista, muy diligente buscando una reacción nueva de los que ya se sabe que detestan al candidato)
La millonada que ha recibido Sebastián Guanumen, el estratega digital sin ética de la campaña de Petro
(En un país donde el periodismo es de las profesiones más mal pagas, también cabe preguntarse por la millonada que se ganan algunos vedettes, haciéndonos ver a los demás como unos muertos de hambre).
Como eso de especular se nos da bien en Colombia, diré dos cosas finales: si pierde Rodolfo Hernández, la primera cabeza que debería rodar es la de Vicky Dávila por el doble fracaso de su estrategia: alejar a Petro del Palacio de Nariño e inflar al candidato Fico a punta de titulares sin conseguir el objetivo de hacerlo pasar a segunda vuelta. Nótese que bloqueé a esa publicación de mis redes sociales por el bien supremo de mi salud mental.
Pero si gana el Rodolfismo habrá triunfado el país de lo soez y lo grotesco y yo, por pura dignidad, dejo esta columna, agradeciendo de antemano el generoso espacio quincenal que me cedió Adriana Bernal, la directora de Kienyke.