A todo trapo por la Polinesia. Parte II

En el derrotero hacia Sídney en Australia, dejamos la isla de Guadalcanal y estuvimos encima del "Steel Bottom", conocido por la cantidad de toneladas de acero hundidas, de las embarcaciones de ambos bandos; resultado los Compases Magnéticos se enloquecieron, pues no encontraban su verdadero Norte; aun así, llegamos a Sídney, estuvimos 4 días, atravesamos el Mar Tasmánico (que relato más adelante) y al fin llegamos otra vez a la Polinesia.  Se sabe que Nueva Zelandia fue colonizada por primera vez alrededor del año 1000 d.C.; sus habitantes originales son "Los Maoríes", que a todas luces son un pueblo polinésico; existe una íntima relación entre varias lenguas polinésicas a pesar de la distancia que separa a las islas, apoya los indicios arqueológicos que parecen demostrar la difusión relativamente reciente de la cultura polinésica. Quiero dejarles ésta frase que es música a los oídos de nuestra lengua: "O le ala i le pule le tautua" ("Con Virtud y Bondad se adquiere Autoridad"... que curioso, rima en español). El saludo en Maorie es "Talofa", gracias "Faletai" y "Tofa" es adiós.

Estas lenguas también llamadas austronesias, constituye una de las familias de lenguas más extensas, tanto por el número de lenguas que abarca (sobrepasan 500) como las del área geográfica donde se asienta (desde Madagascar hasta la isla de Pascua y Hawái). Se anota que no forman parte de ésta familia ni las lenguas de Australia no Nueva Guinea, donde de paso estuvimos en éste crucero. ¿Interesante?

Salimos "Joches" (atrasados) de Nueva Zelandia, pués el retardo se debió a Vientos huracanados por un Centro de Baja Presión que asolaba la isla; de todas maneras zarpamos con vientos de 75 nudos y empezó la orzada hacia el "Archipiélago de las Tuamotú", comúnmente conocidas como la Polinesia Francesa; era tal el viento por el "Través" hacia el "Largo", que todas las 23 velas "Portaban"; la velocidad del velero con escora por sotavento, claro vamos orzando, y nunca bajó de los 10 nudos, que belleza, que reconfortante a esa velocidad, en ocasiones se "sintió" un silencio celestial, en vista que el motor de recalada estaba asegurado; la tripulación en general estaba eufórica; estábamos conociendo los mares de la amanecida y recuperando latitudes. Al cabo de quince días arribamos a ese territorio de ultramar de Francia, formado por varios grupos de islas pequeñas. Estas islas se esparcen por una vasta extensión del sureste del Océano Pacífico. La superficie es de 3.521 Km. cuadrados. La Polinesia Francesa está dividida en cinco archipiélagos: las islas de la Sociedad (Barlovento y Sotavento), el Archipiélago de Tuamotú (el nuestro), las islas Gambier, las Australes y las Marquesas. La población en ese año era de 190.000 habitantes aproximadamente y el idioma oficial es el francés, aunque se hablan frecuentemente lenguas polinésicas. La isla principal es Tahití, cuya capital es Papeete (23.550 habitantes). Como llegamos en avanzada (5 días antes), nos tocó dar una vuelta por Bora Bora, que ya pertenece a las islas de la Sociedad y en donde se dice que artistas del Cine y la Música tienen un "Bungalow", vaya uno a saber.

Cuando recalamos al frente de Tahití, en Morea, para "Acicalar" nuestro velero, vino a mi memoria el libro que se llevó al cine "Rebelión a bordo" de C. Nordhoff y J. Hall y también del famoso poeta Lord Byron en su poema "The Iland", sobre el Motín del "Bounty" un velero que estaba al mando del Capitán William Bligh, e iban en busca del "Árbol del Pan", debido a la hambruna por la que atravesaba Inglaterra y Europa en general; el motín fue ejecutado por el Contramaestre (o sea el 2o) y parte de la tripulación, por una bellas mujeres Tahitianas...... (y por el pan?). Para la muestra un Botón de una bella polinésica, creo que era una princesa tribal.

Cuatro días de puerto, donde conocimos la última morada de Gauguin, ese pintor francés, tan de moda hoy; estuvimos en el golfo donde "Cultivan las perlas"; vimos el turismo de personalidades mundiales y nos regocijamos con la música y el baile polinésico. Zarpamos de Papeete y de Tahití, y como lo dice la tradición estábamos llenos de collares de Coral y de Flores, al dejar caer en el mar, cerca al puerto, el de flores (... el de coral se hunde…) y si éste regresa, el marino algún día volverá. Parece que el mío no volvió al puerto. Y como "nada es eterno en el mundo", lo dice una canción para despechados, salimos "A todo trapo" del triángulo Polinésico, en derrota hacia las Islas Galápagos, pertenecientes a nuestro país vecino del Ecuador. Aunque en éste crucero no se contempló dentro de los puertos la Isla de Pascua, la misteriosa isla de los "Moais" de más de dos metros de altura, la encantadora villa de "Rapa Nui", para cerrar éste mágico triangulo, en otra oportunidad pretendemos hacerlo.

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