Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

¿Trump y Maduro negocian?

Trump ha dicho que han sostenido conversaciones con Maduro. Traducción posible: hay negociación. Queda claro que de todas las opciones que hay en la mesa, esta es la que más le gusta. ¿Grave error?

Nadie puede decir que negociar sea un error. El error es hacer un despliegue de fuerza como el que se ha hecho sobre las aguas del Mar Caribe para “negociar” exclusivamente y que Maduro vuelva a salirse con la suya. A su favor, Trump diría que es una forma de ejercer máxima presión, pero también puede ser entendido como una baladronada dado que nadie dudaría de la superioridad militar de los EE.UU. si se compara con la de Venezuela. Una demostración innecesaria para que Maduro permanezca en Miraflores. 

Exagerando un poco, en torno a la crisis política en Venezuela se han desplegado más rumores que efectivos militares. Desde la versión de Erick Prince y su supuesta una operación encubierta hasta la que Delcy Rodríguez entregaría a Maduro para cobrar la recompensa de los 50 millones de dólares. Obviamente, esto ha hecho parte del juego sicológico para desestabilizar a don Bárbaro y empujarlo a cometer un error. 

Pero, ni eso, ni el cerco naval que le tendieron sobre las costas venezolanas han servido para que Maduro cometa un error. Todo lo contrario, ahí está: cantando Imagine de John Lenon y aullando, en un inglés mucho mejor que el de Petro, que no a la guerra y sí a la paz.

En efecto, mientras Maduro le entrega al pueblo venezolano frases y discursos de nacionalismo, fuerza y resistencia, en secreto le ruega a Trump que encuentren una salida diplomática. Para la galería latinoamericana, la supuesta fortaleza del régimen reposa en las fuerzas bolivarianas que el chavismo supuestamente encarna y que la maquinaria propagandística difunde. 

Para Trump, presionar una negociación con un despliegue militar como el visto en El Caribe es la mejor manera de resolver el problema sin asumir un costo político muy alto. Sin embargo, ¿habrá calculado que puede terminar produciendo el efecto contrario de lo que busca, y es caer en total descrédito? Creo que no lo ignora. 

Después de haber hecho una demostración de fuerza y de amenazar, en no pocas ocasiones, a Maduro, Trump finalmente se ha decidido por el canal de comunicación. ¿Un ultimátum?, ¿un acuerdo?, ¿una treta?, ¿una maniobra de tiempo? Desde el punto de vista naval, Trump está obligado a tumbar a Maduro. O lo tumba o hace el ridículo. No hay opción para soluciones ambiguas. 

Trump no puede perder de vista que don Bárbaro debe irse de Miraflores, por las buenas o las malas; de lo contrario, si se queda, tendrá un sonoro y rotundo fracaso en su propio patio trasero. Si buscaba una negociación y no una salida por la fuerza, no debió recurrir a una disuasión desproporcional para el objetivo. Un acuerdo secreto hubiese sido más certero y menos desgastante. 

Si no se restablece la democracia en Venezuela, la desgracia no solo comprometería la suerte de los venezolanos a los que han esclavizado a nombre de “la justicia social”, “la paz” y “la revolución”. El impacto será un revés estratégico cuyos efectos devastadores se sentirán sobre territorio guyanés, trinitense y colombiano.

En Guyana y Trinidad y Tobago los efectos pueden ser de orden estratégico, es decir, de por medio están intereses de seguridad nacional por las innegables ambiciones venezolanas sobre el Esequibo y por la tensa relación que ha escalado con Trinidad y Tobago debido a las maniobras conjuntas que ha realizado con efectivos estadounidenses a 400 millas de las costas venezolanas. En Colombia, el asunto es simple: narcotráfico y las elecciones del próximo año que se definirán entre libertad y esclavitud.

¿Será la máxima presión la que tumbe el régimen o la que lo termine de atornillar? La opinión pública del hemisferio empieza a perder la paciencia. 



 

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