Un nuevo contrato social, con aroma a petróleo

El país está atravesando por una profunda crisis, tanto económica como social. Mientras hay un grupo al que le genera rédito romantizar la protesta social, justificando los bloqueos, argumentando que son legales siempre y cuando no haya violencia, hay otro grupo que ve como su derecho a trabajar y movilizarse es soslayado. Y mientras tanto, el aparato productivo del país está al borde del colapso y sin soluciones a la vista. Me recuerda el chiste del ingeniero y el político. Le preguntan al ingeniero ¿cuánto es 5x5?, y el ingeniero responde sin dudar “25”. Le hacen al político la misma pregunta y responde: “¿A cuánto quiere usted que sea igual?”

El hambre, el desempleo y la inequidad social no se combaten ni con marchas, ni con bailes ni con destrucción de infraestructura. Colombia necesita urgente recuperar el camino de la productividad y una de las claves para reactivar la economía empieza por potenciar las regiones. Ahora más que nunca hay que entender que las necesidades del país están cambiando, y se debe establecer un modelo de creación de riqueza masiva generado desde las regiones del país, a través de un nuevo contrato social donde uno de los ejes sea el petróleo y los recursos asociados a la producción y comercialización de hidrocarburos.

Pero ¿cómo lograr el éxito de este modelo de nuevo contrato social? Para poner en contexto, en Estados Unidos en los años 30, Roosevelt prometió el New Deal, como la estrategia económica y social para salir de la depresión, donde se aprobaron leyes de reforma bancaria enfocadas a programas regionales de ayuda laboral, programas educativos y programas agrícolas, sumado al fortalecimiento de la construcción de infraestructura, que fue la forma inicial de reducir los niveles de desempleo mientras los demás programas sociales despegaban. A partir de entonces, el crecimiento económico del país como consecuencia de la implementación de ese New Deal hizo que Estados Unidos terminara de consolidarse como potencia mundial.

Volviendo a Colombia, se necesita ir a las regiones más pobres del país, reestructurando y reinyectando esas transferencias de recursos, con el fin de no sólo mantener los avances en salud, ciencia y tecnología y otros programas sociales, pero también para financiar emprendimientos agrícolas e industriales. Por ejemplo, en la Orinoquía se produce el 30% de los productos agrícolas del país y este porcentaje podría ser mayor si la región tuviera más infraestructura y financiación que les permitiera optimizar el uso de la tierra.

Otro ejemplo es en la Guajira, donde hay un potencial inmenso en la producción de cuero ovino y caprino, y que también es poco desarrollado por la falta de infraestructura y financiación. Y así hay miles de ejemplos en todo el territorio nacional, donde puede que haya actividad económica, pero muchos de estos emprendimientos se hacen de manera rudimentaria ya que carecen de la visión y recursos que les permita ser sostenibles en el tiempo.

Cabe destacar que, el día de hoy, el crudo Brent, referencia para Colombia, se negoció por encima de los USD$72, siendo esto una gran noticia para el país, ya que a comienzos de año el barril estaba en el rango de los USD$50, y el plan financiero del 2021 que el gobierno había definido era con un barril de USD$53. Es decir, que este aumento en el valor si se mantiene en el tiempo, le permitiría al país recaudar casi COP$8 Billones más de lo que tenía presupuestado. Esto a pesar de que los bloqueos han reducido la producción de crudo en 1.2 millones de barriles durante estos 40 días.

Solo imaginemos por un instante, que esos COP$8 Billones fueran transferidos a las regiones más pobres, creando nuevos negocios y potenciando los que ya existen. ¿Cuántas familias podrían comer con base en su trabajo? ¿Cuántos jóvenes que hoy no tienen empleo podrían ser contratados? ¿Cuántos emprendimientos podrían fondearse con estos recursos?

Y eso que únicamente se está teniendo en cuenta la ganancia adicional que generó el aumento de precios del Brent. Ahora, imaginemos lo potente que sería ese caudal de recursos si se aprobaran y desarrollaran todos los proyectos energéticos que las empresas nacionales y extranjeras quieren llevar a cabo en el país.

Se requiere mucha gestión y consistencia por parte del gobierno nacional para lograr descentralizar la riqueza y crear estos nuevos centros de actividad económica generados en las regiones. No hay fórmula mágica para sacar a Colombia de la pobreza, es mediante la innovación y un enfoque distinto a las políticas públicas donde se podrá empezar a plasmar una realidad diferente, que en conjunto con un nuevo contrato social a través de la repartición de recursos que genera la producción petrolera, se logren consolidar los emprendimientos regionales como los grandes impulsores de progreso para el país.

         “La inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios”

          Stephen Hawking

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