Una invitación con gato encerrado

La tierra parece girar ahora, no alrededor del sol, como se sabe, sino del coronavirus (¿será porque este virus tiene corona?). Se desprende de las noticias que se producen cada segundo sobre los efectos directos e indirectos del covid19, que están haciendo equipo para, a su vez, producir todo el pánico posible entre los pobres humanos. Junto a todo lo que se afirma desde la angustia, también podrían decirse cosas como las siguientes:  

● Confiemos en que la dirigencia estatal, social y privada está y estará tomando las medidas adecuadas, es decir, las que se orientan a contener la expansión del virus y a asegurar la atención de los infectados.

● Confiemos en la responsabilidad individual en relación con las conductas recomendadas por las autoridades de cara a lograr la mejor gestión posible de esta coyuntura para la humanidad.

● Confiemos en que todos actuemos en forma razonable respecto a la adquisición de alimentos y demás bienes de subsistencia ordinaria en los lugares que los proveen.

● Confiemos en que sabremos aceptar, con la mejor voluntad, esta hora de tanta significación para quienes hoy habitamos la tierra o están próximos a habitarla.

● Confiemos en que la ciencia presente pronto el remedio eficaz para mandar al covid19 a una mejor vida.

● Confiemos en que los gobiernos depongan las diferencias y los rencores para las acciones a tomar, y sepan motivar a sus conciudadanos hacia un espíritu de solidaridad y alerta.

● Confiemos en que las fuerzas del bien, si existen, que actúen desde fuera de nuestro planeta, o desde dentro, se valgan de sus mejores galas para ayudarnos a poner término feliz a tanta incertidumbre. 

● Confiemos en que la presente sea una coyuntura pasajera y no el principio del final de nuestra civilización, que sobrevivirá con un grado mayor de fraternidad.

● Confiemos en que estos tiempos dramáticos nos impulsen a estar más con los nuestros y en línea con nuestros propósitos de vida. 

● Confiemos en que aprenderemos a valorar más y mejor las cosas pequeñas de la existencia. Lo pequeño puede llevarnos a lo grande: es una lección diaria de la vida. 

● Confiemos en que pronto veremos anuncios o atisbos de una nueva era para la humanidad, más amable para unos y otros. 

● Confiemos en que crezca la conciencia individual y colectiva alrededor de lo que significa el hecho de que todos viajamos hacia un mismo destino a bordo de un mismo crucero. 

● Confiemos, en fin, que las personas llamadas a enfrentar la postcrisis –quizá lo más grave– dentro y fuera de cada país lo hagan con luz en la mente, grandeza en el corazón y firmeza en la voluntad.

Trece goticas de optimismo para ingerir o esparcir, sin estornudar, en los círculos familiares, laborales, sociales y demás, pues no sabemos cómo va a seguir y terminar lo que está ocurriendo. 

Aquí podría decirse qué pesar no estar en la época de Hitchcock, cuando ordenó comprar todas las copias de la novela Psicosis, de Robert Bloch, que inspiró su célebre película, para evitar que los espectadores conocieran de antemano el final de la historia: ¡qué bueno sería que alguien nos anticipara, ciertamente, el final de la que nos está tocando protagonizar y presenciar!

INFLEXIÓN. ¿Estamos viendo la coyuntura con los mismos ojos? Recuerdo los versos de Dyango en su bonita canción Si la vieras con mis ojos: “Verás amor, si la vieras con mis ojos. / Verás pasión, si la vieras con mis ojos. / La verías de otro modo, con los ojos del amor”. 

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