
La última década le ha traído a Bogotá enormes retos y complejidades respecto a su movilidad. Según Bogotá Cómo Vamos (2019), en la ciudad una persona pasa 480 horas al año dentro de un vehículo, lo cual significa unos 20 días. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 ha traído consigo efectos diversos en esta materia. Si bien el tránsito de automóviles particulares ha disminuido como consecuencia de las medidas de aislamiento y del importante porcentaje de personas que están implementando el teletrabajo, actualmente una gran parte de los trabajadores se ve obligada a asistir a sus lugares de trabajo, y muchos de ellos a hacer uso del sistema de transporte público masivo del Distrito.
Según el Distrito, el sistema de transporte masivo de Bogotá debe mantenerse con una ocupación inferior al 35% para evitar las aglomeraciones y, con ello, prevenir el contagio y la propagación del virus. Sin embargo, hay quienes aseguran que tanto el Sistema Troncal como el Sistema de Transporte Urbano SITP han superado esta ocupación, hablando incluso de más del 36%, según el Ministerio de Transporte. Situación que preocupa si se tiene en cuenta que dichas cifras corresponden a un periodo en el que aún no se han reactivado la mayoría de los sectores que a partir del 1 de junio se reincorporarán.
Ahora bien, el nuevo escenario resulta aún más complejo y desalentador. La reactivación de más sectores de la economía y la innumerable lista de excepciones estipuladas por el Gobierno Nacional, hacen llegar a pensar que el transporte público de la capital puede colapsar, trayendo como consecuencia el cierre de un sistema que es la única alternativa de transporte diario para millones de usuarios.
En este panorama se hace evidente la importancia de los medios de transporte alternativos, basados especialmente en la denominada micromovilidad. Según los últimos datos arrojados por la encuesta de movilidad realizada en el año 2019 por la Secretaría Distrital de Movilidad, en Bogotá la tasa de viajes en bicicleta es de 0.14, correspondiente a 880.367 viajes al día. Al realizar el análisis por estrato de la vivienda donde residen los biciusuarios, se evidencia que las mayores tasas de viajes se dan en el estrato 2.
Asimismo, la encuesta evidenció una concentración de las tasas de viajes en bicicleta hacia la periferia occidental y norte. En algunas zonas del sur de la ciudad no se reportaron viajes que hicieran uso de esta modalidad de transporte, factor que puede estar relacionado con la topografía, seguridad de la zona y la distancia.
Sin embargo, los tiempos de pandemia nos han mostrado con gran claridad la necesidad de cambiar algunos de nuestros hábitos de vida, y la manera cómo nos movilizamos no es la excepción. En este sentido, cada día más capitalinos hacen uso de los 550 kilómetros permanentes de ciclorutas con los que cuenta la ciudad, y los 80 temporales porque, entre otras cosas, Bogotá es la séptima ciudad más costosa de América Latina en cuanto a precios del transporte público en la región, ubicándose incluso por encima de ciudades como Buenos Aires y Ciudad de México, las cuales registran un PIB per cápita más alto que el de la capital.
En consecuencia, Bogotá espera un aumento de biciusuarios como resultado de la promoción del uso de vehículos de micromovilidad, durante y después de la pandemia. De ahí que se considere indispensable el fortalecimiento de la industria bogotana dedicada a la producción de este tipo de vehículos ligeros, lo que permitiría un acceso económico a estos y a sus repuestos. Situación que, además, tendría un impacto positivo en la reducción de su comercio ilegal, negocio que se alimenta del hurto de bicicletas, delito que registró 8.130 casos para 2019, según la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia.
Teniendo en cuenta lo anterior, Bogotá necesita contar con un Sistema Distrital de Bicicletas, el cual es fundamental para el desarrollo sostenible de la ciudad, y permitiría incentivar a más personas a hacer uso de esta modalidad de transporte, facilitándoles, además, el registro de las bicicletas de los usuarios. Así mismo, dicha implementación debe ir de la mano de la formulación de una política pública integral que brinde las condiciones necesarias para el funcionamiento de cicloparqueaderos, interconectividad de CicloRutas, mejoramiento de infraestructura, entre otras.
Hoy la bicicleta es el medio de transporte llamado a solventar los problemas de congestión en el sistema de transporte masivo para evitar el contagio y la propagación del COVID-19, así como contribuir a la mejora de la calidad del aire de la ciudad. Por ello, celebro que esta necesidad de incentivar el uso de la bicicleta se vea reflejada en el actual Plan de Desarrollo, y considero necesario que su implementación se dé con la celeridad suficiente para atender las necesidades de una ciudad que da todo para afrontar los retos del siglo XXI, tal como se titula la hoja de ruta con la que se encaminará a Bogotá en los próximos cuatro años hacia una nueva normalidad.