El nombre del general (RD) Jorge Luis Vargas, ex – director de la Policía y hoy candidato a la alcaldía de Bogotá por Cambio Radical, no es ajeno para los colombianos ni para los bogotanos. En las posiciones de honor que ocupó Vargas dentro de la institución, siempre mostró su visión, su seriedad, su compromiso y su carácter. Construyó 38 años de carrera policial portando el uniforme verde oliva con la vocación y el sacrificio humano que implica ser un verdadero patriota.
En 2008 y hasta 2016 lideró la Dirección de Inteligencia Policial – DIPOL – desde donde se gestó la neutralización de Raúl Reyes, Alfonso Cano y el Mono Jojoy a través de las operaciones “Fénix” y “Milenio”. Entre 2016 y 2019 ocupó la Dirección de Investigación Criminal e Interpol – DIJÍN – comandando exitosas operaciones contra el crimen en conjunto con el CTI de la Fiscalía. En 2019 asume como director de seguridad ciudadana implementando estrategias efectivas que dieron a la reducción de los delitos de hurto, homicidio y delitos sexuales. Como si fuera poco, en 2021, como director general, participó activamente en la estrategia que dio a la captura de alias “Otoniel” en una operación elaborada de forma cautelosa y que se calculó milimétricamente en cada uno de sus pasos.
En todas estas posiciones, el general Vargas siempre mostró su talante democrático, acercando social y humanamente al pie de fuerza policial con la ciudadanía. Con firmeza llevó a cabo la transformación de la Policía. Adelantó reformas en materia de prevención, protección y respeto por los derechos humanos, un nuevo estatuto disciplinario, y la profesionalización para el desarrollo de la actividad policial.
En medio de los desmanes ocasionados por el estallido social, cuando la primera línea acabó con las ciudades, con su infraestructura, secuestrando a la ciudadanía en sus casas, paralizando el suministro de bienes y causando enormes pérdidas económicas, unos llamaban cerdos a los policías mientras el general Vargas actuaba constitucionalmente desde el puesto de mando unificado como muro de contención para frenar el vandalismo y la destrucción promovida por el terrorismo a través de sus células urbanas. Mantuvo alta la moral de las fuerzas del orden, en especial en de la Policía, dignificando su labor, manifestando en todas sus intervenciones que ser policía es un honor. De ahí el lema “Es un honor ser Policía”.
Todo este proceso se gestó y se desarrolló en medio del reto que supuso darle manejo institucional a los ataques sistemáticos que buscaban la estigmatización de la institución, poniéndola ante la opinión como la villana de la película. Hoy esa narrativa ya no pega. La ciudadanía necesita sentirse segura y vivir segura.
No es sólo un tema de percepción, y es evidente, como lo confirman los ciudadanos, que el 84% de los colombianos considera que la situación de orden público y la seguridad vienen deteriorándose. En el caso de los bogotanos, el 87% dicen sentirse inseguros en la ciudad. Esto, en claro contraste con la opinión favorable que tiene el 60% de los colombianos frente a la Policía y el 71% frente a las fuerzas militares. Los bogotanos y los colombianos confían en la policía y en las fuerzas militares. Buscan protección en ellas.
En la discusión y debate sobre la implementación de estrategias para brindarle seguridad a los colombianos, estoy seguro que mi papá (qepd) como ministro de la defensa entre el 2019 y el 2021, compartió con Vargas su visión acerca de cómo la participación ciudadana debe ser siempre la base y la columna vertebral en la estructuración de políticas efectivas. Con seguridad también le compartió su sueño de implementar el programa CASA, que hoy he denominado Centro de Articulación Social Anticriminal. El general Vargas es un convencido de que la participación ciudadana y la tecnología son un eje transversal en el desarrollo de una política de seguridad efectiva, que brinde tranquilidad y confianza a los ciudadanos.
Como candidato, y a partir de enero de 2024 como alcalde, pondré a su disposición esta iniciativa para que sea debatida en el Concejo distrital, y así lograr una armonía en la articulación interinstitucional para atacar frontalmente la criminalidad en la capital. Cuando hizo su presentación, mi padre decía que “todas las experiencias internacionales exitosas, como por ejemplo Australia, Inglaterra, Nueva York y Tokio, dejan la lección de que la seguridad se obtiene cuando los ciudadanos deciden contribuir a construirla.”
La seguridad no tiene color político, no es de izquierda ni de derecha. La seguridad ciudadana es un derecho humano y no se construye con discursos populistas. La alcaldesa Claudia López se pavoneaba en campaña con tono proselitista al decir que “seré la jefe de policía que haga temblar a los delincuentes.” Tiemblan los bogotanos de miedo al salir de sus casas. En sólo lo corrido de 2023 se han registrado 17.646 denuncias por robo, 168 homicidios con un incremento del 9%, un aumento de 863 casos de delitos sexuales, 6.631 denuncias por violencia intrafamiliar y un incremento del 80% en el secuestro. Estos datos no tienen en cuenta los que no se denuncian. Recordemos que el 62% de los colombianos no confía en la justicia y evitan acudir a ella por su inoperancia.
El pasado sábado celebré con sorpresa y esperanza la inscripción del general Vargas como candidato a la alcaldía de Bogotá. La capital cuenta con un abanico de candidatos preparados y con trayectoria para dirigir los destinos de la ciudad. Carlos Fernando Galán, Diego Molano, Juan Daniel Oviedo y Rodrigo Lara tienen todas las credenciales y la experiencia para asumir las riendas de la ciudad. Sin embargo, la grave situación de seguridad por la que atraviesa hace que la ciudad reclame a gritos soluciones y resultados en esta materia. Bogotá está sitiada por la criminalidad y sin seguridad no hay justicia, no hay desarrollo, no hay confianza, no hay inversión y mucho menos equidad social. Bogotá no se rinde y no se puede rendir ante la criminalidad y ante los promotores del terrorismo urbano causado por la primera línea. Vargas sabe hacerlo. Por eso para la alcaldía de Bogotá, vamos con el general.
