Su historia es tan popular entre los fans de la crónica roja que llegó hasta la pantalla grande. Hay dos elementos que contribuyeron a esa fama: el atractivo físico del asesino y las numerosas mujeres que lo defendieron durante ese juicio mediático.
Pero para entender los motivos que llevaron a Bundy a convertirse en un asesino serial, debemos remitirnos a sus orígenes. Su madre, Louise Cowell, quedó embarazada a temprana edad, razón por la cual sus padres decidieron adoptar a este bebé y criarlo como su hijo. El pequeño Ted creció creyendo que sus abuelos eran en realidad sus padres.
Ya unos años mayor, Louise y Ted se mudaron a Tacoma (Washington) junto con otros familiares. Allá, Louise conoció a Johnnie Culpepper Bundy, un cocinero del ejército con el que se casó en mayo de 1951. El matrimonio tuvo cuatro hijos. Aunque Ted adoptó el apellido de Johnnie, nunca creó un lazo afectivo con él.
Algunos asesinos seriales muestran agresividad desde muy jóvenes o sufren un evento traumático que daña su psique para siempre. Eso no pasó en el caso de Ted.
Aunque fue un niño de carácter retraído, nunca encendió las alarmas entre quienes lo rodeaban. Aparte de haber sido engañado sobre la identidad de su madre real, no hubo mayores problemas en su infancia.
Es más: la historia de Bundy pudo ser la de un reconocido político o abogado. Pudo llegar a ser una de las personas más queridas de su país. Desde joven tuvo actitudes de líder nato; por ejemplo, en alguna oportunidad fue premiado por la policía de Seattle tras salvar a un niño de tres años de morir ahogado.
Una serie de vivencias en sus años universitarios marcaron el antes y después en la vida y la mente de Bundy. Cuando era muy joven, conoció a la que sería su primer amor: Stephanie Brooks, una mujer con dinero, ambición y poder. Gracias a ella, Bundy pudo adentrarse en las reuniones de la élite de su ciudad.
