Recuerdo aquel domingo 22 de diciembre del 2019. Me encontraba solo saboreando una porción de “brazo de reina” con fresas frescas en su interior y una crema pastelera en su punto, acompañada de una taza de té negro bien caliente en la cafetería y restaurante La Castellana 104.
Este agradable sitio, se encontraba atestado de gente conversando al unísono e intentando comunicarse casi a gritos, pero al mismo tiempo, parecían cómodas compartiendo esos momentos. Sin duda, este era una especie de agradable ritual para conjurar los efectos de los afanes acumulados durante la semana.
Por mi parte, intentaba hacer un alto en el camino con el propósito de resistir a la inmediatez de las exigencias comerciales de una ciudad como Bogotá que, en vísperas de Navidad, aumentaba de forma dramática la producción, importación y comercialización de decenas de productos para ofrecerlos a las personas, quienes, contagiadas de ansiedad y desesperación, lo único que deseaban era comprar a toda costa con tal de sentirse “bien” durante la cena familiar del 24 de diciembre.
Me sentía agotado por el ritmo frenético de la ciudad y también por la congestión vehicular que aumentaba durante las horas pico, en la que miles de automóviles generaban unos niveles cotidianos de contaminación, los cuales hacían daño a mis pulmones.
Como resultado de estos estímulos tan negativos de ruido, estrés, prisa y caos generalizado, me doy cuenta de la urgente necesidad que tengo de buscar un espacio de silencio y de soledad, con el fin de renovarme interiormente de este “virus mental” fruto de aquel desbordado estilo de vida. El problema es que, para lograrlo debía dejar de trabajar y entonces ¿de dónde sacaría el dinero para cubrir mis obligaciones mensuales? Es por esta razón que lograr el sueño de dedicar tiempo a sentirme mejor se alejaba cada vez más.
Sin embargo, en la vida muchas veces lo que menos esperamos es lo que sucede, y, además, de forma misteriosa. Pocos meses después, Bogotá, catalogada por algunos estudios técnicos como la tercera ciudad más caótica y desordenada del mundo, aparece convertida en una ciudad fantasmagórica, en donde sus habitantes al igual que en la mayor parte del mundo, estamos confinados a una cuarentena inteligente y preventiva ordenada por los gobernantes, con el fin de contener el ataque del COVID -19 hacia nuestra salud integral.
Durante estas cinco semanas de confinamiento y a pesar de la incertidumbre y el dolor ocasionado por la temporal oscuridad del mundo, he aprovechado el tiempo haciendo ejercicio, meditando, escuchando música selecta, viendo las noticias diarias, pero de forma moderada, leyendo, escribiendo y extrañando el contacto físico y emocional con mis seres queridos. Lo que más valoro de esta inesperada situación, es que he podido encontrar nuevos caminos para realizar un viaje interior con el propósito de descubrir los increíbles beneficios de estar en compañía de mi propia soledad.
La necesidad de estar solos
Definitivamente, en la soledad somos capaces de escuchar las verdades más ocultas de nuestro inconsciente y profundizar en la génesis de los problemas personales que debemos resolver. Casi nunca sabemos quiénes somos y el miedo a descubrirlo nos impulsa a buscar distractores externos que nos hacen caer en pensamientos obsesivos, los cuales debilitan nuestra voluntad, distorsionan la mente y nos impiden escuchar la amorosa guía proveniente de la conciencia lúcida, que nos invita a dejar de hacernos daño.
Un proceso maduro y valiente para sanar las heridas emocionales comienza por recordar, expresar y reconocer el dolor interior. La soledad consciente, nos permite gozar de nuestra propia compañía sintiéndonos cómodos sin culpa y sin miedo de ser tal y como somos.
Sin duda, más allá del personaje social y el actor emocional, debemos encontrar la persona auténtica para desarrollar nuestro verdadero potencial. Así logramos detener el continuo desgaste emocional y físico, el cual nos enferma al tratar inútilmente de sostener el peso de las máscaras y disfraces que usamos para aparentar estar siempre “divinamente” y fingiendo ser felices.
Los budistas afirman: “si huyes de tu propia sombra nunca conocerás la fuerza y la luz que habitan en tu alma”. Lo único que podemos hacer en este confinamiento mundial, es reflexionar en torno a la enfermedad, la muerte y el dolor emocional para afrontarlos valientemente, pues todo, incluso lo malo, se transforma constantemente.
La soledad elegida es uno de los mejores caminos hacia el equilibrio mental. Gozar la paz de estar con uno mismo es un regalo que sólo se obtiene al vivir de instante en instante y aceptando todo lo que el destino tiene para nosotros sin exageradas expectativas, pues lo único estable en la vida es el cambio.
Muchas veces, es necesario sentirse independiente de toda relación, ya sea social, familiar e incluso de pareja. Desde que nacemos hasta que morimos la primera lección de la vida es el desapego. En el silencio de la soledad, logramos encontrar el camino que nos conduce al conocimiento de nuestra verdadera esencia, volviéndonos autónomos para servir y ayudar al otro.
Si entendemos esto, alcanzaríamos a vislumbrar que la misión en el mundo es encontrar lo que en realidad nos gusta hacer. La función que venimos a cumplir es responsabilizarnos de nuestras decisiones y acciones, con el fin de cuidar la autoestima y ayudar a sanar a los demás. Finalmente, nuestro destino es regresar llenos de sabiduría, amor y paz al hogar espiritual al cual pertenecemos.
Solamente quien asume la soledad, puede vivir el amor que libera sin condiciones, aprendiendo a amar sin miedo ni control. Saber estar solos es necesario, pues desde allí aprendemos a comunicarnos con nosotros mismos y a superar el sentido de separatividad en la existencia.
Recordemos que el objetivo de centralizarse en uno mismo a través de la soledad es descentralizarse en el otro, aprendiendo a comprenderlo, escucharlo y apoyarlo. Esto se logra mediante la comunicación y la intención de construir algo positivo como parte de esta relación. La comunicación es una de las necesidades vitales del ser humano, así como también lo son el amor y la amistad.
Vivir es convivir, es realizar la interacción del uno con el otro. Por eso entre todos podemos buscar el sentido de la existencia, teniendo presente, que al final, cada uno tiene la obligación de encontrar su propio sentido de vida para evolucionar y trascender.
El silencio interior permite comunicarse serenamente con los corazones de todos los seres humanos, y desde la compasión y la humildad, agradecer la paz que produce la meditación y la oración, al conectarnos a un nivel de conciencia superior. Si logramos apreciar y valorar esa posibilidad, también contaríamos con la aptitud para mejorar la convivencia social desde la armonía y la calma, fortaleciendo el proceso de reconciliación. La paz es el fruto de esta actitud y un poderoso antídoto contra la pandemia del coronavirus.
Pasos en soledad para comunicarme con mi yo interior
1. El cerebro es el canal que mueve la energía a través de la mente, mediante la interpretación de todo tipo de códigos, símbolos y lenguajes para entender mejor la realidad. Por eso, en el silencio debo preguntarme ¿quién soy yo realmente? Y esperar a recibir una respuesta desde las profundidades del inconsciente, sin las interferencias de ruidos externos o de aparatos electrónicos como celulares y computadores.
2. Tener una mente abierta significa estar dispuesto a resignificar creencias, cambiar hábitos y reaprender nuevas opciones de transformación personal para escuchar la contestación del corazón a los cuestionamientos del alma.
3. Con el fin de lograr una comunicación interior clara, debo empezar por reconocer y aceptar sin miedo mis defectos y mis virtudes naturales, teniendo en cuenta la flexibilidad para el cambio y la confianza en la buena intención hacia mi crecimiento personal.
4. La intención de este diálogo es la autoafirmación personal que se refleja en el mejoramiento de los pensamientos, acciones, palabras y emociones, con una cálida y amorosa actitud hacia las relaciones afectivas, familiares y laborales, desde la base de la sinceridad.
5. Al escucharme a mí mismo puedo aprender a escuchar al otro, así́ comprendo la importancia de utilizar el lenguaje como una herramienta para perdonar, sanar y transmitir opiniones de manera considerada y compasiva, sin caer en la trampa de culpar a los demás.
La soledad es nuestra compañía
Si bien es cierto que en este viaje interior en torno a la soledad descubrimos que nacemos y morimos “solos”, paralelamente no estamos solos, pues somos el reflejo de cada uno en el espejo de la existencia. El sentimiento de descubrir que “todos somos uno” es reconfortante, teniendo en cuenta que el principal valor del universo es el de salvaguardar la vida de la especie humana, lo cual habilita la fuerza de la solidaridad.
Esta compasiva solidaridad es la que nos permite sentir el dolor del otro, es aquella que une y no divide, unificándonos desde la dignidad.
Debido a la situación mundial ocasionada por la pandemia, la obediencia es un faro para superar este adverso destino. No se trata de una obediencia “sumisa”. La obediencia es el discernimiento entre lo que nos hace bien y lo que nos hace mal.
El bienestar personal y social orienta nuestra voluntad hacia obedecer aquellas reglas que a todos nos benefician, entendiendo que lo que está en juego en estos momentos del COVID – 19, es ni más ni menos que nuestra propia vida y la de los demás. Por eso, obedezco y me quedo en casa, para no contagiar a los otros ciudadanos y ser capaces de respetar el valor supremo de la vida ante cualquier otro interés de carácter político o económico.
Estoy seguro de que nos acercamos al renacer de un mejor mundo, siempre y cuando aprendamos la lección con sobriedad, calma y mucha paciencia. La vida es un regalo de Dios, y, por lo tanto, esta turbulencia, quizá inventada por el propio hombre, también pasará.
Es un momento muy valioso y útil para superar resentimientos, odios y polarizaciones, en un país que está dando ejemplo a otras naciones de apoyo ciudadano en medio de esta cruzada de emergencia sanitaria.
La soledad elegida nos fortalece en la obediencia positiva al traernos paz y triunfo sobre los egos enfermos, que tan sólo son “tigres de papel” obsesionados por obtener un precario e inútil poder de control sobre los demás. Desde la orilla de un optimismo trágico, está surgiendo una nueva humanidad que tendrá mucho menos miedo para seguir afirmando su existencia a pesar de todo los acontecimientos actuales.
Invitación especial #LaFILBoEnCasa
Queridos amigos y amigas, quiero extenderles esta invitación cultural que nuevamente me hace la Feria del Libro de Bogotá #LaFILBoEnCasa a través de la Editorial Solar:
“Ahora que nuestra vida parece estar en pausa, la lectura, los libros y una buena conversación se convierten en luz, en refugio y en especial en una compañía a través de la distancia”
En este espacio, presentaré mi libro “Viajero Interior: Un Camino Simple hacia la Serenidad Personal”, que en un año ya logró su 3ª edición. En este converstorio literario profundizaremos en las preguntas claves de la existencia tales como: ¿quién soy yo? ¿Qué es lo que en realidad quiero? Y ¿cuál es mi propósito en la vida?
Los espero el próximo sábado 2 de mayo a las 4 p.m. por mi Instagram Live en el siguiente link:
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