Toda nuestra realidad es temporal, pero en algunos períodos de tiempo, sentimos que, desde el fondo de nuestra conciencia, emergen dudas sobre el propósito de nuestra existencia.
Preguntas tales como: ¿quién soy yo? ¿Soy feliz? ¿Qué es lo que realmente quiero hacer con mi vida? ¿Para qué vine a esta tierra? Y muchas más, nos producen un especie de vacío interior, acompañado de angustia y ansiedad permanente.
Cuando perdemos el sentido de nuestra búsqueda, también el ánimo y la depresión hacen presencia día a día. Las crisis existenciales son las más duras de superar, pero al mismo tiempo, son las que mejores lecciones de crecimiento personal nos dejan.
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Este alto en el camino, nos obliga a la reflexión para quitarnos las máscaras y los disfraces de “bienestar“ y elegir el camino de la confrontación de nuestras falencias y defectos de carácter, especialmente el de mentir, manipular y justificar desde un razonamiento distorsionado muchos malos hábitos que afectan la salud emocional y mental, junto con el de las personas y seres queridos que componen los núcleos familiares y sociales.
Recordemos que no todas las crisis existenciales son iguales. Hay personas que la experimentan como breves episodios y otras que, pasan muchos años bajo esta terrible influencia.
A través de la respectiva ayuda psicóloga, terapéutica y espiritual, es posible conjurar esta crisis existencial, además, potencializando el enfoque hacia un mejor proyecto de vida que nos transforme en seres humanos integrados y con fuertes herramientas al momento de afrontar los desafíos y pruebas, a las que estamos sometidos constantemente.
Los seres humanos tenemos un “yo esencial”, que es el puente entre lo biológico y lo espiritual. Por eso, cuando armonizamos nuestra energía mediante la coherencia entre lo que pensamos, decimos y actuamos, la crisis existencia sin duda mejorarán ostensiblemente. En otras palabras, tanto la expansión como el despertar de la conciencia personal, son los pilares para una mejor versión de nosotros mismos.
A continuación, les comparto algunas señales reveladoras para saber si están entrando en una crisis existencial.
- Lo que ante te gustaba y motivaba ha perdido valor.
- Te preguntas si elegiste la profesión adecuada o si el no haber estudiado algo más, te hubiera brindado mejores oportunidades.
- Es común cuestionarte si la vale la pena seguir luchando.
- Empiezas a pensar que te ha hecho falta vivir cosas o que te has saltado ciertas etapas de la vida.
- Recurrentemente, tiendes a divagar en que ya estás acercándote a la vejez a pesar de que puedas tener 30 o 40 años.
- En ocasiones piensas en hacer cambios de imagen, con el fin de lucir más joven o tener mayor aceptación social.
- Tienes repentinos cambios de ánimo a lo largo del día.
- Gastas dinero comprando ropa, saliendo a restaurantes y divirtiéndote, pero después, en un tiempo muy corto se esfuma la emoción.
- Te miras al espejo y afloran sentimiento de una fuerte insatisfacción personal.
- Proyectas tu vida hacia escenarios ideales, pensando que al final podrás ser feliz.
- Planeas viajes con la intención de “escapar” de tu realidad.
- Tienes conflictos que han generado excesivas preocupaciones al punto de no haberlos podido solucionar de manera acertada.
- Criticas y juzgas a los demás por sus estilos de vida.
- Ninguna experiencia es suficiente para satisfacer tus expectativas.
- A veces sientes que no tienes control sobre tu mente y pensamientos, volviéndote un poco irritable, obsesiva y terca.
- Consideras que tu vida se ha transformado y extrañas la persona que eras.
¿Qué hacer ante una crisis existencial?
En el fondo de cada uno de nosotros, sabemos cuáles son las respuestas para descubrir las causas que nos llevaron a la crisis existencial. Cambiar los esquemas y paradigmas personales, deconstruirse y construirse desde la orilla de una nueva forma de percibir el mundo, donde la sombra y la luz interior se acepten y unifiquen sin buscar la “perfección”.
Sin duda, estos son algunos de los pasos para replantear muchas de las creencias y valores para empezar a sanar, recuperando el deseo de construir un proyecto de vida más realista y honestos basado en valores positivos con el objetivo de gozar la paz y tranquilidad mental a la que tenemos derecho.
Por eso, con valentía y madurez, debemos confrontar la angustia y el temor de la crisis existencial resolviendo y no evadiendo los problemas diarios hasta encontrar el sentido de nuestra misión en el mundo y ser felices.
