Las personas creen que pueden identificar con facilidad a los asesinos seriales. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos delincuentes tienen la capacidad de engañar y ganar la confianza de todos.
En varios casos estos psicópatas, que llegaron a cometer hasta 33 homicidios cada uno, fueron catalogados como carismáticos, confiables, colaboradores e incluso atractivos físicamente.
John Wayne Gacy - El Payaso Asesino
Era un eficaz hombre de negocios, dedicado a hacer crecer su empresa de albañilería y decoración, a cuidar de su casa, a amar a su segunda esposa y a cultivar las relaciones sociales en Springfield, EE:UU. Su tiempo libre lo dedicaba a los demás: organizaba las fiestas vecinales más famosas del barrio, se vestía de payaso y amenizaba las tardes de los niños ingresados en el hospital local. Incluso fue tentado por la política y se presentó como candidato a concejal. Fue condenado a muerte en 1994 por la muerte de 33 jóvenes hombres y sus últimas palabras antes de morir fueron: “Besádme el culo”.
Ted Bundy
Un hombre guapo, elegante, romántico, tierno y encantador. Así lo definían sus amigos, novias y familiares. Tenía una fijación especial por asesinar a mujeres jóvenes de pelo oscuro y largo, que le recordaban a su exnovia, que lo rechazó años atrás. Durante su juicio tuvo la osadía de despedir a su abogado y asumir él mismo su defensa. Entrevistó a sus propias víctimas para tratar de alegar inocencia. Sin embargo, ni el jurado ni el juez le creyeron. Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica nueve años después de su sentencia, el 24 de enero de 1989 en Georgetown (Colorado), tras haber sido culpado por asesinar a 14 jóvenes.
Dorothea Puente
Una tierna abuelita que montó en su casa un albergue para ancianos discapacitados. Robaba a sus clientes la pensión antes de matarlos. Sus vecinos la catalogaban como buena, alguien que de vez en cuando les ofrecía comida. Pese a su supuesta disminuida fuerza física, asesinó a sus víctimas a machete después de drogarlos. Como si fuera poco, arrastraba los cuerpos para enterrarlos en el jardín de su casa. Fue condenada a cadena perpetua en 1993 y murió en una cárcel de California a los 82 años.
Yiya Murano – La envenenadora de Monserrat
Estafadora y asesina argentina. Se mostraba como culta y pudiente, aunque en realidad carecía de educación y tenía problemas económicos debido a que gastaba dinero que no tenía para comprar joyas y prendas importadas. En 1978 envenenó con cianuro a sus supuestas tres mejores amigas para evitar devolverles alrededor de 300.000 dólares, que les había pedido prestado a cambio de cuantiosos intereses. Estuvo en prisión por 16 años y siempre alegó inocencia. Quedó en libertad condicional en 2003 y después fue invitada a muchos programas de televisión en los que se recordaba su caso.
Carlos Eduardo Robledo Puch – El ángel del infierno
Actualmente tiene 62 años y lleva 41 en prisión. Pese a su inocente y atractiva apariencia (rubio de ojos azules), antes de cumplir la mayoría de edad había cometido 11 asesinatos y es considerado el mayor asesino serial de Argentina. Lo curioso, que a diferencia de otros psicópatas, Robledo no tuvo una infancia atormentada y llena de necesidades. Por el contrario, nació en una familia bonaerense acomodada y estable emocionalmente. En sus primeros años de vida se destacó por ser excelente estudiante en uno de los mejores colegios de la zona. En 2008 pidió que le cambiaran la condena por la inyección letal debido a que desde el 2000 la justicia argentina le ha negado la libertad condicional y el arresto domiciliario. En Argentina no está aprobada la pena de muerte.
Asesinos en serie con apariencia de ángeles
Sáb, 14/12/2013 - 13:28
Las personas creen que pueden identificar con facilidad a los asesinos seriales. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos delincuentes tienen la capacidad de engañar y ganar la confianza de t