"Así encontramos y matamos a Pablo Escobar"

Dom, 01/12/2013 - 15:00
El coronel Hugo Martínez Poveda escuchaba por radio la noticia de la fuga de Pablo Escobar. Estaba en España, como agregado policial de la embajada, y seguía la descripción de la prensa ibérica s
El coronel Hugo Martínez Poveda escuchaba por radio la noticia de la fuga de Pablo Escobar. Estaba en España, como agregado policial de la embajada, y seguía la descripción de la prensa ibérica sobre el motín del capo en La Catedral, la cárcel donde cumplía condena. Era el 21 de julio de 1992, un caluroso día de verano en Madrid, y las noticias daban cuenta que la fuga estaba motivada por la ira de la bestia al enterarse que sería trasladado de su palacio penitenciario a una verdadera mazmorra. Escobar huyó con algunos de sus hombres. El día siguiente el entonces director de la Policía, Miguel Gómez Padilla, llamó personalmente a Martínez Poveda para anunciarle que terminaba de manera intempestiva su misión diplomática y las capacitaciones en inteligencia con expertos en el Viejo Continente. Lo necesitaban en Colombia para reactivar el Bloque de Búsqueda que había logrado cercar un año antes al jefe del Cartel de Medellín. -Tiene que presentarse cuanto antes en Bogotá- le dijo Gómez, quien al tiempo llamaba de regreso a otros oficiales que habían trabajado en el inicial grupo de cacería. A los tres días el Coronel ya estaba de regreso en Colombia alistando el reinicio del operativo contra el prófugo. “Durante el tiempo que Escobar estuvo en La Catedral se mantuvo un dispositivo en Medellín del Bloque de Búsqueda que prácticamente lo mantuvo activo. Seguían las labores de inteligencia y una actividad constante de vigilancia de los movimientos de los demás miembros del cartel. Por ese trabajo se demostró que se cometían muchos delitos ordenados dentro del penal”, dijo a KienyKe.com el general retirado Martínez Poveda. La nueva misión era fundamental. El Bloque de Búsqueda fue fortalecido por el gobierno de Cesar Gaviria con más miembros, más dinero y tecnología. Unos 450 efectivos de la policía estaban enfocados únicamente en la identificación de los tentáculos del Cartel de Medellín y su máximo cabecilla. Otros 410 miembros del ejército fueron puestos a su disposición para capturarlo. Equipos técnicos y demás apoyos de inteligencia se sumaron a más de mil personas. Tenían la certeza de que su objetivo seguía en la capital antioqueña. ***** Imagínese usted cómo eran esos operativos de búsqueda hace 20 años. Ahora todo ha cambiado y ha mejorado la precisión para encontrar a un delincuente. Han mejorado las escuchas, las interceptaciones y los rastreos. Los teléfonos celulares facilitan el trabajo, los medios técnicos están a favor de la policía. En esa época no había GPS, por ejemplo. Eso sí que nos hubiera ayudado a hacer una ubicación exacta de las coordenadas en las varias oportunidades que cogimos una comunicación de Escobar. Todo lo teníamos que hacer por medio de planos geográficos. No crea; era una actividad compleja y previa antes de hacer cualquier operativo. Duraba un buen tiempo. Hasta 72 horas después de conocer una comunicación podríamos durar antes de actuar. Tenían que cuidar que Escobar no saliera de los 170 kilómetros cuadrados urbanos del área metropolitana del Valle de Aburrá. El Bloque de Búsqueda, al mando del entonces coronel Martínez, estaba en alerta máxima desde cuando se informó del motín en la Catedral. Pero el capo no se las puso fácil; desde su huida sólo hizo tres o cuatro llamadas en movimiento y sólo un año después se volvió a interceptar una de sus comunicaciones. “Centramos su rastreo en llamadas de testigos o comunicaciones de personas cercanas a él, especialmente su familia”, añade el general. Pero no todo era de fiar. Con el tiempo se dieron cuenta que los supuestos informantes resultaban ser caza recompensas que esperaban algo del botín por la captura de Escobar brindando información falsa o, peor aún, personas al servicio del cartel que buscaban despistar a las autoridades y confundirlos mientras ‘el Patrón’ se movía. Para ello, su estrategia delirante era comprar casas en diferentes sectores de Medellín en las que previamente mandaba a construir caletas y adecuar frágiles bunkers para pernoctar durante algunos días. “Los de su seguridad pagaban a jóvenes principalmente para que se hicieran llamadas a emisoras o llamadas a los teléfonos que se anunciaban por los medios para dar información de Pablo Escobar. Así buscaban hacer un desgaste de nuestra inteligencia esperando que organizáramos operativos inoficiosos mientras ellos hacían sus movimientos”, explica. La policía no podía comer entero. El desgaste por confiarse en cada información recibida, que era por caudales, podría haber hecho fracasar la misión y hubiera permitido incluso que Escobar saliera de la ciudad. Una de las claves con las que afinaron el olfato para no caer en falsas alarmas eran los detalles con los que los supuestos testigos les hablaban. “Si daban mucha información y parecían estar leyendo un libreto los identificábamos. Pero toda información que recibíamos la evaluábamos. Porque sí o porque no, igual servía. No podríamos desecharlo todo”. En varias oportunidades –confiesa Martínez- estuvieron tan cerca de cogerlo que no comprendían cómo el hombre se escabullía. Hoy reconoce la fuerza de la contrainteligencia del delincuente. -¿Había ‘topos’ dentro del Bloque de Búsqueda? - Sí, siempre fue así. Durante toda la operación siempre supimos que Escobar recibía información desde adentro, pero descubrimos a esos informantes. Pero es que no sólo tenían que estar dentro de nuestro círculo de la policía. Incluso había agentes de policía externos que daban información de nuestros movimientos. -¿Cómo los identificaron? Recuerdo a uno, un policía, que trabajaba en el cuerpo élite y le había correspondido hacer vigilancia en la Hacienda Nápoles, cuando Escobar ya no andaba por la zona. Allá había una base del Bloque. Ese elemento (el policía) hizo amistad con una muchacha de la zona, familiar de un empleado de la finca cercano a Escobar. La muchacha se conquistó al policía y hasta le ofrecieron dinero a cambio de información de lo que hacíamos en el bloque de búsqueda. Nos dimos cuenta porque identificamos sus comunicaciones dando información sobre movimientos nuestros y hasta placas de nuestros carros. Lo retiramos y procesamos. También hubo un caso de un auxiliar de policía, que no era de nuestros operativos, pero al que le pagaron para que sólo contara lo que veía en el barrio. Él llamaba todos los días a un teléfono, que resultó ser de una tienda de barrio, pero que contestaba solo uno de los de seguridad de Escobar. Pablo-Escobar-2   Escobar compraba varias casas en distintos barrios de Medellín y los adecuaba como escondites. Se estaba mudando permanentemente. Cualquier movimiento de policía en Medellín desataba las alarmas en los círculos de seguridad del capo. La paranoia tenía tan prevenidos a los del cartel que hasta el patrullaje de un par de auxiliares les obligaban a moverse. “Para responder a los infiltrados y las llamadas falsas, organizábamos cada vez más operativos de forma diferente para evadir la información que ellos ya adquirían”. Las operaciones eran 24 horas al día. Cualquier pista era valiosa y supieron que habían hecho ubicaciones positivas, pero como el gato y el ratón, a veces el roedor logra escabullirse al más impensable de los rincones, en el que no obstante queda encerrado. ***** Tuvimos 15 meses de rastreo pero es que Escobar duró casi un año sin hablar. No había ninguna comunicación. Fueron como tres o cuatro llamadas desde la fuga y se silenció totalmente. Fuera de eso, el Gobierno había sacado un decreto prohibiendo las comunicaciones por mecanismos de radio teléfono, que eran como los celulares de la época, para evitar que el cartel siguiera coordinando sus acciones. Hasta los beeper los habían prohibido. El decreto duró un año, y cuando volvieron las comunicaciones, él acude nuevamente a su teléfono móvil. Venga le explico bien. Esos aparatos se utilizaban en los carros. Ellos se movían de un lugar a otros mientras llamaban para evitar ser interceptados. Era como un maletín ejecutivo con un teléfono grande adentro. Escobar también le pedía a su interlocutor que mientras hablaban se estuviera moviendo. Su error fue a lo último confiarse y quedarse quieto. El general Martínez recuerda el antepenúltimo de los operativos para cazar a Escobar, que duró más de un mes en planeación y ejecución. “Tuvimos que cercar una zona de un barrio, creíamos que Escobar estaba dentro del área pero fue difícil. Cercar todo un barrio y ponerse a revisar casa por casa, fue complicado, y sobre todo porque se altera demasiado la actividad de las personas”. La insuficiente precisión y el ruido de la policía en sus allanamientos facilitaron la huida del objetivo. A mediados de noviembre de 1993 estuvieron a punto de agarrar a la bestia, pero fallaron porque “los cogió la noche”. Lo hicieron en los cerros de Medellín, en área semi-urbana. “Él sabía que estábamos detrás de él y cualquier actividad o movimiento se la informaban. Solo con que le contaran que se estaba preparando movimientos dentro del área de operación nuestra, entonces actuaba. Así no supiera para dónde íbamos, él igual se movía. Pero asa vez nos cogió la noche, literalmente, porque al llegar la operación ya estaba oscureciendo. Llegamos hasta la casa donde estaba, e incluso encontramos 20 millones de pesos en efectivo; en esa época se imaginará que era harta plata. No volvimos a saber de él hasta 15 días después”. Desde el 29 de noviembre volvieron a escucharse las llamadas del máximo narcotraficante de Colombia. La familia de Pablo Escobar, que trataba de ingresar a Alemania para escapar de los enemigos que la asediaban, resultó siendo rechazada por el Ministerio del Interior de ese país y devueltos desde la zona de tránsito del aeropuerto de Frankfurt. La furia encegueció al jefe de la mafia y lo llevó al borde de la cornisa. “Escobar llamó al Palacio de Nariño tratando de hablar con el presidente (César Gaviria). Le pasan a uno de los edecanes y Escobar se demora hablando un buen tiempo, haciendo amenazas contra el Gobierno y contra los alemanes… esos discursos que él solía dar a sus enemigos. Luego hace otras llamadas por tres días ya sea a la familia, o a la prensa buscando auxilio de la sociedad para que se cumpliera su exigencia de proteger a su familia”, manifiesta el oficial que recuerda que durante esos cuatro días no durmieron para estar atentos a qué pistas les servían  para dar la estocada final. Pablo-Escobar-3   La familia fue su punto débil. Temer por la seguridad de los suyos lo llevó al abismo.  La familia de Escobar se refugió en residencias Tequendama en Bogotá. El lugar había sido acondicionado con micrófonos y dispositivos de interceptación como trampa final. El capo de seguro estaba desesperado por hablar con su familia y confirmar que todo estaba en orden, además de dar instrucciones para evitar la cacería que harían los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar, un grupo paramilitar fundado, entre otros, por los hermanos Castaño) sobre sus seres queridos, puestos en bandeja de plata para sus enemigos por la negativa de refugio en Europa. El miércoles 1 y jueves 2 de diciembre de 1993 Escobar intensificó sus llamadas a Bogotá. “Fueron cinco llamadas que nos facilitaron dar con la ubicación exacta y dar el golpe final”. El ‘día D’ -jueves al medio día- Escobar seguía haciendo llamadas pero dentro de un taxi en movimiento. Sin embargo el Bloque de Búsqueda tenía cercada la zona por donde se movía el carro. La conversación fatal  fue con un periodista. “Él iba a contestar preguntas a un periodista, pero hacía el puente de la comunicación con el hijo. El hijo recibía las preguntas del periodista y luego se las dictaba al papá. Luego Escobar le decía al hijo que copiara las respuestas para transmitírsela al periodista. En esa actividad se demoraba 2 o 3 minutos en comunicación y colgaban pensando que no iban a ser localizados. Fueron cuatro llamadas”. Las tres primeras llamadas se hicieron a bordo del taxi en movimiento. Para el general Martínez, a eso de las 2 de la tarde regresaron de dar vueltas y entraron a la casa del barrio La América en Medellín. La cuarta llamada Escobar la atendió dentro de su escondite. Error fatal. Cuando tenía la ubicación exacta, informan al entonces mayor Hugo Aguilar que ejecutara de inmediato el operativo. Aguilar tenía el equipo armado más cercano al punto donde ubicaron al objetivo. El coronel Martínez escuchaba por radio-teléfono segundo a segundo el avance crítico de la embestida. “Sólo una cosa se sabía: que Escobar estaba en esa casa. No sabíamos cuántas personas podrían estar con él. No sabíamos de dónde podrían salir los disparos. Pedimos apoyo que llega al lugar con el grupo de asalto”. Diecisiete hombres lideraron la batida. Otros grupos rodearon la manzana y muchos más cercaron el barrio. El capo estaba reposando su almuerzo con espaguetis y aún atendía el teléfono. Escuchó movimientos y sacó su arma. Su guardaespaldas, Álvaro de Jesús Agudelo, ‘Limón’, se percató del enemigo y trató de disparar primero pero fue rápidamente reducido. Escobar buscó escapar y disparó sin blanco fijo para ahuyentar a los efectivos. Fue infructuoso;  un balazo en su pierna, otro en su espalda y el definitivo en su oreja derecha sellaron su muerte. Diez minutos después de la balacera el general Martínez arribó al lugar. “Cuando me confirman que cae Escobar, yo hago la comunicación al subdirector de la policía, el general Octavio Vargas Silva, y ellos a su vez al ministro (Rafael Pardo). Llego al lugar para verificar cómo ha resultado la operación; voy con el fiscal, el procurador delegado y se hace el levantamiento”, describe. -¿Qué impresión le dio al ver el cadáver de Escobar? - Yo no conocía a Escobar más allá de referencias, por fotos y videos, pero personalmente jamás lo había visto. Y creo que me lo hubiera podido encontrar en la calle y no lo hubiera reconocido. Tenía una presencia de descuido físico, la barba crecida, muy gordo, con ropas descuidadas. Creo que estaba en situación de locura, porque parecía como un loquito descuidado, de esos que ve uno en la calle. -¿Al ser irreconocible no temió que no se tratara de Escobar? -Teníamos total seguridad que se trataba de él. El reporte que nos daban con las escuchas de teléfono lo confirmaron. Yo mismo escuchaba sus conversaciones y la voz de él fue identificada. No había casi ni necesidad de tomar huellas porque sabíamos plenamente que era él. -¿Descansó esa noche? -Sí. Pude dormir aunque nos acostamos muy tarde, como hacia las tres de la mañana. Dormí muy bien esa noche; llevábamos, tal vez, cuatro días sin dormir casi nada, con vigilancia permanente. Pablo-Escobar-1   El Pablo Escobar del final no tenía poder ni la capacidad de arrodillar al país. "Parecía como un loquito descuidado, de esos que ve uno en la calle", dijo el general Martínez de su impresión cuando lo vio muerto.  Tras años de analizarlo, quienes  estuvieron en esta misión coinciden que el talón de Aquiles del capo de capos fue su familia. Temía por sus seres queridos, así que descuidó las medidas de seguridad que tanto pregonaba a sus colaboradores. También hubo algo de suerte, pues las circunstancias destinaron la desgracia del criminal e hicieron que fuera el general Martínez quien lo encontrara.  Y es que a éste comandante lo iban a trasladar y arrebatar la misión. “Ya llevaba año y medio desde la fuga y sin resultados. Me habían nombrado director de la escuela General Santander y había sido llamado para curso de General. Tenía que volver a Bogotá, pero el curso se había aplazado a enero, así que pedí que me dejaran otra oportunidad”. Por su empeño se ganó al más buscado del mundo como enemigo. “Se supone que yo era objetivo de él. Pues si se ofrecía recompensas por él, pues él también las ofrecía por nosotros. Nunca confirmamos algún atentado contra mí, aunque hubo informaciones”. Martínez Poveda reconoce el apoyo estadounidense para el Bloque de Búsqueda, pero aclara que el golpe final fue hecho por los uniformados colombianos. Sobre el posible apoyo de información que recibieron de los Pepes o los Rodríguez Orejuela del Cartel de Cali asegura que los datos que les llegaban eran errados, “o lo que llama uno trasnochados". “Ninguna información obtenida de estos delincuentes sirvió para dar con Escobar”. Twitter: @david_baracaldo
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