Los pecadores, según el mandamiento del Dios católico, son perdonados y también logran entrar a su reino. Los malos, aquellos que cometen delitos y pecados, no son, nunca han sido y nunca serán excluidos de los lugares de ritos sagrados.
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Nadie pregunta ni muestra sus antecedentes penales para ofrecer una bendición, poder pisar una iglesia o elevarle una ofrenda a su santo de confianza.
Millones de católicos, buenos y malos, elevan plegarias y le ofrecen un culto a las benditas almas. Son ellas quienes interceden ante su Dios para el perdón de sus pecados.
Las benditas almas del purgatorio son aquellas entidades inmateriales que pertenecieron a humanos, que en vida vivieron o cometieron pecados que Dios no ha perdonado, y que por tal razón están en aquel candente estado, donde arden por sus culpas. Están a la espera de la ayuda de rezos de los creyentes, para conseguir el perdón divino y la gracia de ser llevados del purgatorio al paraíso, según cuenta la tradición cristiana.
En esta reja, de más de 100 metros, todos los lunes cuelgan bolsas de agua y ramos de flores. El cesped que se ve atrás eran las fosas comunes donde enterraban a los cadáveres identificados como N.N.
Aquellos hombres y mujeres que están al margen de la ley son personas devotas para rezarle a santos, ángeles, vírgenes y demás intermediarios que hay con su Dios.
Según Marcos*, un hombre que perteneció por varios años a una banda de fleteros y que habló con KienyKe.com, las almas benditas son muy visitadas y adoradas por ellos: por los bandidos.
Uno de los puntos de alta concentración de rezanderos a las almas en Bogotá está ubicado sobre la carrera 30 con diagonal 32 sur, a espaldas del cementerio del Sur, en el barrio Villa Mayor; a pocos metros del populoso sector que se conoce como Matatigres.
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Allí, como en tantos otros puntos donde se le ofrece una oración a las benditas almas, los feligreses llevan consigo agua y fuego. Las llamas, para algunos, significan la iluminación del camino o la estadía de las almas en el temido purgatorio. El agua se les deja para que las benditas almas sacien su sed al estar ardiendo allí.
Marcos narró que ese punto, el de Villa Mayor, puede ser el lugar de Bogotá donde en medio de las amas de casa, ancianos, niños y jóvenes de bien, se reúnen los bandidos que están en Bogotá a rezarle a las benditas almas.
Los delincuentes llegan a la zona de rezos a bordo de lujosas motos y vehículos. Una noche de alta afluencia se pueden contar más de 50 motocicletas, según una vendedora ambulante.
"Por eso usted puede ver allá, tipo seis, siete, u ocho de la noche de los lunes, que es el día en que se le reza a las almas, ese sitio lleno de motos y de autos. Si no me equivoco, por ahí el 60 o 70 por ciento de los que están allá a esas horas, son bandidos", indicó Marcos, quien hace un par de años, por haber caído en prisión, dejó la ilegalidad a un lado.
En aquel lugar, amarradas una reja de más de 100 metros de longitud, ubicada en lo que antes era parte del cementerio y que hoy es el parque Villa Mayor, se pueden ver cientos de bolsas de agua, de velas y veladoras encendidas y decenas de ramos de flores.
Las bolsas de agua se le compran a vendedores ambulantes que las venden a $300 pesos la unidad; cinco velas de cebo valen mil pesos, y las veladoras, dependiendo lo grandes, se consiguen desde $800.
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En la tarde de un lunes muy visitado se pueden contar alrededor de mil bolsas de agua colgadas de la reja del parque. En el suelo se ven prendidas mas de 30 pequeñas fogatas hechas con velas, veladoras y algunas maderas.
Aquella reja colinda con una zona llamada por los seguidores a las benditas almas como camposanto. Detrás de aquella larga malla era donde años atrás, cuando ese lugar hacía parte del cementerio del Sur, quedaban ubicadas las fosas comunes donde depositaban los cadáveres de las personas clasificadas como N.N por Medicina Legal.
Cuentan que allí es donde fueron enterrados muchos de los muertos del holocausto del Palacio de Justicia.
Las velas de cebo son las que los feligreses más le ofrecen a las benditas almas del purgatorio.
Aunque no hay una relación directa entre delincuentes y un rezo o santo específico, Marcos cree que la cercanía entre las almas del purgatorio y los bandidos es el hecho de haber cometido pecado en vida.
"Cuando uno es ladrón, asesino o simplemente bandido sabe que lo que está haciendo es malo. Uno sabe que Dios está rabón y que lo que uno hace es pecado... Las benditas almas están ardiendo en el purgatorio, porque al igual que uno actuaron mal", dijo Marcos, quien hoy tiene un próspero negocio de comidas en su barrio, en el centro-oriente de la ciudad.
Marcos también contó que los delincuentes, tal como se ha visto en películas, se encomiendan a su santo, a la virgen o simplemente hablan y le piden protección directa a Dios.
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A las benditas almas los bandidos, como cualquier otro cristiano, les ruegan por su familia, su futuro, su actividad delincuencial y su vida, la cual cuenta Marcos, siempre está en peligro.
Durante todo el día lunes, dentro del cementerio del Sur, se pueden encontrar feligreses orando bajo la guía de sacerdotes que aparentan ser de la iglesia católica. KienyKe.com pudo establecer que algunos de los 'padres' que ofician oraciones en el lugar, nada tienen que ver con el catolicismo, ni cuentan con una orden de ninguna autoridad eclesiástica.
Una bolsa de agua en aquel sitio vale 300 pesos, son para que las almas en pena sacien su sed. Las velas son para iluminarles el camino.
Uno de estos hombres, vestido de sotana y a quienes todos llaman 'padre', es Darío de Jesús, perteneciente a una congregación llamada Iglesia Católica Anglicana Jesús el Buen Pastor.
Darío de Jesús, quien se autodenomina sacerdote, oficia el culto en el camposanto de las fosas comunes hace más de 20 años.
Ubica una pequeña mesa en la mitad de la acera donde, con la ayuda de un parlante y con los mismos ritos de la iglesia Católica Apostólica y Romana, acompaña a los seguidores de las benditas almas.
"Los bandidos son generosos y cuando van en masa le dan buenas propinas al curita... Entre más grande sea el billete creen que más grande es el perdón de Dios... El que peca y reza no empata, ese es un consuelo de tontos", contó Marcos, quien añadió que ahora es un buen hombre, aunque sabe que el altísimo le puede cobrar todo lo malo que hizo en vida.
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"Yo le quité mucho billete a la gente. Empecé con un parche del barrio a robar gorras, zapatillas de marca. Luego pasé a robar bolsos de mujeres y a asaltar manes en la calle y a huir en una moto, pero gracias Dios nunca herí ni maté a nadie, y eso que andaba montado con un muñeco (revólver)"
Según Marcos el día que menos se roba es el lunes. Ese día, por ser el día de las almas en pena, es respetado por un gran número de bandidos. Es una afirmación que resulta ser cierta. Según el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, de los días hábiles de la semana, es el lunes en el que se cometen menos hurtos, siendo el viernes el de mayor actividad delincuencial.
"Cuando uno coge el ritual de ir los lunes a rezarle a las almas, lo coge de costumbre y allá se reúne con sus amiguitos para pedir por lo suyo: su familia, la salud y también por las vueltas que se hacen; mejor dicho por los negocios, porque ese, aunque malo, es el trabajito de uno. Uno pide que no lo capturen nunca porque lo peor es caer en una cárcel...dígamelo a mí", contó Marcos.
Darío de Jesús oficia la misa en el camposanto de las fosas comunes hace más de 20 años. El dice que una bendición no se le puede negar a nadie.
Los delincuentes, según el exbandido, también le piden perdón a las benditas almas y a Dios por lo que se está haciendo. "Pero el billete que uno recibe es largo (mucho) y pues la plata corrompe y si es plata fácil pues corrompe mucho más...uno solo se da cuenta lo que está haciendo cuando cae en la mala, se voltea a mirar y está solo"
El 'sacerdote' Darío de Jesús le confirmó a KienyKe.com que efectivamente aquel lugar, conocido como el camposanto de las fosas comunes, es muy visitado por delincuentes.
Darío narró que una vez uno de los hombres que estaba rezando, se le acercó y le dijo:
- Padre, me puede hacer un favorcito
- Claro hijo, cuéntame- le respondió Darío de Jesús.
El joven, que no pasaba de los 25 años, se desabrocho la chaqueta, se metió la mano a la pretina del pantalón y dijo:
- Me bendice esto
Y puso sobre la pequeña mesita con la que Darío oficiaba su rito un revolver calibre 38
- Bendígamelo padrecito- le insistió el maleante.
El 'sacerdote' observó el arma y miró a los ojos del feligrés y le dijo
- Guarde eso mijo. No le puedo bendecir eso, pero a usted sí... que Dios lo bendiga y lo proteja...
- Amén parecito...
El lugar donde los bandidos de Bogotá se reúnen a rezar
Lun, 12/01/2015 - 13:55
Los pecadores, según el mandamiento del Dios católico, son perdonados y también logran entrar a su reino. Los malos, aquellos que cometen delitos y pecados, no son, nunca han sido y nunca serán e