“Taganga es un pueblo olvidado”, dice Pieriné Peñaranda, presidenta de la acción comunal del lugar. Sin embargo quienes la tienen muy presente son los miles de turistas, colombianos y extranjeros, que llegan al pueblo de pescadores a abandonarse en eternas noches de parranda. Lea También: Jessica, la mujer que escapó de una red de prostitución.
Lastimosamente el pueblo, una herencia directa de los indígenas Tayrona, ya no es famoso por la cultura de pesca o por su bahía, que, aunque descuidada, sigue siendo uno de los mejores lugares en Colombia para ver un atardecer.
Ahora, y desde hace unos años, Taganga es famosa por la rumba sin control, el permisivo consumo de drogas y la facilidad para conseguir sexo con mayores y menores de edad, dicen fuentes consultadas que por seguridad omiten su identidad; y así lo delatan también los reportajes que periodistas locales han realizado al respecto. Lea también: Prostíbulo El Castillo: “El parque de diversiones de los sinvergüenzas”.
Varias fuentes señalan que un grupo de extranjeros, de origen israelí, serían los amos y señores del pueblo, de la red de tráfico de drogas y del negocio de la prostitución. “Ellos son muy picantes”, dice un mototaxista de Santa Marta.
En las calles del malecón de Taganga la venta de drogas es más evidente que el comercio sexual. Se dice que la prostitución infantil es una problemática latente, sin embargo, el ICBF del Magdalena no tiene pistas de la situación. Lea también: Las trabajadoras sexuales que quieren tener su sindicato.
“En todo lado se escucha que hay niñas en la prostitución allá pero no tenemos un solo caso concreto. Cuando hemos ido a investigar la problemática de Taganga, no hemos encontrado menores de edad ni denuncias, no podemos atacar un problema que oficialmente no existe”, dice Cecilia Díaz, directora de comunicaciones del ICBF Magdalena.
Un paseo por el malecón
Lorena tiene 20 años. Es samaria y como buena costeña tiene esas curvas pronunciadas que encantan a los hombres. Es prostituta y ejerce el oficio hace varios años, desde que era menor de edad, así lo contó Miguel*, el taxista que me la presentó y que de paso fue el proxeneta de la noche. Su tarifa promedio son 60 mil pesos. “A un gringo le cobra de 100 para arriba. Depende de la cara del marrano” – dice Miguel – los precios para extranjeros pueden llegar a 200 mil. Lea también: El lucrativo negocio de las colombianas que se prostituyen en China (Parte I).
Apenas bajé del taxi y caminé dos pasos, un joven, que no tendría más de 18 años se me acercó y me preguntó “¿qué necesitas cachaco?”. No respondí a la pregunta.
Seguí caminado y antes de entrar a comprar una cerveza, otro hombre, con poco pelo, canoso y con muchas arrugas en el rostro, al igual que en sus manos, me preguntó, “¿qué busca primo: marihuana, coca, pepas?” Él fue más específico y le dije que me esperara mientras compraba mi cerveza.
Conseguir drogas en el pueblo de pescadores es muy fácil. En la bahía, donde está el comerció más fuerte y la zona turística más visitada, hay varios vendedores de drogas. Duré cuatro horas en Taganga y en ese lapso me ofrecieron sustancias ilegales nueve veces y mujeres solo una.
La tienda donde compré la cerveza, una de las principales de Taganga, era atendida por un hombre mechudo, de barriga pronunciada. Cobró de mala gana los dos mil pesos por la bebida, mientras que a otros clientes les vendía -sin ninguna cautela- dos ‘cueros’: papeles de arroz con los que se envuelve la marihuana, los cuales cobró a 200 pesos.
Ahí me di cuenta que conseguir droga en Taganga, si ese hubiese sido mi objetivo primario, sería muy fácil y no me equivoqué.
Al salir de la tienda el anciano me indicó sus precios: 4.000 por un ‘moño’ de marihuana cripi y 10 mil por una papeleta de perico.
A un extranjero le cobran el doble por los mismos productos, los cuales se ven consumir con tranquilidad a orillas de la playa sin que las autoridades aparezcan por el malecón.
Lorena
Hace parte de las decenas de mujeres que cada ocho días, viernes y sábado, llegan al pueblo de pescadores para vender su cuerpo a los cientos de turistas que llegan a Taganga para disfrutar de una noche de rumba.
Lorena vive en Santa Marta. No es de Taganga. Vive en un barrio de invasión de la ciudad. Es pobre. Y aunque no lo dijo, escogió la prostitución más por necesidad que por gusto. Esto lo confirmó Miguel, quien dejó ver que la conoce muy bien.
Las prostitutas que ejercen en el pueblo, según Pieriné, no son de Taganga. “Aquí cuidamos a las niñas del pueblo y no permitimos que se puteen. Es un pueblo pequeño, donde todos nos conocemos y entre comerciantes y habitantes intentamos cuidar a las niñas de aquí. Si vemos una niña de Taganga metida en un bar la sacamos para su casa”, narra Pieriné.
Tanto la prostitución como la venta de drogas son evidentes en Taganga. Pero es un problema del que a los tagangueros no les gusta hablar y mucho menos denunciar.
La líder comunal dice que están trabajando para quitarle el estigma a Taganga de ser un sitio de perdición, rumba y desenfreno; pero también denuncia que sin el apoyo de las administraciones locales, departamentales y nacionales, es imposible hacerlo.
Las autoridades de policía y administrativas son culpables de la actual situación de Taganga, denuncian varias fuentes consultadas por KienyKe.com. “Si la policía ve a un extranjero consumiendo drogas no lo detienen. Para ellos es muy engorroso judicializar a un extranjero y es más fácil no hacer nada o pedirles dinero para no actuar como autoridad”, dijo una persona que trabajó durante dos años en los bares de Taganga y fue testigo de esta denuncia.
Prostitución en Santa Marta y Cartagena
En Cartagena, según el último estudio del Proyecto de Salud Sexual y Reproductiva del Departamento Administrativo Distrital de Salud, tiene en sus calles 650 mujeres ejerciendo la prostitución, número que se puede incrementar fácilmente a unas 900 porque no se cuenta con el dato de prepagos, universitarias y menores de edad que ejercen el oficio por contacto telefónico o sin ser parte de listas oficiales, indicó la doctora Claudia Velásquez, directora de la dependencia.
En Santa Marta, según personal de la Alcaldía de la ciudad, ejercen la prostitución unas 300 mujeres. Al igual que en Cartagena, el número puede ampliarse con las prostitutas que ejercen el oficio en la categoría VIP, prepagos y solamente con citas telefónicas. Al menos el 30 por ciento de este número es el que llega a Taganga cada ocho días para ejercer la prostitución.
El contagio de VIH sida es una problemática que preocupa en Taganga. Según cifras oficiales, en la ciudad hay un notorio incremento año por año en las infecciones. La ciudad se encuentra en el tercer lugar en las cifras de contagio después de Barranquilla y Cartagena, según cifras del último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud.
En 2012 se notificaron en Santa Marta 36.2 casos por cada 100 mil habitantes, mientras que en Cartagena, para el mismo año, se reportaron 37.6 casos. En 2013 Santa Marta superó a la ciudad amurallada, que es considerado el mayor destino turístico sexual del país. Mientras que Cartagena reportó 27 nuevos casos por cada 100 mil habitantes, Santa Marta reportó 30.
Según la doctora Velásquez, del Departamento Administrativo Distrital de Salud de Cartagena, en la ciudad amurallada hay reportados a la fecha 2.200 infectados de VIH. En Santa Marta, según el último reporte oficial, emitido a finales de 2014, el distrito contaba con 1.205 personas contagiadas.
Según el doctor Gabriel Mejía, de la Secretaría de Salud de Santa Marta, en Taganga, basándose en la tabla epidemiológica de lo corrido de 2015, solo se han reportado dos casos de VIH.
Causas de la problemática
Según Pieriné, “aquí los pelaos crecen y dentro de las pocas opciones que tienen, entre ellas de ser orgullosos pescadores, como el 80 por ciento del pueblo lo es, se dedican a robar: roban a los turistas, les quitan las cámaras, los celulares… Lo hacen o por necesidad o porque toman el camino fácil para obtener los tenis o el celular que les gusta”.
“Ya ni dejan pescar en todos los malecones. Desde hace un par de años, para beneficio de los turistas, prohibieron la pesca en este que es un pueblo de tradición y cultura pesquera”, denuncia la líder local. Ese hecho ha traído más pobreza al pueblo y la pobreza arrastra a que los jóvenes sean ladrones y vendan drogas.
Los viernes, sábados y domingos de feriado a Taganga llegan prostitutas por montones. “Algunas son paisas pero la mayoría de ellas son costeñas”, fue una frase que me dijeron textualmente tres personas de la zona. Muchas son menores de edad, ese dato, aunque extrañamente no lo tiene referenciado el ICBF, sí lo tiene presente la policía.
Según varias fuentes, como un reportaje de El Tiempo, los responsables de la mayoría de negocios ilícitos en Taganta son, supuestamente, unos exmilitares israelíes que llegaron a Taganga hace más de ocho años.
Y la policía ¿qué dice?
La coronel Sandra Vallejos, actual comandante de policía de Santa Marta y que llegó a la capital del Magdalena luego de comandar Manizales, donde según fuentes de la institución dejó tras su paso una notable baja en las cifras de delincuencia, nos confirmó que sí tienen conocimiento de extranjeros delinquiendo en Taganga.
“Un señalamiento directo no lo puedo hacer porque me tocaría entrar a judicializarlos. No podemos ocultar la realidad. Hay extranjeros que llegaron a Santa Marta a delinquir y que están instrumentalizando niños, niñas y adolescentes en la venta de estupefacientes y en la prostitución. Estamos trabajando en eso. Ya tengo identificados sitios de expendio de estupefacientes y vamos a hacer los operativos respectivos”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente.
Prostitución y drogas, los karmas de Taganga de los que nadie quiere hablar
Dom, 09/08/2015 - 13:00
“Taganga es un pueblo olvidado”, dice Pieriné Peñaranda, presidenta de la acción comunal del lugar. Sin embargo quienes la tienen muy presente son los miles de turistas, colombianos y extranjer