
Megachile lanata es el primer registro que se tiene del ingreso de una especie exótica al país, desde que la abeja de la miel (Apis mellifera) fuera introducida por los jesuitas durante la conquista.
Se trata de dos hembras –una recolectada en La Guajira en 1990 y la otra en Magdalena en 1971– y un macho –recolectado en Remolinos (Meta) en 2015– que representan los primeros hallazgos para Colombia de esta especie, que ya había sido reportada para las islas del Caribe, pero no en territorio nacional. De hecho, fueron los únicos especímenes encontrados al revisar varias colecciones de insectos en Colombia.
Los tres especímenes de esta abeja proveniente del sudeste asiático se encontraron en las colecciones del Instituto de Ciencias Naturales y del Laboratorio de Investigaciones en Abejas (LABUN), de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), durante el desarrollo de un trabajo conjunto con la Universidad de Kansas. El profesor Rodulfo Ospina, director del LABUN, y el doctor Víctor González, de launiversidad extranjera, lideran la investigación.
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“Hace cuarenta años preservamos en el Laboratorio un inventario de la fauna de abejas del país, y hace dos años el doctor González, egresado de la U.N., empezó a estudiar el grupo de abejas Megachile, que son solitarias y muy importantes para la polinización”, recuerda el profesor Ospina como el punto de partida de la investigación que llevó a este relevante hallazgo.
“Megachile lanata, y en general abejas de la familia Megachilidae nidifican en cavidades preexistentes. Se cree que su introducción al neotrópico ocurrió por transportes de madera desde Asia”, explica Diego Guevara, estudiante de Biología de la U.N., quien también formó parte de la investigación, con Joanna Jaramillo, estudiante de maestría.
Aunque no se sabe con certeza cuando llegó al país esta especie, los registros de los investigadores indican que M. lanata puede haber estado por cerca de medio siglo sin que se le detectara, algo que no resulta sorprendente debido a que este tipo de fauna ha sido poco explorada en el país.
Para los autores, se trata de un hallazgo importante porque las especies invasoras pueden llegar a ser una de las mayores amenazas para la biodiversidad. “En el caso de las abejas, las especies invasoras pueden desplazar a las nativas al competir por alimento o sitios de nidificación. También pueden ser vectores de parásitos o alterar la polinización de plantas nativas o introducidas”, afirman.