“Nos inspira el Caribe, le apuntamos al propio pensamiento #todomono, y le damos valor a lo ‘corroncho’ a través del diseño”.
Así se presentan en Twitter Fernando Vengoechea y John Insignares, fundadores, gestores e impulsadores de Todomono, un taller de diseño que busca recuperar y perpetuar los íconos de la cultura Caribe. “Todomono es una filosofía que busca activar temas de la ciudad. Hacemos investigaciones sobre temas caribes, pero principalmente sobre Barranquilla, que es nuestra ciudad. Iniciamos con camisetas y ahora trabajamos todo tipo de productos”, explica Fernando.
Todomomo se llama también un discreto almacén situado en el norte de Barranquilla. Más que un almacén, es una galería de arte, una caja pintada de negro dentro de la cual los brillantes colores de las obras explotan y deslumbran al visitante. Desde aquí se concibe, se produce y se comercializan aquellos íconos que están presentes en el diario vivir de los barranquilleros. De esta manera son exaltados artísticamente elementos tan cotidianos como la silla mecedora de esqueleto de hierro y cuerdas de plástico, las máscaras y figuras de carnaval o el típico pick-up o “picó” que enciende la rumba en las esquinas de Quilla.
“Cada pieza, cada diseño, es la cotidianidad que vivimos. Una cotidianidad que para nosotros es muy importante pero para otros barranquilleros no lo es. Por ser una cotidianidad se vuelve algo monótono y aburrido y a veces es invisible, no la vemos. Entonces lo que hacemos con nuestros diseños es reactivar esa cotidianidad, es visibilizar eso que para otros pasa desapercibido” anota Fernando Vengoechea. Agrega que no se trata de una copia sino de una interpretación, de su visión personal de todos esos objetos, dichos y costumbres con los cuales han convivido desde niños.
Los temas no se agotan, como no se agotan las expresiones populares de Barranquilla. Todomono echa mano de todo aquello que tenga sabor local: dichos populares, los nombres pintorescos de rutas de transporte urbano –MaríaModelo o PradoLujo, por ejemplo- o la gastronomía. Este último tema le significó a Todomono la conquista del Premio Lápiz de Acero 2009 con su colección Corrientazo Mono. Consistía en una serie de camisetas que reproducían imágenes de platos típicos costeños, como un bollo de mazorca o un bocachico frito. “Aunque la persona nunca haya probado un bocachico, le gusta el diseño y compra la camiseta” dice John, agregando que aún quedan muchos temas caribes para explorar y explotar en su taller creativo.
A pesar de lo revolucionarios, los proyectos de Todomono van siempre de la mano de la tradición. La esencia permanece intacta y la producción siempre está a cargo de los artesanos: “Todo lo que ves aquí lo trabajan directamente en el taller artesanal. Nosotros nos sentamos con ellos y les explicamos que queremos hacer una reinterpretación de su trabajo, con otro diseño, y trabajamos juntos. Ellos siempre están abiertos a explorar nuevas cosas y aceptan, por ejemplo, utilizar colores que no acostumbran, u otras locuras nuestras”, dice Fernando Vengoechea.
La labor innovadora de Todomono no escapa a las críticas de algunos folcloristas ortodoxos, que no ocultan su recelo frente a estas nuevas formas. John se justifica diciendo que “La cultura va mutando con el paso del tiempo. Hoy con las redes sociales se habla de otro tipo de cosas. Es ahí donde nosotros nos movemos porque el proyecto se ha dado a conocer gracias a facebook y a twitter. Eso nos ha ayudad o llegar a muchas personas”. @Todomono en twitter, Todomono Diseño en Facebook y www.todomono.com son pues las principales vitrinas de este par de comunicadores sociales que por el amor a su ciudad y a su cultura terminaron en los terrenos del diseño, el comercio y la preservación cultural.
Apenas pasando sus 30 años, John y Fernando son también una especie de superhéroes protectores de lo poco que queda del patrimonio arquitectónico acumulado por Barranquilla en estos 200 años. Aunque con poco éxito, lamentablemente, emprenden batallas para evitar la demolición de edificaciones consideradas históricas para la ciudad, como aquellas del barrio Prado. “Aquí tumban las casas y no pasa nada. No hay política de conservación, no hay quien diga ‘esto es patrimonio’. Cuando creen una política de patrimonio va a ser muy tarde porque ya no habrá qué proteger”, afirma Fernando. Una de sus cruzadas exitosas, emprendida con otros ciudadanos, fue la recuperación del una vez famoso teatro Rex, que escapó de la demolición y hoy es un centro comercial. John agrega que en el campo del urbanismo Todomono tiene otra propuesta: “Estamos trabajando en un proyecto que se llama ‘Casas que nos Gustan’. Se trata de un inventario ilustrado de las casas que nos gustan, antes de que las tumben. Es guardar la imagen de esa casa que algún día, cuando pases, ya no vas a encontrar”.
A pesar de su entusiasmo por el patrimonio urbano de Barranquilla, Fernando y John no ocultan su desaliento al pensar sobre el futuro. La falta de voluntad política no permite buenos augurios sobre la conservación de la memoria arquitectónica de Curramba La Bella. Así, muy posiblemente, dentro de 100 años, gracias a Todomono, seguirán vigentes el “picó”, las máscaras de carnaval y las mecedoras de cable de plástico. De las casas que les gustaban a los barranquilleros de 2013 seguramente quedará el mero registro visual de las edificaciones que fueron testigos de lo acontecido durante los primeros 200 años de su ciudad.
Todomono, donde lo cotidiano se vuelve arte
Lun, 08/04/2013 - 07:27
“Nos inspira el Caribe, le apuntamos al propio pensamiento #todomono, y le damos valor a lo ‘corroncho’ a través del dise