
En 1968, la misión Apolo 8 capturó una de las imágenes más icónicas de la historia: la fotografía de la Tierra tomada por el astronauta Bill Anders. Esa instantánea marcó un antes y un después en la manera de ver nuestro planeta. Christina Koch, nacida once años después, creció con un póster de esa foto en su habitación. Aquel retrato del “planeta azul” la inspiró desde niña a soñar con convertirse en astronauta.
Hoy, ese sueño no solo se ha cumplido, sino que ha trascendido: Koch será la primera mujer en participar en una misión a la Luna, a bordo de la Artemis II de la NASA.
El equipo de Artemis II
La misión está programada para febrero de 2026 y tendrá una duración aproximada de diez días. La tripulación estará conformada por cuatro astronautas: Reid Wiseman (comandante), Victor J. Glover (piloto, primer hombre negro en viajar a la Luna), Jeremy Hansen (astronauta canadiense) y Christina Koch como especialista de misión.
El objetivo de Artemis II será rodear la Luna y abrir el camino para futuras expediciones que logren un alunizaje y, eventualmente, establecer una presencia humana sostenida en el satélite natural.
Los astronautas bautizaron su nave como Integrity (Integridad), un nombre que, según explicaron, representa valores como la confianza, el respeto, la franqueza y la humildad.

Koch: una vida marcada por los desafíos
Nacida en Grand Rapids, Michigan, y criada en Jacksonville, Carolina del Norte, Koch recuerda que los veranos en la granja de su familia le enseñaron disciplina y esfuerzo. Estudió Física e Ingeniería Eléctrica y trabajó en campos tan diversos como el Programa Antártico de Estados Unidos y el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins.
En 2013, fue seleccionada como astronauta de la NASA. Su carrera espacial ha estado llena de hitos: en 2019, participó en misiones de la Estación Espacial Internacional (ISS) y logró el récord del vuelo más largo realizado por una mujer, con 328 días en órbita, apenas 12 días menos que el récord absoluto de Scott Kelly.
“Estoy abrumada y feliz”, dijo al regresar a la Tierra en 2020, tras aterrizar en una cápsula en Kazajistán, marcando un precedente en la historia de la exploración espacial.

El simbolismo de la Luna
Para Koch, la Luna no es solo un objetivo científico, sino un símbolo de esperanza y unión para la humanidad. En entrevistas recientes, destacó: “La Luna no es solo un símbolo para reflexionar sobre nuestro lugar en el universo; es un faro para la ciencia y para comprender de dónde venimos”.
La astronauta también subraya que esta misión puede inspirar a nuevas generaciones, como a ella la inspiró el Apolo 8. Además, señala que la observación directa del satélite ayudará a responder grandes preguntas de la ciencia: “¿Estamos solos en el universo?”.
Un paso hacia el futuro
La misión Artemis II no descenderá en la superficie lunar, pero será un ensayo crucial para que la NASA prepare un alunizaje tripulado en próximas misiones. Tal como ocurrió en 1968, se espera que la visión de la Tierra desde el espacio vuelva a despertar en millones de personas un sentido de unidad y esperanza.
Para Christina Koch, que alguna vez soñó mirando una foto colgada en su pared, la misión será la oportunidad de devolver esa inspiración al mundo entero.