
Sobre la multinacional alemana Volkswagen estalló el escándalo empresarial del año.
La Agencia de Protección Medioambiental de los Estados Unidos (EPA) descubrió que el fabricante de vehículos había manipulado su sistema de regulación de emisiones de gases contaminantes, en los automóviles de modelos 2009 a 2015.
El truco era claro: un software había sido instalado en dichos carros con motores diesel. Cuando el vehículo es sometido a un examen de gases, que sirve para comprobar que cumple con las regulaciones sobre emisiones, el programa de fraude miente sobre la medición real.
La trampa fue encontrada por investigadores de la Universidad de Virginia Occidental, quienes descubrieron que esos carros emitían hasta 40 veces más óxido de nitrógeno, que causa smog, que lo permitido por las normativas. Lo curioso era que todos los carros Volkswagen pasaban la prueba de gases.
La multinacional, acorralada por la relevación, admitió su fraude y desató el escándalo.
Las filiales de la marca en Norteamérica, Europa y Asia comenzaron a detener la venta de los modelos fraudulentos. Volkswagen Canadá dijo que ha emitido una directiva a sus concesionarios para que deje de vender "todos los vehículos afectados a la espera de la resolución de esta materia".
En Estados Unidos, Volkswagen no informó hoy públicamente de la suspensión de las ventas de automóviles equipados con motores diesel de cuatro cilindros, pero medios locales dijeron que la compañía ha comunicado a sus concesionarios que dejen de vender los modelos 2015 y 2016 que tienen en sus inventarios.
El Gobierno alemán va a ordenar realizar nuevos exámenes de emisiones independientes a todos los vehículos diesel de Volkswagen comercializados en ese país y similar medida ha anunciado Francia y Corea del Sur.
El primer castigo para la multinacional es el desplome de sus ventas y sus acciones en la bolsa. En dos días ha perdido 37% de su valor bursátil en las negociaciones en Fráncfort.
“El peor escándalo del año”
La tormenta Volkswagen adquirió dimensión global luego de que hoy la multinacional admitiera haber amañado al menos 11 millones de carros en todo el mundo con ese sistema de fraude.
El anuncio motivó a un enérgico pronunciamiento del gobierno alemán, que pidió crear una comisión dentro del Ministerio de Transportes para realizar nuevos exámenes de emisiones independientes a todos los vehículos diesel de Volkswagen comercializados en su país.
Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, exigió hoy "transparencia total" y se mostró confiada en que en esta "compleja situación" estén "todos los hechos sobre la mesa lo más pronto posible".
La prensa europea coincide en calificar este como el “peor escándalo empresarial del año”.
Mientras se espera la dimisión del CEO, Martin Winterkorn, que algunos medios han pronosticado para este fin de semana, está claro que la cabeza del dirigente no es lo único que se le cobrará a la multinacional.
El Gobierno estadounidense emprenderá contra Volkswagen una acción penal que incluye multar a la compañía por el fraude con 37.500 dólares por vehículo fraudulento, lo que supondría una factura superior a 18.000 millones de dólares.
Las autoridades estadounidenses aseguraron que están investigando "la dimensión e implicaciones" de las acciones de Volkswagen y que tomarán "las acciones apropiadas" contra el fabricante alemán.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo que la Administración está "bastante preocupada" por las informaciones sobre el presunto fraude cometido.
Los verdaderos alcances del escándalo del año empresarial aún están por descubrirse, pero desde ya, en boca de Michael Horn, jefe de Volkswagen en Estados Unidos, hay una frase que describe la situación que enfrentará el gigante del automovilismo: "La cagamos por completo".