Aunque los líderes de la oposición encabezan desde hace más de un mes manifestaciones multitudinarias, no captan el malestar que existe en los sectores populares de Venezuela, dijo a Sputnik el activista de derechos humanos y miembro del Colectivo Surgentes, Antonio González Plessmann.
“Las manifestaciones de la oposición no han logrado politizar y captar el malestar de los barrios populares (asentamientos pobres y hacinados) contra el Gobierno; aunque han avanzado en esa dirección, aún en los barrios la movilización es mínima”, expresó.
La escasez de alimentos básicos, medicinas y productos de higiene y el abrupto incremento del costo de la vida, así como la inseguridad, son algunos de los problemas que más sienten los sectores de escasos recursos en este país.Sin embargo, argumentó González Plessmann, si bien la crisis económica alimenta la movilización no está en la agenda de sus líderes. Estos utilizan ese sentimiento para obtener su objetivo, que es llegar al poder, “la misma agenda existente desde 2001", observó. [single-related post_id="671111"] “Por eso creo que la gente que manifiesta se mueve más como parte de una agenda política que como respuesta a la crisis económica; aunque es evidente que la magnitud de la crisis económica alimenta la movilización”, agregó. Por otra parte, lo que une a la oposición es el antichavismo a través de la coalición de partidos Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pues esa “es la única expresión orgánica del liderazgo antichavista”, observó el sociólogo. PATRÓN DE COMPORTAMIENTO En cuanto a la violencia que se ha registrado en las últimas semanas y que ya deja 38 muertos y 717 heridos, González Plessmann aseguró que forma parte de un patrón de comportamiento que puede rastrearse desde 2001 al presente. “La oposición ha practicado, de manera alternativa y también de manera combinada, distintas formas de lucha: la legal, participando en elecciones, manifestando pacíficamente y activando canales institucionales; la insurreccional, como el sabotaje petrolero (de 2002), con las ‘guarimbas’, con el plan La Salida (de 2014); y la golpista, el 11 de abril de 2002”.
En este momento, y de manera coyuntural, la violencia se incrementó porque la oposición observa que se le han cerrado los canales de expresión electoral de su descontento, según González Plessmann.“En parte, por la percepción de bloqueo estatal al referendo revocatorio presidencial y en parte por el aplazamiento de las elecciones regionales”, añadió. La oposición intentó desde 2016 una convocatoria al referendo revocatorio del mandato presidencial, que fue suspendida por el Tribunal Supremo de Justicia, alegando supuestas irregularidades. [single-related post_id="678405"] Los partidos opositores también protestan porque el Consejo Nacional Electoral suspendió las elecciones de gobernadores, que debieron efectuarse el año pasado, y advierten que este año deben celebrarse además los comicios para alcaldes. González Plessmann concedió asimismo que “las muertes, por supuesto, producen indignación y removilizan”. A su juicio, esto cobra más fuerza si el discurso masivo visibiliza a las víctimas de un sector y hace invisibles a las del otro o a las que no forman parte directa del conflicto, “creando con ello una imagen diabólica del adversario”. Sin embargo, el sociólogo puso en duda “que haya mucha gente en el liderazgo de oposición jugando a la guerra civil, pues tienen claro que en ese escenario nadie gana”. En cambio, existen sectores pequeños y radicalizados, que generan un foco permanente de violencia y que se le va de las manos a una parte del liderazgo opositor. La respuesta de los cuerpos de seguridad no ha sido “en todos los casos y todo el tiempo de manera correcta”, y los excesos y los malos tratos han quedado registrados en decenas de videos, pero “es evidente que tienen instrucciones de no matar”, dijo. “Visto comparativamente, al menos con las manifestaciones en las que participé directamente y como activista de derechos humanos a finales de los 80 y en los 90, debo decir que es evidente una contención de la lógica represiva y, en algunos casos, el uso de tácticas democráticas de contención, incluso en situaciones en donde los cuerpos de seguridad han tenido una alta victimización”, dijo. Pero González Plessmann destacó que se han reiterado prácticas “lamentables” como el uso de metras y plomos, conocidos como “cuáimaros”, para disparar sin dejar huellas del arma en la munición. “Todavía hay mucho por hacer para contar con unos cuerpos de seguridad democráticos, entrenados en tácticas consistentes con los derechos humanos” dijo y lamentó que la reforma policial iniciada en 2006 esté “prácticamente detenida”. Esa reforma incluía un mecanismo de carácter nacional e independiente de las policías que permitiera procesar, investigar y enjuiciar las violaciones a los derechos humanos, así como el entrenamiento de los cuerpos de seguridad en protección de los derechos, conforme a la Constitución. DERECHO A MANIFESTAR El sociólogo abundó que muchas veces la violencia estalla cuando hay la intención de avanzar a zonas de la ciudad para las cuales los manifestantes no están autorizados o cuando se activan focos violentos. “En esos escenarios, ya no se trata de un ejercicio del derecho a la manifestación y se abre la posibilidad de un uso racional y proporcional de la fuerza por parte del Estado, para contener, siempre intentando minimizar los daños”, dijo. En tal sentido, consideró que el derecho a la manifestación pacífica no ha sido vulnerado en Venezuela. Con información de Sputnik