
En un gesto que sorprendió tanto a la opinión pública como a los asistentes de la edición número 59 de la Convención Bancaria en Cartagena, el ministro del Interior, Armando Benedetti, y la canciller de la República, Laura Sarabia, protagonizaron un simbólico reencuentro marcado por un beso y un cálido abrazo. Este saludo, captado por cámaras y ampliamente compartido en redes sociales, podría marcar el fin de una prolongada y tensa confrontación política entre dos de los funcionarios más influyentes del gobierno de Gustavo Petro.
El escenario de la reconciliación
El emotivo momento tuvo lugar en el Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala, durante uno de los eventos financieros más relevantes del país, organizado por Asobancaria. Más allá de su perfil económico, esta edición de la convención tomó un matiz político notable por la presencia de figuras clave de la oposición como Claudia López, Paloma Valencia, Francisco Barbosa y David Luna.
En medio de ese ambiente, Benedetti y Sarabia cruzaron miradas, se acercaron, y sellaron con un gesto de afecto lo que hasta hace unas semanas parecía una enemistad irreconciliable. El saludo fue interpretado como un mensaje de unidad en medio de un gabinete que ha estado marcado por divisiones internas, y una imagen que sin duda buscaba transmitir estabilidad de cara a las crecientes tensiones preelectorales en el país.
De la confrontación pública a la tregua privada
La historia entre Sarabia y Benedetti es larga y compleja. Sus diferencias se hicieron públicas desde mayo de 2023, cuando ambos fueron separados del gabinete tras el escándalo de las interceptaciones ilegales —conocido popularmente como el caso de las ‘chuzadas’— que involucró a Marelbys Meza, exniñera de Sarabia. En ese entonces, la ahora canciller se desempeñaba como jefa de Despacho y Benedetti era embajador de Colombia en Venezuela.
El conflicto se agravó con la filtración de audios en los que Benedetti lanzaba fuertes calificativos contra Sarabia, lo que detonó una ola de denuncias cruzadas. La situación llegó a un punto crítico en abril de 2025, cuando Sarabia acudió a la Fiscalía General con un expediente de siete folios, en los que lo acusaba de presuntos delitos como enriquecimiento ilícito y violencia de género.
Pese a la gravedad de los señalamientos, un acercamiento comenzó a gestarse semanas antes del evento en Cartagena. Según reveló la revista Cambio, fue Sarabia quien tomó la iniciativa de contactar a Benedetti, argumentando que sus disputas solo beneficiaban a los adversarios políticos del gobierno. Incluso se habría presentado antes de lo previsto al recinto de la convención para escuchar la intervención de su colega, como un gesto de buena voluntad.
Un gesto político con múltiples lecturas
El reencuentro no solo tiene un valor simbólico, sino también político. Con las elecciones presidenciales a la vista y una oposición fortalecida, el gobierno de Petro necesita proyectar cohesión interna. El abrazo entre Benedetti y Sarabia puede interpretarse como un intento por contener las fracturas que tanto han debilitado la percepción de gobernabilidad del Ejecutivo.
Este episodio también podría marcar un punto de inflexión en la carrera política de ambos. Benedetti, que asumió como ministro del Interior tras una serie de movimientos estratégicos dentro del gabinete, se ha convertido en pieza clave para las reformas del gobierno. Por su parte, Sarabia ha recuperado protagonismo internacional como canciller, especialmente por su trabajo diplomático en el caso de los colombianos detenidos en Venezuela.
Una tregua bajo la mirada de Petro
Cabe recordar que esta no es la primera vez que ambos funcionarios intentan recomponer su relación. Ya en noviembre de 2024 habían sostenido una reunión en la Casa de Nariño, con el presidente como testigo. Sin embargo, el gesto en Cartagena, visible y público, tiene un mayor impacto comunicacional. Envía un mensaje no solo al interior del gabinete, sino también a la ciudadanía, de que las diferencias pueden superarse en función de objetivos comunes.
Si bien todavía no está claro si esta reconciliación será duradera o simplemente estratégica, lo cierto es que el “abrazo de Cartagena” ya forma parte del imaginario político de este gobierno, como símbolo de una posible nueva etapa de unidad frente a los retos por venir.