Si algo caracterizó a
Fidel Castro fue su astucia política, y si algo identifica a Raúl es su capacidad para organizar instituciones, por eso es lógico que ambos pensaran en la necesidad de planear una
transición política antes de sus respectivas muertes.
De no hacerlo, corrían el riesgo de que los enemigos de la
Revolución aprovecharan la coyuntura de sus muertes para tratar de buscar una transición en el sentido deseado por los Estados Unidos y los cubanos de Miami.
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Por eso no se puede tomar la proclamación de una
nueva Constitución en Cuba como un hecho aislado: es el penúltimo paso de la transición, el último iniciará con la muerte de Raúl. No faltarán las dificultades.
Los pasos de la transición
El proceso de transición política empezó cuando
Fidel enfermó y le encargó provisionalmente el Gobierno a Raúl el 31 de julio de 2006.
En febrero de 2008, Raúl es elegido presidente del
Consejo de Estado sucediendo en el cargo a Fidel e implementando una serie de reformas que cambiarían la vida en la isla.
Las medidas del menor de los Castro, como era de esperarse, fueron calificadas como “significativas” por sus simpatizantes e “insuficientes” por sus detractores.
El
25 de noviembre de 2016 muere Fidel a sus 90 años y más allá de la tristeza y la felicidad que pudo causar la noticia, el sistema político cubano continuó con normalidad.
Los hermanos Castro siempre tuvieron claro que sin un relevo generacional ordenado, lento y dentro de la
institucionalidad creada por la Revolución, esta no podría sobrevivir.
Con ese criterio el 18 de abril de 2018 Miguel Díaz-Canel fue designado con el guiño de Raúl Castro como candidato único para la jefatura del Estado y ahora, casi un año después, el país está a punto de aprobar una nueva Constitución después de 43 años.
Cambios en la nueva Constitución
Según la Agencia Cubana de Noticias, “el
Proyecto de reforma constitucional fue aprobado en julio de 2018 y sometido a un proceso de consulta popular desde el 13 de agosto hasta el 15 de noviembre, con la participación de casi nueve millones de personas en 133 mil reuniones, resultado de las cuales fue modificado alrededor del 60 por ciento del articulado”.
Una de las modificaciones fue volver a incluir el término “
comunismo”, que no aparecía en el primer borrador, otra fue abandonar la definición de matrimonio (unión “
entre dos personas”) que le podía abrir las puertas al matrimonio gay.
Algunos cambios políticos
El borrador limita el periodo de Gobierno a cinco años con posibilidad de una reelección inmediata por cinco años más.
Según el Doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad Javeriana, Daniel Cubilledo, consultado por la Agencia Anadolu, este mecanismo “obliga a la renovación de dirigentes y altos cargos evitando los personalismos”, sin embargo “podría darse el caso de un o una dirigente muy capaz que, independientemente de la voluntad popular, tenga obligatoriamente por ley que abandonar el cargo”.6
Sin embargo, el experto considera “que es una medida positiva” teniendo en cuenta las peculiaridades del sistema político cubano, “donde solo existe un partido legal, el Partido Comunista” y “hay antecedentes evidentes de concentración del poder”.
Otro cambio importante es la aparición de la figura de presidente y primer ministro, cuando en la Constitución de 1976 estaba la de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Para Cubilledo esta decisión “puede contribuir a separar las funciones del ejecutivo (gobierno) y del legislativo (Jefe del Estado o presidente del país, como figura elegida por la Asamblea Nacional del Poder Popular, máximo órgano representativo).
Según él, esto es importante ahora porque “ninguno de los dos cargos será ocupado por figuras de la llamada generación histórica”.
Algunos cambios económicos
La nueva Carta Magna reconoce al mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera esperando que se impulse el crecimiento de la economía del país embargado por EEUU, sin embargo surge la pregunta ¿qué tan compatible con estas reformas es un sistema que tiene como horizonte el comunismo?.
Daniel Cubilledo considera que el carácter del sistema y la sociedad seguirá siendo socialista “mientras los medios fundamentales y estratégicos de la producción sean de propiedad social (estatales); se mantenga el papel dirigente del Partido Comunista y el Estado siga garantizando los derechos sociales básicos considerados como los logros históricos de la Revolución (salud y educación universales y gratuitas, entre otros)".
De otro lado, recordando los debates históricos sobre “la construcción socialista”, Cubilledo plantea que “la esencia del capitalismo es la hegemonía de la propiedad privada”, pero que “el mercado o los mercados han existido con anterioridad al capitalismo”.
Es decir, “puede existir [el mercado] en el socialismo en combinación con la planificación y la regulación del Estado. El propio Marx afirmó que el socialismo es la última sociedad con mercado, no la primera sin él”.
Entonces si bien pueden existir algunas contradicciones, “se espera que sirvan para generar más riqueza y satisfacer las demandas de la población en el terreno de la economía, donde no cabe duda que existen muchas carencias e insatisfacciones”, concluye Cubilledo.
Ahora la nueva Constitución, que incluye algunos cambios sin tocar la estructura del sistema político cubano, pretende desligar las instituciones de los liderazgos históricos y carismáticos de los hermanos Castro, para que cuando llegue la muerte de Raúl el sistema se valga por sí mismo.
La nueva Carta Magna se someterá a referendo este domingo 24 de febrero y de aprobarse, tendrá 229 artículos, 11 títulos, dos disposiciones especiales, 13 transitorias y dos finales, según informa la Agencia Cubana de Noticias.
La Constitución anterior, de 1976, fue aprobada vía referendo con el 97,7% de los votos.