El Partido Conservador atraviesa una de sus mayores tensiones recientes: peleas por el manejo interno, acusaciones cruzadas de injerencia política y la renuncia de su presidenta, todo en plena preparación de las elecciones de 2026.
Antecedentes: la era de Nadia Blel
La senadora Nadia Blel Scaff asumió la presidencia del partido el 25 de julio de 2024, convirtiéndose en la primera mujer en liderar la colectividad en 175 años. Llegó tras la salida de Efraín Cepeda, quien pasó a la presidencia del Senado, y se declaró defensora de la independencia del partido frente al gobierno de Gustavo Petro. Bajo su liderazgo, el conservatismo mantuvo una posición de oposición moderada, fue clave en el archivo de la reforma a la salud y se preparó para las elecciones de 2026.
Con el avance de 2025, sin embargo, la organización de las listas al Congreso y la definición del candidato presidencial empezaron a fracturar internamente al partido.
Rumbo a 2026: organización y choques internos
No había claridad sobre el mecanismo para escoger un candidato único a la Presidencia. El senador Efraín Cepeda, uno de los nombres más fuertes, manifestó su inconformidad y dejó de asistir a reuniones del Directorio Nacional, lo que afectó también la construcción de las listas legislativas.
En paralelo surgieron críticas por la inclusión de aspirantes cuestionados en las listas al Congreso, como el caso de Wadid Mansur, lo que abrió un debate sobre los criterios éticos y de selección de candidatos. Blel defendió el principio de presunción de inocencia y recordó que la última palabra sobre la habilitación de cualquier aspirante corresponde a las autoridades competentes.
Pulso por la candidatura: Cepeda vs Córdoba
El punto crítico llegó cuando el Directorio, que inicialmente planeaba proclamar a Cepeda como candidato único, decidió ampliar el plazo de inscripciones hasta el 1 de diciembre de 2025. Esa decisión permitió la entrada del excontralor Carlos Felipe Córdoba como precandidato de última hora.
Cepeda denunció supuestas presiones externas y habló de un intento de “toma” del Partido Conservador por sectores cercanos al gobierno. La renuncia de Juan Pablo Cepero al Consejo de Control Ético y los reparos de la Veeduría sobre la legalidad de la votación que habilitó la prórroga mostraron que la disputa ya no era solo política, sino también reglamentaria.
Desde la otra orilla, Nadia Blel defendió al Directorio, negó cualquier injerencia del gobierno y aseguró que todas las decisiones se tomaron según los estatutos, con el objetivo declarado de fortalecer la colectividad y mantenerla en la oposición al proyecto de Petro.
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Precandidatos y fractura de apoyos
El proceso cerró con cinco precandidatos:
- Efraín Cepeda, figura tradicional del partido.
- Carlos Felipe Córdoba, excontralor que se presenta como opositor firme a Petro.
- Juana Carolina Londoño, representante que impulsa una Convención Nacional más abierta.
- Rubén Darío Lizarralde, exministro, crítico del ingreso tardío de Córdoba.
- Carlos Velásquez, coronel retirado con énfasis en temas de seguridad.
Córdoba logró el apoyo de al menos 17 representantes a la Cámara, respaldado por varios caciques regionales, mientras que Cepeda conserva el soporte de sectores tradicionales. El partido quedó dividido entre un bloque más pragmático, dispuesto a abrirse a una figura externa con proyección nacional, y otro más institucionalista, reacio a ceder el control del sello conservador.
Renuncia de Nadia Blel y desafíos inmediatos
En este contexto, Blel anunció su renuncia a la presidencia del partido a partir del 16 de diciembre de 2025, argumentando que quería competir al Senado en igualdad de condiciones y evitar el doble rol de árbitra y candidata. En su mensaje insistió en la unidad, la participación de las mujeres y el respeto a las reglas internas.
La salida de la primera mujer en dirigir el Partido Conservador no resolvió la crisis, pero buscó bajar la tensión y dar garantías a todos los precandidatos. Ahora, la colectividad debe definir el mecanismo de elección de su candidato presidencial y recomponer la cohesión interna antes de la consulta interpartidista de marzo de 2026, en la que intentará seguir siendo un actor relevante de la oposición.
