¿Se profundizan las fisuras en el uribismo?

Dom, 23/09/2018 - 05:29
Las repercusiones sobre el doble discurso evidenciado en la Plaza de Bolívar por parte del presidente de la República, Iván Duque, y el presidente del Senado, Ernesto Macías, están lejos de acaba
Las repercusiones sobre el doble discurso evidenciado en la Plaza de Bolívar por parte del presidente de la República, Iván Duque, y el presidente del Senado, Ernesto Macías, están lejos de acabar. A medida que avanza la nueva administración en el país, más sectores de la opinión pública ponen el dedo en la llaga sobre la posibilidad de que el hoy mandatario sea el nuevo "traidor" de Álvaro Uribe Vélez, como lo fue desde 2010 el saliente expresidente Juan Manuel Santos.  El pasado viernes 21 de septiembre, se trató del columnista Ricardo Silva Romero, quien en el diario El Tiempo escribió: "Pronto graduarán a Duque de traidor. Estoy hablando de ciertos políticos contrariados e improvisados del Centro Democrático, su partido: que, peritos en ver la paja en el ojo ajeno y en decir lo que van a pensar, pasarán por alto que el presidente del Senado empobreció con su resentimiento la tormentosa posesión del 7 de agosto, que el ministro de Defensa suele estigmatizar la protesta social como un estadista de cafetería, que el ministro de Hacienda sigue pensando en voz alta en una reforma tributaria que el Gobierno no ha asumido".  El también escritor agregó que Duque "seguirá haciendo la tarea mínima, de republicano, de guardar las formas: llamará a la unidad contra la corrupción, entenderá que este país tiene que convivir con el mundo, considerará a Timochenko como un interlocutor para que sea claro que en Colombia nadie debe –nadie debería– acudir a las armas para abrirse paso. Pero estos copartidarios, lengüilargos e impacientes con la democracia, seguirán saboteándolo hasta que sea claro que no se oponen al gobierno de turno sino al Estado. Y otra vez tendremos una presidencia que encontrará alivio en esos críticos que sin embargo esperan que este edificio precario –este país renegado– no se venga abajo". Se trata de otra voz que se suma de manera reiterada a aquellas que señalan que el estilo conciliador de Duque y su llamado a mantener la apuesta por la reconciliación de los colombianos, está generando inconformismo pero precisamente de parte de los sectores políticos que lo auparon para llegar al poder. 

Signos evidentes de fisura

¿Pero realmente hay fracturas dentro del uribismo o se trata simplemente de una forma de hacer presión mediática sobre el Gobierno? Kienyke.com consultó con expertos para saber su interpretación de la actual coyuntura.  En opinión de Felipe Buitrago, politólogo y docente de la Universidad de Antioquia, "es innegable que hay una división en el oficialismo actualmente. Hay un ala más moderada de Gobierno frente a un ala más radical que está propendiendo por una separación".   Antes de continuar con su explicación, el experto aclara un concepto que le parece relevante: "No es que Duque se esté apartando del partido de Uribe, sino es que más bien que el exmandatario no está al lado de Duque. Esa es la gran decepción que han tenido los uribistas, comenzando por hechos como que la cúpula militar no se ha renovado, a pesar que desde el primer día Duque aludió a la necesidad de hacer eso".  Carlos Builes, docente de Ciencia Política de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), coincidió en esa idea: "El presidente Duque tiene el liderazgo dentro de una corriente en el Centro Democrático, esta representa alrededor del 35% del partido y quiere dominar. Hay entonces una lucha de poder interna, porque hay que considerar que paralelamente hay otra facción representada por Fernando Londoño".

Escenarios distintos 

No obstante este consenso sobre las evidentes fisuras en el partido de Gobierno durante el inicio de la actual administración, son divergentes las interpretaciones de los analistas respecto al resultado que implicaría esta situación. Para Buitrago, si Duque no toma en el corto plazo una estrategia para mitigar las tendencias al distanciamiento interno, serán cada vez mayores los signos de una precaria gobernabilidad para su coalición.  "Uno esperaba que Uribe estuviera gastando más tiempo en Casa de Nariño y aconsejándolo más. En estas cortas semanas de Gobierno, lo que se ha visto es una total falta de experiencia para el manejo de lo político. Desde la teoría política, claramente Duque no está hoy acompañado por la cabeza visible del uribismo, que es Álvaro Uribe. Siento que está sucediendo algo muy parecido a lo que pasó con Santos. Le dejó esa autonomía pero el mandatario empieza a actuar de una manera más individual. Eso podría llevar a una crisis en su gobernabilidad", afirmó.  "Si Duque quiere mitigar esta situación debe dar gusto al uribismo, porque si quiere seguir dando gusto a todos los sectores la situación de fracturas internas se complicaría más", concluyó.  Por su parte, Carlos Builes tuvo una opinión completamente distinta. Para el politólogo de la UPB, Duque ya fue astuto en garantizar el mecanismo para que ese escenario no se produzca. "El presidente ya zanjó de manera pragmática esa división: los principales Ministerios se los entregó al bloque fuerte del uribismo (Hacienda, Defensa, Interior, Relaciones Exteriores y Justicia). Esa ruptura no se va a dar porque ya él compartió cuotas e hizo una 'coalización' con las distintas facciones del CD. Él dice 'yo soy el último que tiene la palabra y toma las decisiones', pero también cedió en esos ámbitos". Otro argumento de Builes es la propia naturaleza, ideología y organización del Centro Democrático. "Esta vez no pasaría exactamente lo mismo que en 2010, porque si bien el presidente Santos heredó avales del uribismo, no existía entonces el CD. El partido hoy tiene mucha más organización ideológica e institucional, lo que es distinto a lo que era La U por entonces. No se me hace que vaya a haber una ruptura, sino más bien seguirán las pugnas internas, que son sanas para la democracia". De cualquier forma, esos debates internos seguirán dando pie a que se señalen las fracturas dentro del uribismo, coyuntura que mantendrá una bruma de duda sobre el nivel de respaldo que tiene el mandatario entre el partido que lo llevó al poder. 
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