En el plano digital ya van varios días de discusión por cuenta de las declaraciones de la escritora Carolina Sanín sobre la población trans, ya que en numerosas ocasiones ha declarado que considera erróneo el hecho de que las personas trans sean consideradas legalmente como mujeres. Una opinión que le mereció una intensa lluvia de críticas que se extiende hasta hoy y que de hecho le valió ser mencionada en un estudio sobre el lenguaje “tóxico” y la transfobia en redes sociales (que ya se retractó de sus conclusiones).
El estudio en cuestión, usado una y otra vez en contra de Sanín, fue el “Monitoreo de la lupa digital y el barómetro de la xenofobia sobre lenguaje tóxico hacia las personas trans”, realizado por las organizaciones Linterna Verde, Inspiratorio y Barómetro de la xenofobia. Una revisión en la que se monitorearon un buen número de cuentas de Twitter entre el 1 de mayo y el 15 de septiembre, para dibujar cómo se está dando la discusión sobre transfeminismos en esta red.
En ese marco, los investigadores hicieron énfasis en el periodo del 24 de agosto al 15 de septiembre, cuando se habría desarrollado una fuerte discusión entre varias personalidades locales por cuenta de las publicaciones de la escritora Carolina Sanín sobre las trans, asegurando que se aumentaron las menciones a cuentas identificadas como pertenecientes a esta población. La tendencia era clara: cuestionar su identidad de género.
“En el número de menciones a estas cuentas identificamos que hubo un periodo en el que estuvieron especialmente expuestas a menciones que como se ve en el pico resaltado en rojo entre agosto 24 y 15 de septiembre. En donde Carolina Sanín publicó varios tuits cuestionando el concepto de género y los lugares desde donde se construye la experiencia de ser mujer”, señaló el estudio.
Entre los argumentos de los que ahora se retracta el estudio, se decía que los mensajes de Carolina Sanín sobre la población trans generaron una cantidad importante de mensajes directos y menciones a estas personas cuestionando su identidad de género. En total, un 0,6% de las menciones a personas trans en Twitter durante ese periodo fueron para ese fin, mientras un 3,4% corresponde a mensajes tóxicos y un 95% a mensajes de apoyo (aunque, eso sí, no se aporta prueba alguna que pueda relacionar a la escritora con ese comportamiento).
De acuerdo con esas organizaciones, mensajes “tóxicos” se refieren a los dirigidos “a las cuentas de lideresas seleccionadas, con contenidos agresivos, irrespetuosos o poco razonables”. No obstante, en ningún momento se arguye que Carolina Sanín haya manejado un lenguaje transfóbico.
Lo que sí se dice, es que los mensajes “tóxicos” contra la población trans encontraron apoyo en la argumentación de la escritora: “Se evidencia una radicalización y lenguajes violentos hacia las cuentas trans, que retoman, citan y encuentran sustento en los argumentos que se están planteando desde varias de las publicaciones en Twitter de Carolina Sanín”.
Los puntos clave o temáticos eran prácticamente los mismos: la percepción del feminismo trans como un machismo que pretende eliminar a la mujer biológica, la constante referencia a la genética para invalidar su identidad de género como mujeres trans, entre otros puntos clave que sirven como evidencia del importante escenario de discusión identitario que constituyen las redes sociales.
No obstante, más allá de esos temas de fondo, también sale a la luz cómo rápidamente una conversación en Twitter puede salirse de control, derivando en expresiones de odio en contra de una población específica. Esto, pues una gran parte de los mensajes citados por el estudio corresponden a cuestionamientos agresivos y lejanos a la argumentación.
“¿Mujer? ¿Ovulas? ¿Menstruas? ¿Puedes quedar embarazada? Te percibes mujer que es distinto pero de ahí a serlo es un trecho imposible. Respeto la diversidad pero las cosas como son, tu orientación sexual es muy diferente a tu género”, dice uno de los mensajes dirigidos a una persona trans, citada por el estudio.
Carolina Sanín y una discusión de muchas aristas
En un comunicado posterior, ya con el escándalo en auge, la organización Linterna Verde emitió un comunicado sobre el tema de Carolina Sanín, asegurando que no son activistas o impulsores de causas políticas y que lamentaban que el documento final de su investigación hubiese individualizado y expuesto de “manera desproporcionada a Carolina Sanín”.
“A partir del monitoreo realizado no es posible inferir ni concluir que los tuits de Carolina Sanín en el debate sobre transfeminismos sean la causa de un aumento en el lenguaje tóxico o la violencia digital contra la población trans. Atribuirle a ella cualquier tipo de responsabilidad resulta equivocado y riesgoso”, señaló Linterna Verde, precisando que las conclusiones de eso surgieron de simplificaciones metodológicas y decisiones apresuradas.
No obstante, lejos de todo ello, lo cierto es que las posiciones de Carolina Sanín han producido un profundo debate intelectual feminista en Colombia, sobre si las mujeres y personas trans deberían ser identificadas con la identidad de género con la que se sienten naturales. Conversación en la que incluso ingresó una feminista de la talla de Florence Thomas, quien se limitó a pedir “prudencia” para referirse a estos temas de las limitaciones identitarias.
Sin embargo, una en la que también Carolina Sanín ha insistido en su posición, asegurando que esta lucha hace parte de la agenda global del feminismo de la actualidad, citando un caso de España en el que unas mujeres protestaban por lo que para ellas significaba un intento de borrar legalmente a la mujer biológica (al reconocer como mujer a la mujer trans).
Sin embargo, en la actualidad una nueva cabeza emerge de esta conversación y tiene que ver con la censura, ya que el caso de Carolina Sanín ha generado tanto revuelo que, según denunció la escritora, la editorial que compró dos de sus libros para México decidió no publicarlos por sus posiciones sobre la población trans. Acto que para Sanín sienta un “precedente tenebroso”, ya que los libros ni siquiera tienen que ver con la temática.
“De hecho firmaron el contrato e incluso pagaron el anticipo (y hace un par de años ya), de modo que nada tiene que ver con el contenido de los libros. Se trata de cancelación de la persona, de eliminación de la persona”, señaló la escritora, quien sigue firme en su posición y extiende hasta hoy este profundo debate sobre los márgenes de la identificación de género en la sociedad.
