Internet satelital, el sueño que se le esfuma a Colombia

Mié, 04/08/2021 - 15:42
Según el exalcalde de Medellín, Luis Pérez, la nueva pobreza de Colombia es la tecnológica. La baja cobertura de Internet, que hoy no supera el 70%, incrementa las desigualdades entre los ciudadanos.

Se dice por ahí que lo que no está en Internet no existe. Una realidad bastante cruel, aunque no por ello menos cierta, sobre todo en un país como Colombia en el que aún no se alcanza el 70% de conectividad en todo el territorio. Eso, mientras que la migración digital de la economía y la vida pública en general se da a pasos agigantados, según indicó en su columna “Internet para toda Colombia con un satélite” el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, Luis Pérez. 

El propio presidente Iván Duque afirmó en la inauguración del Centro de Monitoreo y Analítica de Datos del Ministerio TIC, el pasado 13 de julio, que “Colombia estaría por encima del 70 % de conectividad en 2022”. Una cifra para muchos insuficiente debido a la actual coyuntura de pandemia, del teletrabajo, de la virtualidad comunicativa y del ocio digital. 

Lo cierto es, que detrás de toda esta problemática se esconden años de abandono estatal, de desarrollo centralizado que no prioriza la ruralidad y de un conflicto armado que dificulta llevar cosas como la internet a los territorios. Así, de forma anacrónica, mientras el mundo se vuelca a las más sorprendentes revoluciones digitales, existen municipios en el país en el que hasta ahora se les está asegurando una conexión fija de internet. 

Bien lo dice Pérez en su texto: “ Los indicadores de pobreza evolucionan. No se ha logrado combatir la pobreza tradicional, y ya estamos ante una nueva pobreza, y peor: la Neopobreza Tecnológica (...) Quien no tenga Internet es pobre. Quien tenga aparatos tecnológicos vetustos es pobre. Quien no tenga acceso a las redes de información no puede ejercer sus derechos fundamentales”. 

Nada más cierto. En Colombia, por ejemplo, hoy por hoy las citas médicas funcionan de forma mucho más ágil por internet que por teléfono, incluso se ha empezado a implementar software que permite a los usuarios pedir citas por Whatsapp. Algo que antes requería largas llamadas a las eps o (en el peor de los casos) dirigirse hasta el centro médico para su asignación. 

De igual manera, la comunicación con las entidades gubernamentales, con las empresas, la asignación de citas para un determinado documento, la apostilla de distintos papeles para trámites migratorios o el pago de los servicios públicos y demás obligaciones financieras, hoy en día se hace mucho más fácil a través de Internet. Incluso el simple hecho de leer un periódico ya puede ser algo obsoleto, pues con la migración digital la prensa es más inmediata que nunca y produce cientos de noticias por minuto. 

“Para participar en la vida pública es necesario estar conectado a internet. (...) Osea, la neopobreza es peor que la otra pobreza tradicional. Sin compasión ninguna, esta señala de fracasado a quien no tiene buena tecnología, y de ahí viene la exclusión, la discriminación y hasta las risas.  Los procesos urbanos de las ciudades separan sin misericordia a los desplazados de la tecnología de los demás ciudadanos”, señala Pérez. 

Las preguntas que quedan detrás de todo ello son: ¿Acaso la democracia, esta nueva democracia, permite marginar sectores de la población al unísono del himno de la democratización digital? ¿Esos derechos ganados con la llegada de la Internet tienen límites? ¿Para quiénes?

De acuerdo con el texto del exgobernador, el solo hecho de que Internet sea la base de la transformación digital debería ser suficiente para volcar todos los esfuerzos para alcanzar el 100% de cobertura. “Internet debe ser como el Sol: que alumbre para todos, sin excepción. Sin acceso universal a internet, es imposible imaginar la igualdad”, asegura. 

Algo todavía más impensable hoy en día con los confinamientos, con el aislamiento y los salones que duraron vacíos durante tanto tiempo por la pandemia mientras que los niños buscaban la manera (cuando podían) de asistir a sus clases virtuales. Quizá esa era, en síntesis, la urgencia de volver a la presencialidad; porque sin ella la educación universal en Colombia no es viable. 

Internet satelital para los colombianos

 

El pasado 30 de julio, el presidente Iván Duque promulgó la Ley de Internet como servicio público esencial y universal, en medio de un evento en el municipio de Arroyohondo, departamento de Bolívar, en el que también el Gobierno se encontraba entregando tarjetas SIM con voz e Internet gratis a emprendedoras y estudiantes como parte del programa NavegaTIC.

En su alocución, acompañado por la ministra de las TIC, Karen Abudinen, el mandatario afirmó: “Con esta ley, la Internet pasa a convertirse en un servicio público esencial. Esto quiere decir que su importancia y necesidad para los colombianos es equiparable con el agua, la luz y el gas".

Lo cierto es que no podría tener mayor razón. La Internet es la clave del desarrollo regional y es la razón, precisamente, de que en Colombia políticos como Luis Pérez planteen que la solución más viable es que el país se proponga tener su propio satélite y de esta manera logre proveer conectividad a la totalidad de su territorio. Algo que califica como un acto de “justicia”.

“Es urgente lanzar un satélite dedicado a darle Internet a todo el territorio colombiano. Es un acto de justicia y de prosperidad. Que todos los colombianos tengamos internet es el mínimo acto de justicia social. No más campesinos y gente de bajos recursos o zonas aisladas sin acceso a Internet”, pide el exfuncionario en su columna.

Además, como bien lo evidencia Pérez, tampoco se trata de una solución inviable desde el punto de vista económico, ya que varios gastos anteriores relacionados con el aumento de la red de conectividad podrían fácilmente haber costeado esta hazaña.

“Para llevar el internet a 10.000 colegios de Colombia, el Mintic se iba a gastar $2.1 billones de pesos, que es lo que cuesta la mitad de un satélite para todo Colombia o serviría para poner en órbita varios nanosatélites que cubrirían el 100% de las grandes regiones de Colombia. Con esos $2.1 billones, una empresa de internet satelital, con una buena gestión de la presidencia, podría ofrecer cobertura de internet satelital por buen tiempo en todo el territorio colombiano”, señala.

Por esa razón, considera, la ignorancia “de los gobernantes están dejando a Colombia en la cola de las oportunidades” y se “necesitan gobiernos que no roben ni se dejen robar”. Gestiones administrativas y ejecuciones visionarias que a la larga permitan a colombia alcanzar esa meta de ser la “Silicon Valley sudamericana” y no seguir viendo a la Internet satelital como un sueño esfumado.

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