Los Premios de Entretenimiento Africano (AEAUSA, por sus siglas en inglés), amanecen en polémica por cuenta del nombramiento al colombiano J Balvin como artista Afro-Latino del año. Esta ceremonia se define como “los premios de entretenimiento más grandes de África” (aunque su origen se localiza en Nueva Jersey, Estados Unidos) y su fin principal es “apoyar, celebrar y elevar el entretenimiento africano”.
Por supuesto, esto ha dado lugar a una polémica de grandes quilates, que se enmarca en la más reciente controversia del cantante paisa por su canción “Perra”, señalada de misógina y hasta racista por cuenta de unas escenas del videoclip original en el que aparecían mujeres afro con correa siendo literalmente paseadas por J Balvin.
Los otros nominados a esta categoría de los AEAUSA, que según su web conciben al entretenimiento como “una plataforma para mostrar una África unida, autosuficiente y dispuesta, capaz de evocar el cambio social que más importa en las comunidades africanas de todo el mundo”, eran Bad Bunny, Japanese, David L, Nacho, Sami Boy, The Ganez e Iza. Nominaciones que dejaron un sabor agridulce para muchos por la poca presencia de personas afrodescendientes.
Mirando el tema desde el lado amable, la representación de la cultura afro en el mundo del entretenimiento (música, cine, televisión, etc.), generalmente se ve desde una perspectiva de la representatividad, participación equitativa o presencia de elementos que de una u otra manera le dan pantalla a tradiciones invisibilizadas en el historial de una industria cultural hegemónica y excluyente. Por ende, sin importar el color de la tez del intérprete, la temática de la música, lo representado en el videoclip, los atuendos utilizados y hasta las características del beat, pueden marcar un precedente disruptivo.
Lo cierto es, que a comparación con otros artistas, J Balvin siempre ha tenido la capacidad para evitar la casilla de la “apropiación cultural”, que entre otras cosas significa que una persona que no hace parte de determinada cultura, se apropie o utilice elementos de la misma. Sin embargo, este concepto tiene unas condiciones basadas en el respeto y el entendimiento de lo que se usa, razón por la cual elementos africanos en el video de “Mi Gente” o la utilización de sombreros chinos en el videoclip de “Amarillo” no han sido objeto de polémica.
Lejos de ello, en este caso fue diferente y varios se preguntaron por la pertinencia de este premio luego de la polémica por la representación de la mujer afrodescendiente como una “perra” con correa (siendo las únicas de todo el video que salían de esa forma).
Una de las que rechazó el nombramiento fue la cantante, compositora y rapera colombiana Mabiland, una de las más representativas de la escena latinoamericana según el Observatorio Transoceánico, quien además hizo un llamado al artista para que abandone la apropiación cultural (pues muchas de las críticas iban encaminadas no tanto a su nombramiento, sino al hecho de que haya aceptado el premio).
Otra que se pronunció fue la cantante Goyo, de la agrupación ChoQuibTown, quien señaló que por cosas como estas no cree para nada en este premio. En el fondo, la pregunta que se hacían cuestionaba si este era el espacio y el momento ideal para premiar a J Balvin ¿Acaso no existen categorías y premios más adecuados para premiar al paisa por su trabajo? Y quizá lo más importante, ¿un historial de representatividad pesa más que una situación que humilló e indignó a la comunidad afrodescendiente?
Ser afrodescendiente, ¿una elección para figuras públicas?
La situación con J Balvin generó una controversia tremenda en redes sociales, donde en este mismo momento cientos de personas se enfrentan por atacar o defender al artista. Precisamente, uno de los argumentos a favor del paisa es que el premio es otorgado al mejor artista “afro o latino” y no “afro latino” del año. Sin embargo, este argumento de plano es erróneo ya que el término se refiere a los afrolatinoamericanos, que como su nombre lo indica son personas de Latinoamérica que tienen ascendencia en su mayoría africana.
No obstante, quizá el comentario que más resalta en medio del rifirrafe es que “no necesariamente necesita ser negro de piel para ser afro”, lo cual es una idea generalizada entre los comentarios y que en realidad es incorrecta, al tiempo que desdibuja y desconoce años de lucha en contra del racismo y la discriminación en el continente. Un territorio en el que, por cierto, tener determinado color de tez puede acarrear diferencias importantes en términos de oportunidades y calidad de vida.
De acuerdo con las Naciones Unidas, “tanto los descendientes de los africanos transportados a las Américas durante la trata transatlántica de esclavos hace muchas generaciones, como los que se han trasladado más recientemente a esa región, a Europa y Asia, e incluso dentro mismo del continente africano, constituyen uno de los grupos más marginados. Son un grupo de víctimas en concreto que continúan siendo discriminados como legado histórico de la trata transatlántica. Incluso los afrodescendientes, cuyos antepasados no han sido esclavos, sufren el racismo y la discriminación que todavía subsisten”. Una cruz bastante difícil de cargar y mucho más de apropiar.
Si fuera por eso, sería igual o más curioso el caso de la candidata al Congreso que aseguró que “eligió” ser negra entre sus muchas raíces étnicas y culturales. Como si elegir ser parte de una población históricamente discriminada pudiera ser una opción y si como ello no implicara a su vez asumir las banderas de luchas históricas avanzadas por el pueblo negro ¿O es que acaso existe una licencia para que artistas y personalidades públicas puedan “elegir” ser negros?
Resulta además curioso, que la organización que otorgó el premio se pronuncie afirmando que el premio “no está basado en la raza, sino en la contribución a la cultura africana”, cuando su base está en celebrar precisamente el “entretenimiento africano” ¿Acaso no habían más artistas en Latinoamérica que representen a la comunidad? No queda claro entonces cómo este es un espacio para promover cambios sociales para la comunidad negra en el mundo, ¿o es que la polémica de “perra” no significó en el fondo un retroceso racista dentro de la industria?
