
Este 25 de junio, el presidente Gustavo Petro sancionó la nueva Ley de Salud Mental (Ley 2460 de 2025). Un marco jurídico que eleva este derecho al nivel de prioridad nacional, crea un Sistema Nacional de Salud Mental, garantiza financiamiento público, promueve la prevención desde los colegios hasta las cárceles y prohíbe las barreras que hoy siguen dejando a miles sin atención.
Es una ley que reconoce algo evidente pero tantas veces negado: que no hay salud sin salud mental. Que el cuerpo puede estar de pie mientras la mente se desploma. Que en Colombia también se muere de soledad, de angustia, de traumas no tratados.
La norma incluye avances que son, en el papel, transformadores: atención sin discriminación, enfoque diferencial, integración con otros sectores como educación y trabajo, protocolos para prevenir suicidios, y atención a poblaciones históricamente olvidadas como víctimas del conflicto, comunidades LGBTIQ+, habitantes de calle, cuidadores y personas privadas de la libertad.
Pero aquí empieza el reto real: que no se quede en el papel
Porque en Colombia, donde tantas leyes han sido promesas rotas, la salud mental ha sido históricamente maltratada: consultorios saturados, psiquiatras escasos, terapias negadas por EPS, jóvenes esperando meses por una cita, madres que buscan ayuda y encuentran burocracia. ¿Servirá una ley si el sistema de salud sigue fallando donde más duele?
Hablar de salud mental es hablar del país: de sus desigualdades, de sus violencias, de las heridas heredadas y las que seguimos abriendo. Es hablar de niños silenciados, de adultos cansados, de pueblos enteros marcados por el miedo. Y también es hablar del estigma. De ese prejuicio que convierte al que sufre en “débil” o “loco”, cuando en realidad lo que pide es dignidad.
La salud mental es política, pero también es humanidad. Hoy el Congreso, el presidente y los ciudadanos han dado un paso. Que sea firme. Que sea real. Que se traduzca en acceso, en respeto, en cuidado.
Porque si esta ley no salva vidas, si no alivia dolores, si no abre puertas, entonces será una ley más en un país que no escucha el grito silencioso de su gente.