La masacre de ocho jóvenes, más el feminicidio de otra mujer, en la noche del sábado 15 de agosto en Samaniego parece ser el resultado, ahora evidente, de cuatro años de degradación de la violencia y el conflicto en el departamento de Nariño.
“Luego del acuerdo de las Farc aquí nunca hubo paz, nunca llegó la paz, nunca llegó el Acuerdo”, dice Harold Montufar Andrade, coordinador del Pacto Local de Paz de Samaniego, en diálogo con KienyKe.com, para tratar de explicar el contexto en que sucedió el repudiable asesinato de los jóvenes en esa población.
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Esta masacre no es la única muerte violenta que se ha presentado en Samaniego. Según Andrade, anualmente se reportan entre 30 y 60 homicidios en ese municipio de Nariño. En lo corrido del 2020 se han registrado 30 asesinatos. Por eso el líder asegura que esa población soporta la tasa de homicidios más alta del mundo.
“Tenemos una población de 23 mil habitantes, ajustada a 30.000. Si usted analiza la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, con 30 o 60 homicidios al año, eso nos da una tasa mínima de 100 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esta tasa comparada con países como Honduras, Salvador que siempre soportan las tasas más altas de homicidio, entre 90 - 60, y la de Colombia que está en 35, pues se puede concluir que este territorio, bajo esa dinámica, soporta las tasas de homicidio más elevadas del mundo, producto de una descomposición de la violencia armada, producto de la lucha por copamiento territorial y la degradación de esta guerra y el conflicto”, explicó el líder social a este medio.
Montufar Andrade explica que tras la salida de la guerrilla de las Farc, que operaba en ese departamento con la columna Mariscal Sucre, no cambió en nada el panorama de violencia que vivía y continúa padeciendo la población de Samaniego.
“Luego del acuerdo de las Farc aquí nunca hubo paz, nunca llegó la paz, nunca llegó el Acuerdo, el hecho de que se haya retirado la compañía Mariscal Sucre de la Farc, no cambió en nada la composición de violencia porque inmediatamente fue copada por el Eln y sus disidencias. Sin embargo, la disputa territorial sí ha agudizado el conflicto, el hecho de que se haya presentado una masacre de ocho jóvenes es ya una aberración, degradación del conflicto. Los feminicidios también marcan una degradación”, aseguró Montufar.
El territorio de Nariño, puntualmente en la zona donde se encuentra Samaniego, es codiciado actualmente por los grupos armados y narcotraficantes, porque tiene salidas por los ríos Patía y Telembí hacia la costa pacífica. Así mismo, la conexión con la cordillera occidental que da paso hacia el norte de Nariño y sur de Cauca, representa para los grupos armados un punto estratégico para la movilidad.
Por eso el Eln, el Clan del Golfo y las disidencias de las Farc en sus diferentes nombres, se han enfrascado en una disputa territorial para controlar las zonas rurales de Nariño. Incluso, en las últimas semanas se difundieron videos de torturas y asesinatos que practican los grupos armados y se envían entre ellos como estrategia de terror.
Esos mismos grupos se han atribuido la autoridad de Samaniego, un territorio abandonado, según Montufar por las autoridades, y han establecido amenazas a sus habitantes referentes a órdenes de aislamiento por la pandemia de coronavirus.
“El Eln ha escrito desde marzo y abril varios grafitis alusivos a la pandemia. Otros movimientos armados que se hacen pasar por el frente 30 de las farc, el frente Oliver Sinisterra y Guerrillas Unidas del Pacífico, han plantado panfletos amenazando a la gente para que no salga”, aseguró el líder social a este medio.
Sin embargo, aclaró que: “No se puede hacer una línea directa de estas masacres por el tema de la pandemia, eso sería reducir el problema a una supuesta situación de indisciplina social cuando lo que hay de fondo es un problema más fuerte de copamiento y disputa territorial de cuatro años atrás. Venimos sosteniendo una escalada violenta de 4 años y una de las tasas de homicidio más altas de Colombia y el mundo”.
Esta no es la única masacre sucedida en Samaniego y sus más de 30 veredas aledañas. Según Montufar este es el segundo asesinato colectivo en lo que va corrido del año, el otro hecho se presentó el 13 de junio, en la vereda Yunguilla. Allí, muy similar a la sucedida el sábado, hombres armados ingresaron a una vivienda y dispararon en contra de los presentes. Cuatro personas resultaron muertas y dos más heridas después del ataque. Además, dos policías han sido asesinados y otros dos han resultado heridos.
“Tenemos 60 homicidios por año y el común denominador es que no se sabe el autor, no se sabe el móvil, no se sabe el victimario y gran parte de los asesinatos quedan así. Aquí se asesinó a la personera, un periodista, a una profesora, a varias mujeres, ha habido una cantidad de asesinatos en los últimos cuatro años y no se sabe nada”, indicó el coordinador del Pacto Local de Paz.
Montufar Andrade también contó a este medio que desde hace más de ocho meses viene recibiendo amenazas. Incluso en la mañana del domingo 16 de agosto, luego de pronunciarse públicamente sobre la masacre de los ocho jóvenes, recibió un mensaje amenazante en su celular.
“Yo vengo recibiendo amenazas desde octubre de 2019, a nombre del frente Oliver Sinisterra; en enero a nombre del Eln, el 31 de julio a nombre del Frente 30 y hoy, luego de hacer un pronunciamiento, a las 11:15 de la mañana recibí una amenaza de un grupo que se autodenomina Frente Motilón del Eln”, contó.
Decidió hacer pública su situación debido a que las autoridades, ante quienes ha denunciado cada una de las amenazas, no le han dado respuesta ni brindado protección. Según contó, la respuesta que le dan es que “tranquilo, es delincuencia común, no le va a pasar nada”. Montufar entiende que puede tratarse de intereses particulares que buscan aprovecharse de la situación para descomponer el tejido social de la comunidad. Pero también es consciente que tanto él, como otras organizaciones y líderes de Samaniego, corren riesgo por su labor.
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Asegura que muchas personas deciden no denunciar y permanecer en silencio “por el temor de estar abandonados a nuestra suerte”, un abandono estatal en el que se encuentra Samaniego y que ha servido de provecho para los grupos armados que buscan controlar el territorio.
“Aquí lo único que tenemos que hacer es una oración a los espíritus mayores, a quienes creemos en las cosmovisiones ancestrales, o una oración a los diferentes dioses de las diferentes religiones para que nos proteja porque no hay garantías, no hay protección ni tampoco hay Estado”, puntualizó.