
Los trasplantes de útero de donantes fallecidos son factibles. Así concluyó un reciente estudio, publicado por la revista The Lancet, que anunció el nacimiento en Brasil del primer bebé el pasado 15 de diciembre de 2017 con esta técnica.
La receptora fue una paciente con infertilidad uterina. Una de cada 500 mujeres con dificultades reproductivas tiene problemas uterinos debido a anomalías congénitas o por malformaciones, histerectomías o infecciones inesperadas. Las únicas opciones disponibles para tener un hijo eran la adopción o la gestación subrogada.
Antes del caso brasileño, se habían realizado otros diez trasplantes de útero de donantes fallecidas en Estados Unidos, República Checa y Turquía, pero este es el primero en dar lugar a un parto con vida.
Sin embargo, aún no se han comparado las donaciones entre personas vivas y fallecidas, ni las técnicas quirúrgicas y de inmunosupresión que se supone lograrán optimizarse en el futuro.
“Los primeros trasplantes de útero fueron un hito médico. No obstante, la necesidad de un donante vivo es una limitación importante”, indica Dani Ejzenberg, médico del Hospital das Clínicas, de la Universidad de São Paulo, que ha dirigido la investigación.