Santos Dumont es el nombre de la computadora más poderosa de Latinoamérica. Es capaz de procesar mil billones de operaciones matemáticas por segundo. Tiene una capacidad de 1,1 petaflops y figura en la lista de las 500 mejores supercomputadoras del mundo. Sin embargo, no está en funcionamiento porque su alto consumo de energía llevaría a la quiebra a sus dueños.
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Una supercomputadora representa lo más alto en la investigación informática y computación. Son contados los países que pueden acceder a una de estas, privilegio de aquellos con los recursos para mantenerlas. Pero resulta irónico al usarla consume tanta energía que la factura llega a precios tan elevados, que es imposible pagarla.
Según informó BBC, cuando el Laboratorio Nacional de Computación Científica de Brasil (LNCC), con sede en Río de Janeiro, adquirió hace un año de manos del gobierno francés la Santos Dumont por un valor de 18 millones de dólares, lo hizo pensando en fortalecer la investigación científica en un sin fin de posibles áreas.
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De inmediato empezaron a recibir propuestas de investigaciones. En pocos días ya estaban analizando más de 75 iniciativas, de las cuales aprobaron más de treinta. Estudios enfocados al Zika, el tratamiento del petróleo, fuentes de energía alternativas y muchos otros temas ahora podían ser estudiados gracias a la potencia de la computadora.
Pero de a poco la emoción e ilusión se transformó en desilusión. Augusto Gadelha, director del LNCC le expresó a la BBC: "La sensación es realmente de frustración… ¿Qué ocurre? La supercomputadora consume una cantidad elevada de energía".
No es para menos. Brasil atraviesa una de las crisis económicas más graves de los últimos años, y entonces el LNCC, que depende del gobierno, les pasó el primer mes la cuenta de la energía, que con la supercomputadora trabajando con sus capacidades plenas, llegó a cifras exorbitantes: 150.000 dólares, es decir, 450 millones de pesos. Una cuenta mensual tan alta puede dejar en la quiebra a este o a cualquier laboratorio.
"Lo que hicimos fue colocarlo stand by la mayor parte del tiempo, para no desconectarlo completamente", explicó Gadelha. Desconectarla significa renunciar a los pocos avances que se han podido obtener con el computador, pero mantenerlo suspendido podría terminar por dañar y sobrecalentar la máquina. Pros sin recursos para usarla, se deben resignar a esperar alguna solución que les dé más recursos.
Por ahora, la única esperanza para la Santos Dumont, que trabaja actualmente solo 4 horas al día, es una nueva asignación de recursos por parte del gobierno, un total de 1’390.000 dólares, según explica Gadelha al medio internacional. Esto, no obstante, sólo cubrirá la cuenta de la luz hasta diciembre. De ahí en adelante, volverá a suspenderse.
