
Desde el pasado 12 de mayo, más de 500 campesinos e indígenas provenientes del Guaviare permanecen acampando en condiciones infrahumanas en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá. Se trata de una protesta desesperada ante lo que ellos denuncian como un incumplimiento sistemático del Gobierno nacional y una “paz total” que no llega a los territorios rurales.
“Nosotros principalmente al Estado le estamos exigiendo la garantía de nuestra vida, porque tenemos mucho conflicto en nuestras regiones”, denunció uno de los voceros durante una entrevista concedida a Kienyke.com.
Se trata de Jorge Vélez y Carlos Fino, dos líderes sociales que representan a comunidades que han sido históricamente olvidadas por el Estado.
Desapariciones y violencia: la otra cara de la paz total
Los líderes relatan un panorama alarmante: desapariciones forzadas, amenazas y presencia de actores armados ilegales en zonas donde el Estado apenas llega. “Nos desaparecieron, nos tienen retenidos, desaparecidos hace más de un mes a ocho campesinos de una sola vereda”, afirmó Fino, señalando directamente a los grupos que están en proceso de diálogo con el Gobierno.
En municipios como Calamar, departamento del Guaviare, las desapariciones se han vuelto frecuentes. “En la vereda Pueblo Seco se desaparecieron ocho pobladores”, reiteran con preocupación. A su juicio, la llamada “paz total” promovida por el presidente Gustavo Petro no ha tenido ningún impacto real en sus territorios.
“La paz total no se ha visto reflejada”, dicen con contundencia. “La paz total se viene de la mano no solamente de bota militar, sino de inversiones sociales para nuestra región”.
Exigen inversión social y cumplimiento de acuerdos
Las demandas de los campesinos no son nuevas. Aseguran que llevan años solicitando al Gobierno la ejecución de programas sociales en temas como vivienda, educación, salud y servicios públicos. “Estamos exigiendo al Gobierno nacional que nos cumpla con los programas pactados... porque por allá en nuestros territorios no existe nada de eso”, afirman.
Una de sus principales preocupaciones es la falta de infraestructura adecuada. Citan como ejemplo un puente construido con una inversión de más de 2.000 millones de pesos, hoy amenazado de demolición por estar en zona de reserva forestal. “El puente quedó ahí… no se sabe si en cualquier momento nos lo pueden derribar”, advierten.
Además, critican la falta de claridad y transparencia por parte de instituciones gubernamentales. “Ni la ministra del Medio Ambiente hizo una visita”, señalan al referirse a la falta de seguimiento en obras claves para la movilidad y seguridad de sus comunidades.
Condiciones infrahumanas en la Plaza de Bolívar
La movilización llegó a Bogotá el 12 de mayo, tras un largo recorrido desde Miraflores. Hoy, viven bajo plásticos improvisados, expuestos al frío, la lluvia y enfermedades. “Acá hemos pasado unas condiciones infrahumanas, mucho frío, mucha agua… la humedad nos ha perjudicado porque la mayoría hemos estado enfermos”, lamentan.
Intentaron instalar baños portátiles alquilados con recursos propios, pero según denuncian, la Alcaldía de Bogotá se los prohibió. “Tocó que tomarnos nosotros los baños públicos de acá… porque ya no aguantamos más nosotros tipo de gente tres, cuatro días sin podernos bañar”, explican.
A pesar de la difícil situación, insisten en que su movilización ha sido pacífica. “Nosotros no venimos aquí a agredir a nadie… deberíamos tener una estadía digna para nuestras comunidades”, reclaman, pidiendo mayor sensibilidad al alcalde de Bogotá.
Un mensaje al presidente Petro
Aunque expresan simpatía por algunas reformas del Gobierno, los líderes no ocultan su decepción. “No es que estemos en contra del proyecto de él… pero todo lo que ha hecho tampoco ha sido bien”, indican. Insisten en que el presidente debe revisar con urgencia los acuerdos con los grupos armados: “Hay que recapitular esas negociaciones que tiene con esos grupos”.
Ya estuvieron en la Plaza de Bolívar en noviembre del año pasado, también protestando. Entonces, aseguran, no obtuvieron ninguna respuesta. “El año pasado estuvimos acá en noviembre… y el Gobierno no nos cumplió con nada”, recuerdan. Ahora, amenazan con un paro nacional indefinido si no hay una solución pronta y concreta.
Lo que hoy se vive en la Plaza de Bolívar no es solo una protesta, es el reflejo de una deuda histórica del Estado colombiano con sus territorios rurales. Las palabras de estos líderes son un grito de auxilio: “Estamos reclamando la paz del territorio”. Más allá de promesas y discursos, el llamado es claro: el Estado debe actuar, cumplir y proteger.