
El Senado de la República eligió este martes a Lina Marcela Escobar como nueva magistrada de la Corte Constitucional, en reemplazo de Diana Fajardo, quien culminó su periodo. Con 81 votos, Escobar obtuvo el respaldo de las bancadas del Partido Liberal, Conservador, La U y Cambio Radical, asegurando una designación que, si bien cambia el rostro en la silla, no modifica el balance ideológico de la Corte.
Escobar llega con una hoja de vida sólida, marcada por una amplia experiencia en las tres ramas del poder público y un enfoque jurídico que defiende la independencia institucional. Su elección representa una continuidad en la línea liberal garantista que ha caracterizado a Fajardo, sin generar rupturas dentro de la actual composición del alto tribunal.
Un perfil académico y técnico
Formada en Derecho en la Pontificia Universidad Bolivariana, Lina Escobar cuenta con una maestría en Derecho Parlamentario de la Universidad Complutense de Madrid, otra en Derecho Público del Externado de Colombia y es doctora en Derecho Constitucional por la Universidad del País Vasco. Su tesis doctoral —premiada en 2005— se centró en los límites del poder judicial para evitar la invasión en competencias de las otras ramas del poder, un tema que cobra relevancia en un momento donde el rol de la Corte en el diseño institucional está en constante discusión.
Desde la academia, Escobar ha sido directora de programas de Derecho, rectora universitaria y autora de textos que reflexionan sobre el control de constitucionalidad en Colombia. Esta trayectoria la ha consolidado como una voz autorizada en temas clave como la separación de poderes y el control judicial de los actos ejecutivos.
Experiencia en las tres ramas del poder
Pocas candidaturas pueden mostrar una trayectoria tan transversal. En el Ejecutivo, Escobar fue directora de Asuntos Indígenas y Minorías del Ministerio del Interior, durante el gobierno de Juan Manuel Santos. En el Legislativo, trabajó como asesora de la Comisión Primera del Senado durante el trámite de la Reforma de Equilibrio de Poderes. Y en el Judicial, fue magistrada auxiliar en el Consejo de Estado, donde participó en procesos clave como la ponencia que anuló la reelección del entonces procurador Alejandro Ordóñez.
Además, ha sido asesora en el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Educación y la Registraduría Nacional, donde contribuyó a la formulación de políticas públicas relacionadas con la formación de abogados y la regulación de la educación superior.
Actualmente, se desempeñaba como consultora en transformación digital y automatización jurídica, un campo emergente que promete modernizar la justicia en Colombia.
¿Qué significa su llegada para la Corte?
El nombramiento de Escobar no altera el equilibrio político de la Corte Constitucional. Al igual que Fajardo, se la ubica en un espectro liberal garantista, preocupada por la protección de los derechos fundamentales pero también por la no intromisión judicial en el diseño legislativo. En varias de sus publicaciones ha cuestionado la práctica de la modulación de sentencias, advirtiendo que puede desdibujar la frontera entre la interpretación judicial y la creación normativa.
Este enfoque será clave en la Corte actual, donde ya se perfilan dos extremos: Jorge Enrique Ibáñez, crítico del gobierno Petro, y Vladimir Fernández, exsecretario jurídico del presidente. En el medio se ubican otros magistrados como Juan Carlos Cortés y Héctor Carvajal, cuyas posturas aún están en consolidación.
La llegada de Escobar consolida la tendencia moderada de la Sala Plena, que tiende a decidir según el caso, más que por líneas ideológicas duras. Su voto, dicen analistas, será técnico, fundado en la jurisprudencia y respetuoso del equilibrio institucional.
Una transición con continuidad
Diana Fajardo, la magistrada saliente, fue protagonista de fallos trascendentales: apoyó la despenalización del aborto hasta la semana 24, defendió el derecho a morir dignamente, y fue pionera en sentencias sobre libertad de prensa y derechos animales. Aunque Escobar no ha fallado aún ningún caso, se anticipa que su escuela jurídica es similar: busca que el derecho cumpla una función social y garantista, sin perder de vista los límites que impone la separación de poderes.
En suma, Lina Escobar representa un relevo sin ruptura. Una magistrada con visión académica, experiencia pública y compromiso con la institucionalidad. Una elección que refuerza el mensaje de que la Corte Constitucional seguirá siendo un contrapeso clave, sin caer en protagonismos políticos ni judicializaciones innecesarias.