“Uribe, el amigo”: Fabio Valencia Cossio

Vie, 01/08/2025 - 14:26
"Con Uribe, entonces y desde entonces, nos une una amistad basada en principios, en ideas, pero también en ideales".
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Fabio Valencia Cossio.

Conozco a Álvaro Uribe desde la época de la Universidad de Antioquia; coincidimos en la Facultad de Derecho. Yo iba unos años adelante, pero desde entonces nos unió una lucha común por los valores que constituyen nuestra nacionalidad y por la defensa de la normalidad académica, permanentemente perturbada por los paros estudiantiles promovidos por grupos de izquierda que veían en la anarquía y la violencia el camino para cambiar el sistema político y económico del país.

Fueron años difíciles, pero también años que contribuyeron a forjar el carácter y a afianzar una visión de país. Época aquella en la que, en medio de protestas violentas, pudimos alzar la voz en defensa de la libertad y la vida, derechos fundamentales para la democracia.

Con Uribe, entonces y desde entonces, nos une una amistad basada en principios, en ideas, pero también en ideales. Él, militante del Partido Liberal, sector democrático; yo, del Partido Conservador, sector progresista. Así, desde orillas distintas del pensamiento político, avanzamos juntos en la búsqueda de liderazgos para servir a Colombia.

Muchas veces discrepamos, competimos, y en la mayoría de los casos coincidimos, especialmente en los gobiernos locales, sin importar el partido. Coincidimos también durante nuestro ejercicio como congresistas. Nuestras diferencias políticas —nunca personales— me llevaron a no apoyarlo en su primera elección presidencial, apartándome de la mayoría del Partido Conservador que finalmente respaldó su aspiración.

Uribe triunfó en primera vuelta. En ese momento, yo me desempeñaba como embajador de Colombia en Italia y, como correspondía, presenté mi renuncia al presidente Andrés Pastrana, que estaba por terminar su mandato. No quería esperar a que fuera el nuevo presidente quien me aceptara la dimisión.

Para mi sorpresa, al día siguiente de su contundente triunfo, siendo las 9 a. m. en Colombia y las 3 p. m. en Roma, recibí una llamada de José Roberto Arango, gran amigo y mano derecha de Uribe. Con una razón del presidente, imaginé lo obvio: quería que dejara el cargo. Pero mi sorpresa fue mayúscula. José Roberto me dijo:

El presidente quiere que vuelvan a ser los amigos de la universidad y que continúes como embajador en Italia”.

La noticia me dejó perplejo. Le respondí:

“Dile al presidente que le agradezco su noble gesto, pero que tengo diferencias con él, y un embajador es el representante directo del presidente de la República. Primero debemos superar esas diferencias”.

El presidente Uribe me convocó a Bogotá esa misma semana. Hablamos, nos entendimos, y a partir de ese momento tuve el inmenso honor de acompañarlo durante sus ocho años de gobierno. Conocí de cerca al líder carismático, al ser humano íntegro, al amigo leal, al estadista, al gerente, al hombre universal; al jefe respetuoso pero exigente, recto, probo, estudioso, a veces severo, pero siempre justo. En resumen, trabajé al lado del mejor presidente que ha tenido Colombia.

Hoy, Álvaro, te escribe el amigo de la universidad para decirte que estoy plenamente convencido de tu inocencia y que siempre estaré a tu lado.

No importa lo oscuro del camino de hoy; sé que mañana brillará la luz de la verdad, y la justicia será justa.

Gracias.

No estás solo.

Tu amigo,

Fabio.

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