El Flaco matará a su esposa

Dom, 20/02/2011 - 04:00
Para “El Flaco Solórzano” no hay afán. Dos veces se ha escapado de un avión. Cuando tenía nueve años y regresaba de visitar a su abuela en Villa Nueva, Guajira, y el avión hizo escala, se pe
Para “El Flaco Solórzano” no hay afán. Dos veces se ha escapado de un avión. Cuando tenía nueve años y regresaba de visitar a su abuela en Villa Nueva, Guajira, y el avión hizo escala, se perdió con un amigo por estar jugando. Llegó negro como un carbón. La segunda vez fue al regreso de su excursión de grado del colegio a San Andrés. El avión casi no despega porque él decidió bajar a comer una deliciosa arepa de huevo en plena escala. Fernando José Solórzano Díazgranados es tan largo como su nombre completo, 1.95 m. Estudió economía en el Externado, pero se dio cuenta de que no era lo suyo. En ese entonces compartía apartamento con unos amigos, entre ellos Dago García y el fotógrafo Vicente Vásquez, en la Candelaria. Decidió que lo mejor era estudiar comunicación social, que eso sí era lo suyo. Se unió al grupo de teatro de la universidad ‒antes en Cali, cuando perteneció a los Scouts del Colegio Pio XII, participó en tres obras de teatro‒. En el grupo del Externado lo dirigió Jorge Plata, y fue allí donde alguien del Teatro Libre lo vio y lo invitó a participar en El Farsante más Grande del Mundo y en Noches de Epifanía, dirigidas por Germán Camacho. Estudió en el Teatro Libre y se dedicó con Juicio a la actuación. Siempre le ha gustado investigar y es fiel seguidor de los métodos actorales como el de Stanislavski. Ahora también les recomienda Peter Brook a sus alumnos de los talleres de teatro que imparte. A Fernando José siempre lo dejó el bus del colegio. Se quedaba dormido y no alcanzaba a llegar. Por eso, sus papás decidieron que se fuera en buseta. Cuando estudiaba en Bogotá en el Colegio Virrey Solís, casi pierde un año porque a pesar de ser buen alumno las faltas de asistencia lo tenían comprometido. Su mamá pensó que llegaba a tiempo, pero no era así, y estuvo en la cuerda floja de no ser porque al ir a poner la cara por él lo salvaron el encanto de su mamá y el interés del rector por la costa. Era buen alumno, pero algo olvidadizo. Amiguero, pero tímido. Sus amigos lo llamaban “El Flaco” por su longitud y su contextura. En esa época jugaba basquetbol, pero ahora sólo va al gimnasio para mantenerse en forma. Le gusta meditar. Su pasión es la lectura y la investigación. Ahora tiene un interés particular en los temas del cultivo del espíritu. Su familia dice a todo pulmón que es el mejor de los hijos. Amigo y cómplice de sus hijos, excelente papá. Cuando visita a su familia en Cali, recorre las colinas de su barrio del norte, El Bosque, va a la Buitrera y Cristo Rey, y lleva a su familia al mariposario. A veces el asedio de los seguidores le impide salir en público. Le gusta atender a sus fans, pero ya tuvo una queja de su hijo Martín, que ha pensado con seriedad en montar un negocio de fotos y autógrafos. Cuando viajó a Lima a promocionar Las muñecas de la mafia no podía creer la cantidad de fans con los que contaba como actor. Creció entre vallenatos, cumbias y porros, pero desde pequeño insistía en la salsa. Le encantaba. Por eso hoy, además de ser actor, también puede llegar a ser uno de  los DJ’s invitados de lugares como El Sitio, Galería Café Libro, Salomé Pagana y en el Palenque de Delia. Su mamá recuerda que nunca parecía muy rumbero ni bailarín, pero una vez la llamó y le dijo que pusiera el programa de baile de Alfonso Lisarazo y ella se encontró con su hijo en la pista. El Flaco había ido con un amigo y como faltó un concursante él se ofreció y ganó.  Siempre había llevado el bailarín oculto y salió a flote en televisión nacional. En Cali pasó buenos momentos en El Habanero, el Libaniel. Tintindeo, y el desaparecido Chuzo de Rafa. En Bogotá, Café Libro, El goce pagano, Quiebracanto y la Bodeguita del Centro. La salsa es un gusto que colecciona. Aunque también el rock le mueve las fibras. Al entrar a su página web se encuentra con el helicóptero de The Another Brick In The Wall, de Pink Floyd.  En los años noventa se aventuró en la radio como libretista y director de unos programas para la Universidad Nacional. En la televisión su primer papel lo consiguió con el argentino David Stivel, e hizo  parte de la Orquesta los Diablos del Caribe ‒dirigida por Pacheco‒ para la telenovela Música Maestro. Él hacía el papel del clarinetista Facundino Creta. En ese entonces llegar a la televisión era complicado, pero la amistad con Dago y Felipe Salamanca ‒que escribían comedias para televisión‒ le dio el empujoncito. Después vinieron Sólo una Mujer,  Maria Maria, La Vida Secreta de Adriano Espeleta, Juliana que mala eres, Pa´ Machos, Los Gil, Pocholo, Se Armó la Gorda, Perro Amor, Luna la Heredera y El Baile de la Vida. Su imagen de hombre duro en la televisión le ha dado tres papeles relacionados con la mafia, en La saga, El Cartel de los Sapos y Las Muñecas de la Mafia. No le molesta hacer de mafioso. Ha hecho cine con Ricardo Coral en Posición viciada y es Mejor ser rico que pobre, con Luis Ospina en Soplo de vida, con Jorge García en Pena Máxima, con Luis Orjuela en El Carro, con Sergio Cabrera en Perder es cuestión de método, con Antonio Negret en Hacia la oscuridad, con Robinson Díaz en Ana Elisa, con Harold Trompetero en El man, superhéroe Nacional. Su rol más recordado en el cine es como El Rey, en la película del caleño Antonio Dorado, que lo consagró y que interpretó de manera magistral. Solórzano se ganó el puesto, aún cuando el director pensaba que quería un rubio ojiazul. Pasó de ser el policía que mataba al protagonista a ser Pedro Rey, junto a Cristina Umaña como coprotagonista. Su abuela materna, Anita, siempre se sintió orgullosa de él. Hace poco, antes de fallecer, en una de sus última visitas a urgencias, mientras salía en camilla de la casa no paraba de decirle a los paramédicos “yo soy la abuela de El Rey”. Su versatilidad es increíble. Pudo pasar de ser Óscar Varela ( El Cartel), duro, frío y calculador, al mejor amigo, cojo y lleno de ternura en Vecinos. Su muerte en esa serie reventó el rating ese día, pero valió la pena, porque los productores tuvieron que sacarlo para que pudiese darle vida a Braulio Bermúdez, el capo de Las Muñecas de la mafia. Ahora, como si fuera poco, encarnará a un hombre que mata a su esposa en la nueva serie de Caracol Confidencial, que promete salvar de la mala racha de raiting al canal.
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