“Tengo una arritmia en el corazón, pero me gusta el ritmo un montón”, dice juguetonamente Julián Alberto Garcés Ocoró, fundador de ‘Bogotap’, el único festival de tap dance del país que hace poco presentó su segunda versión con éxito.
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Julián es bailarín de profesión y músico empírico. Cuando se introduce, lo hace como tal, agregando que es caleño y que tiene 38 años, pero a medida que su historia fluye, surgen los detalles que lo hacen un ejemplo de superación, emprendimiento y entrega a su oficio.
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Su condición viene de nacimiento y va más allá de un problema cardíaco. Lucila Ocoró, su madre, cuenta que al tener un embarazo de alto riesgo debió ingerir medicamentos muy fuertes que afectaron al niño. “Cuando él tenía año y medio o dos años, le detectaron un problema en la cadera y el soplo (en el corazón). El médico decía que a los seis años iba a quedar inválido… que no lo podía dejar caminar ni brincar”.
Sin embargo, doña Lucila no se dio por vencida y decidió acudir a la medicina alternativa con la que, al parecer, no encontró una cura, pero sí una manera de que Julián continuara su vida normalmente o tal vez mejor, pues como ella misma dice “niño más hiperactivo que él no hay”.
Hoy, Julián lleva una vida bastante activa y piensa que “el discurso médico de la quietud es un error”, pues para él ha sido fundamental el esfuerzo físico. “Comencé con la salsa… después siguió el deporte, empecé a bailar como hobby y luego decidí estudiar la danza de manera seria”, todo esto sin recaída alguna.
Entre los 12 y los 15 años ingresó al conservatorio con la idea de estudiar guitarra clásica, pero en el proceso se encontró con el ballet y a él se dedicó. Cuando se graduó del colegio, decidió radicarse en Bogotá para estudiar primero en academias privadas y luego hacer danza contemporánea en la Universidad Distrital.
A la mitad de su carrera obtuvo una beca de la UNESCO para estudiar en Cuba y luego volvió a Colombia para graduarse, “pero uno sale en un país en el que ni siquiera hay una compañía o una entidad estatal de apoyo; sale sin elementos de gestión, de dirección… o de pedagogía. Entonces, dice: me tocó inventarme la compañía”, y así lo hizo
En la actualidad, tiene dos compañías, ‘Alive Tap’ y ‘Pulsos Vitales’. Con la primera lidera el festival de tap dance y la segunda está más enfocada en percusión corporal. Además, fue asesor de coreografía en ‘Yo Me Llamo’, el concurso musical de Caracol Televisión, pero se abstiene de hablar al respecto y prefiere enfocarse en lo que él ha logrado independientemente.
Como afrodescendiente también se considera algo rebelde, aunque no en contra del racismo, sino del exotismo que rodea a esta comunidad. “Me raya un poco el centrarse en que uno es caleño, negro, bailarín, en decir que uno es el alma de la fiesta, pero yo no soy el alma de ninguna fiesta…Yo crecí en una ciudad escuchando rock en español”.
Lo mismo sucede en cuanto a su estética: “a veces me paran en la calle y me saludan como rasta y yo les digo que no soy rasta… es que me gusta el pelo largo, pero el pelo afro se enreda y por eso lo llevo así. No sé si eso me hace menos negro…”.
Su rebelión, entonces, ha sido un tema más individual y su batalla es contra sí mismo para ser cada vez mejor en lo suyo, sin reparar en las limitaciones de su cuerpo. También lucha para exigirle a su equipo la mejor calidad que solo se logra con dedicación exclusiva, pero reconoce que en un país donde el arte no es lo suficientemente apoyado, es difícil encontrar personas que puedan vivir sólo de él.
A pesar de esto, siente que realmente “el poder adquisitivo está en la creatividad” y, por eso, sus espectáculos se salen de lo clásico. Por ejemplo, con Alive Tap, “hacemos una mixtura muy interesante de tap, jazz e improvisación con ritmos colombianos, pero no por las raíces, sino porque nos parece más honesto hacer tap con la sonoridad a la que estamos expuestos normalmente”.
Con respecto al festival que últimamente le ha significado mayor exposición mediática, ya está pensando en lo que viene para la tercera versión. Quizás contará con la participación de un bailarín al que le falta una pierna, “no por oportunismo, sino para abrir la perspectiva, el imaginario del tap, pues todavía tenemos a Fred Astaire en la cabeza, al sombrero de copa y al bastón, y lo que debemos buscar es reconocernos a nosotros mismos y reconocer nuestras propuestas”, como él mismo lo ha hecho hasta ahora.
Iba a quedar inválido, pero se hizo bailarín de tap
Jue, 13/08/2015 - 06:54
“Tengo una arritmia en el corazón, pero me gusta el ritmo un montón”, dice juguetonamente Julián Alberto Garcés Ocoró, fundador de ‘Bogotap’, el único festival de tap dance del