“Está vieja no se la come ni el oxido”: Rafael Novoa
El galán de las novelas, Rafael Novoa, preparó un nuevo proyecto: interpretar a un transformista llamada ‘La Pirrurri’ en una serie web de diez capítulos llamada #RafaelNovoaSinFiltro.
La serie fue idea de su esposa y cómplice, Adriana Tarud, y una amiga, la productora Claudia Cruz. “Ellas comenzaron a cocinar algo, luego me llamaron y me dijeron: ‘Queremos hacer contigo una serie web’, la idea me gustó pero no sabía qué temas o personajes involucraría”, le dijo Rafael Novoa a KienyKe.com.
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A Rafael le llegó el momento de interpretar a ‘La Pirrurri’ cuando Claudia le dijo que una productora mexicana estaba realizando una película y buscaba dos personajes: uno era un mexicano rudo y el otro una transformista que no tendría demasiado participación.
“Cuando me hablaron del transformista dije: ese debe ser, eso tengo que hacerlo”, fue la respuesta del actor, quien de inmediato se empapó del personaje y de cómo funcionaba el mercado de las series web en Colombia.
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En el proceso de construcción del papel, Rafael encontró al fotógrafo y artista plástico ‘Manu Mojito’ y al transformista ‘Madorolyn’, quienes le ayudaron a definir detalles importantes para su personaje. “Con asesoría de los dos me sacaron culo, pierna, encaje…, comencé a andar en tacones, calzo 43, encontrar los zapatos fue un lío, y después los costalazos que me di fue más de uno, eso fue lo más difícil”, comentó Rafael con seriedad y su voz grave.
“Tengo unas facciones muy marcadas, muy masculinas, y no soy nada femenino, y la idea era buscar esa feminidad, que es lo que tiene el transformista, la verdad te confieso: Yo como vieja me veo muy fea, y te digo, el resultado fue verme al espejo y decir: a esta vieja no se la come ni el óxido”.
Pasó por tres universidades
Antes de que Rafael se dedicara a la actuación exploró otras carreras. Se presentó a arquitectura pero no pasó. Después creyó, ingenuamente, que los números serían una buena opción en su proyecto de vida.
“Estuve tratando de estudiar administración financiera, pasé por tres universidades: Politécnico, Externado y Javeriana, definitivamente me di cuenta que eso no era lo mío, me iba muy mal, pero la actuación estaba latente, para mí ese era un proyecto personal”.
Cuando empezó en la universidad estudiaba de noche y en el día tomaba cursos de actuación, sus resultados académicos no eran los mejores, decidió enfrentar a sus padres para decirles que sólo se dedicaría a actuar.
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Sin embargo las cosas no fueron fáciles, a pesar de su físico los halagos fueron pocos y reservados. “Hubo muchos jalones de orejas, me costaba concentrarme con la letra, sufría mucho y me estresaba, y me dejaba llevar por la ansiedad y la emoción”.
Rafael recuerda el regaño que Bernardo Romero, el escritor de la novela ‘Las Juanas’, le pegó a todos los actores de entonces. “Él se quemaba las pestañas escribiendo hasta la madrugada para que lo actores llegaran e hicieran lo que se les diera la gana con la letra. ‘Se aprenden estos textos a pie de la letra, con puntos y comas y el que no le guste me dice, y bien se puede ir’”.
Lo difícil de ser mujer
“Todo fue difícil, porque es entrar a un mundo totalmente desconocido, empezando por la ignorancia en buscar la manera de enriquecerse y saber qué es un transformista”, dijo el actor que se dio cuenta que hasta el centro de gravedad cambia cuando se camina en tacones.
“Los costalazos en el piso fueron más de uno, caminar en la calle y sentir que la gente me reconocía o salían huyendo de mí, quizás porque los iba a perseguir, yo qué sé”.
“Salí dos veces, una con zapato plano y otra en tacones, y confieso fueron momentos de nervios, de ansiedad y muy íntimos de ‘La Pirrurri’, me sentía como Helenita Vargas”, dijo Rafael.
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Adriana Tarud, su esposa, ayudó también en la interacción del personaje. “Conmigo fue la primera persona que él estrenó tacones, pero uno entiende que un hombre usando tacones de 12 centímetros no era fácil, pero Rafael la cogió rápido, me sorprendió, se parecía a mí cuándo me preparaba para reina”, contó Adriana entre risas.
La esposa de Rafael dice que más de una vez lo encontró esculcando sus cosas, explorando el maquillaje de la exreina. “Yo le decía: ¿qué haces con mi maquillaje? ¿Tras de que Alana (hija de ambos, de dos años) me agarra mis pintalabios mi marido también?”, dijo la directora ejecutiva de #RafaelNovoaSinFiltro.
“El día en que se vistió, yo estaba con él y Madorolyn en el baño, poniéndole la media velada entre las piernas y subiéndola, él decía: ’Las mujeres están locas, están dementes, cómo es que hacen esto’, al momento de ponerle la faja, se estaba ahogando y yo le decía: ‘Tome pa’ que lleve’ para que vea por qué nos quedamos tres horas arreglándonos”, dijo Adriana entre risas.
El jardinero fiel
Además de la actuación, Rafael tiene otra pasión, las plantas. “A veces la gente mira un arbolito y ya, yo no soy así, yo lo analizo, le miro la tierra, me encarreto y me preocupo por ellas”, cuenta el actor quien cada vez que llega a una casa piensa qué planta se adecuaría a cada lugar.
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Su afición por las plantas la heredó de su madre. Cuando ella se iba de viaje le encargaba a su hijo menor el cuidado del jardín, lo llamaba para averiguar si necesitaban agua o sol.
Rafael Novoa vive actualmente un momento de sacudida actoral. “Por un físico te encasillan en ser un galán y no te dejan salir de ahí, y uno quiere más y digo: ¡Hey! ¡También sé hacer otras cosas! Estoy rompiendo esquemas y sacudiéndome para hacer otras vainas.”
“Cuando me hablaron del transformista dije: ese debe ser, eso tengo que hacerlo”, fue la respuesta del actor, quien de inmediato se empapó del personaje y de cómo funcionaba el mercado de las series web en Colombia.
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En el proceso de construcción del papel, Rafael encontró al fotógrafo y artista plástico ‘Manu Mojito’ y al transformista ‘Madorolyn’, quienes le ayudaron a definir detalles importantes para su personaje. “Con asesoría de los dos me sacaron culo, pierna, encaje…, comencé a andar en tacones, calzo 43, encontrar los zapatos fue un lío, y después los costalazos que me di fue más de uno, eso fue lo más difícil”, comentó Rafael con seriedad y su voz grave.
“Tengo unas facciones muy marcadas, muy masculinas, y no soy nada femenino, y la idea era buscar esa feminidad, que es lo que tiene el transformista, la verdad te confieso: Yo como vieja me veo muy fea, y te digo, el resultado fue verme al espejo y decir: a esta vieja no se la come ni el óxido”.
Pasó por tres universidades
Antes de que Rafael se dedicara a la actuación exploró otras carreras. Se presentó a arquitectura pero no pasó. Después creyó, ingenuamente, que los números serían una buena opción en su proyecto de vida.
“Estuve tratando de estudiar administración financiera, pasé por tres universidades: Politécnico, Externado y Javeriana, definitivamente me di cuenta que eso no era lo mío, me iba muy mal, pero la actuación estaba latente, para mí ese era un proyecto personal”.
Cuando empezó en la universidad estudiaba de noche y en el día tomaba cursos de actuación, sus resultados académicos no eran los mejores, decidió enfrentar a sus padres para decirles que sólo se dedicaría a actuar.
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Sin embargo las cosas no fueron fáciles, a pesar de su físico los halagos fueron pocos y reservados. “Hubo muchos jalones de orejas, me costaba concentrarme con la letra, sufría mucho y me estresaba, y me dejaba llevar por la ansiedad y la emoción”.
Rafael recuerda el regaño que Bernardo Romero, el escritor de la novela ‘Las Juanas’, le pegó a todos los actores de entonces. “Él se quemaba las pestañas escribiendo hasta la madrugada para que lo actores llegaran e hicieran lo que se les diera la gana con la letra. ‘Se aprenden estos textos a pie de la letra, con puntos y comas y el que no le guste me dice, y bien se puede ir’”.
Lo difícil de ser mujer
“Todo fue difícil, porque es entrar a un mundo totalmente desconocido, empezando por la ignorancia en buscar la manera de enriquecerse y saber qué es un transformista”, dijo el actor que se dio cuenta que hasta el centro de gravedad cambia cuando se camina en tacones.
“Los costalazos en el piso fueron más de uno, caminar en la calle y sentir que la gente me reconocía o salían huyendo de mí, quizás porque los iba a perseguir, yo qué sé”.
“Salí dos veces, una con zapato plano y otra en tacones, y confieso fueron momentos de nervios, de ansiedad y muy íntimos de ‘La Pirrurri’, me sentía como Helenita Vargas”, dijo Rafael.
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Adriana Tarud, su esposa, ayudó también en la interacción del personaje. “Conmigo fue la primera persona que él estrenó tacones, pero uno entiende que un hombre usando tacones de 12 centímetros no era fácil, pero Rafael la cogió rápido, me sorprendió, se parecía a mí cuándo me preparaba para reina”, contó Adriana entre risas.
La esposa de Rafael dice que más de una vez lo encontró esculcando sus cosas, explorando el maquillaje de la exreina. “Yo le decía: ¿qué haces con mi maquillaje? ¿Tras de que Alana (hija de ambos, de dos años) me agarra mis pintalabios mi marido también?”, dijo la directora ejecutiva de #RafaelNovoaSinFiltro.
“El día en que se vistió, yo estaba con él y Madorolyn en el baño, poniéndole la media velada entre las piernas y subiéndola, él decía: ’Las mujeres están locas, están dementes, cómo es que hacen esto’, al momento de ponerle la faja, se estaba ahogando y yo le decía: ‘Tome pa’ que lleve’ para que vea por qué nos quedamos tres horas arreglándonos”, dijo Adriana entre risas.
El jardinero fiel
Además de la actuación, Rafael tiene otra pasión, las plantas. “A veces la gente mira un arbolito y ya, yo no soy así, yo lo analizo, le miro la tierra, me encarreto y me preocupo por ellas”, cuenta el actor quien cada vez que llega a una casa piensa qué planta se adecuaría a cada lugar.
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Su afición por las plantas la heredó de su madre. Cuando ella se iba de viaje le encargaba a su hijo menor el cuidado del jardín, lo llamaba para averiguar si necesitaban agua o sol.
Rafael Novoa vive actualmente un momento de sacudida actoral. “Por un físico te encasillan en ser un galán y no te dejan salir de ahí, y uno quiere más y digo: ¡Hey! ¡También sé hacer otras cosas! Estoy rompiendo esquemas y sacudiéndome para hacer otras vainas.”
