Visitantes del norte

Mié, 24/11/2010 - 01:12
Vienen del norte, volando día y noche, guiados por el instinto o sus radares biológicos, vuelan a grande alturas, y paran sólo de vez en cuando para descansar, comer y dormir. Colombia es un paso f
Vienen del norte, volando día y noche, guiados por el instinto o sus radares biológicos, vuelan a grande alturas, y paran sólo de vez en cuando para descansar, comer y dormir. Colombia es un paso fijo de las migraciones de aves del continente, desde hace milenios las aves migratorias pasan por aquí todos los años. Llegan por lo general entre agosto y octubre, en su mayoría del Círculo Polar Ártico, Alaska, Canadá y Estados Unidos. Muchas se quedan durante todo el invierno boreal, mientras que otras recargan sus fuerzas y continúan su camino, a veces hasta sitios tan distantes como la Antártica. Y alrededor de marzo, abril o mayo, cuando el otoño o el invierno del sur las ahuyentan con su frío y escasez de alimento, regresan al norte y pasan de nuevo por aquí entre junio y octubre. Hace cerca de sesenta mil años toda la Sabana de Bogotá era un gran lago, Lago Humbolt, donde predominaba la vegetación de páramo. A medida que el clima se hizo más cálido y el fondo del lago empezó a levantarse, las aguas del lago se canalizaron a través del Río Bogotá, hacia el Salto del Tequendama. De esta forma, el gran lago se secó de forma parcial separándose en varios cuerpos de agua más pequeños que se fueron rodeando de plantas y animales propios de los bosques andinos. Con la llegada de los españoles se perdió la relación armónica con los humedales que mantenían los indígenas y comenzaron los procesos degradatorios. Se construyeron haciendas y canales de drenaje para desecar estos sistemas y ganar terreno para la agricultura, la vivienda y la ganadería. En 1950 existían cincuenta mil hectáreas de humedales en Bogotá, hoy quedan reducidos a quinientas hectáreas. Varias voces se elevaron en defensa de estos espacios únicos, y en septiembre de 2003 los humedales de Torca, Guaymaral, La Conejera, Córdiba, Tibanica, Jaboque, La Florida, El Gualí, Techo, El Burrro, Tibabuyes o Juan Amarillo, Laguna La Herrera, Neuta, Medidor y Santa María del Lago, que conforman los humedales de la Sabana asociados al Río Bogotá, fueron declarados como Área Importante para la Conservación de las Aves de Colombia y del mundo. Algunas de las migratorias más comunes son el cardenal alinegro, el cardenalito de paso, el degollado y el vireo ojirrojo, que se encuentran por lo general en las ramas medias y altas de los árboles. Allí también se encuentran reinitas, que son pajaros muy pequeños y ágiles, de variados colores. Y en las ramas bajas y densas, o en el suelo, se verá la mirlita buchipecosa migratoria. También se ven la tingua de pico rojo o tingua moteada, y el chorlo canadiense viene de la parte sur de Canadá y norte de Estados Unidos. Los atrapamoscas, que acostumbran a cazar insectos al vuelo desde una ramita, o los cucos que, quietos y silenciosos, esperan a que les pase cerca también algún insecto. También se pueden ver algunos chorlitos patiamarillos chicos, o sus primos, los patiamarillos grandes, así como chorlos solitarios, andarríos manchados y patos barraquetes. Y, volando a grandes alturas, o parados en silencio en alguna rama, se encuentran de vez en cuando gavilanes aludos. Por eso, ir a uno de los humedales de la capital es un buen plan que pocos hacen, pero que muchos repiten.
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