Por: @jcmentefacto
Cuando Juan Fernando Quintero habla de su mamá, se refiere a ella como una “guerrera”. Y cómo no hacerlo, si antes de que Lina Paniagua cumpliera 17 años, en el Hospital General de Medellín, paría a un bebé al que hoy llaman crack. Ella lo sacó adelante.
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Afuera de la sala de partos, un joven, solo cinco años mayor que Lina, esperaba ansioso. Jaime Enrique estaba nervioso, se mordía las uñas y caminaba de un lado al otro. Era su primer hijo y había llegado en un momento difícil. No tenía trabajo y con mucho esfuerzo había sacado el bachillerato adelante. También le puede interesar: Confesiones del padrastro de James Rodríguez
Antes del nacimiento de Juan Fernando, Jaime se dedicaba al fútbol. Entrenaba en las divisiones inferiores de Atlético Nacional. Dicen, los que lo vieron jugar, que era un volante de creación diestro, pequeño, escurridizo, talentoso, habilidades que hoy son reconocidas en su hijo, solo que éste es zurdito.
Juan Fernando Quintero y su madre Lina Paniagua.
Para poder responder por su impúber familia, a Jaime le tocó dejar el fútbol. Tenía que empezar a trabajar. El balompié era una opción de vida pero no podía esperar a que un técnico lo viera y lo pusiera a jugar en el primer equipo. Era un riesgo que no podía correr. Lea también: Las bellas mujeres de los cracks de la selección
Para aspirar a un trabajo en el que tuviera una remuneración económica importante, necesitaba la libreta militar. De su casa, ubicada en el barrio El Socorro, en la Comuna 13 de Medellín, salió el primero de marzo de 1995, vestido con una sudadera gris y tenis blancos. Su familia nunca más lo volvería a ver. Puede ser de su interés: Jackson, parcero de Quinterito, el goleador que aprendió a jugar fútbol con muñecas
Silvia Quintero, hermana de Jaime y tía de Juan Fernando Quintero, quien lleva 20 años buscándolo, le dijo a KienyKe.com que el ejército tiene que ver con la desaparición del papá del futbolista.
“Jaime se presentó en las instalaciones de la Cuarta Brigada de Medellín y de allí fue trasladado a la Brigada XVII, al batallón Voltigeros en Carepa Urabá, allí según el expediente, estuvo de ocho a nueve días”, contó a este medio Silvia Quintero.
Señaló que dos semanas después de que Jaime entrara al servicio militar, la familia le envió una carta. La misma nunca llegó a sus manos.
“Esa carta hablaba de lo mucho que lo extrañábamos, le pedíamos que en la respuesta nos dijera cómo era el tema de la carretera para ir al juramento de bandera, y le decíamos que le íbamos a llevar a Juan Fernando, el hijo, que en ese momento tenía dos años y medio”.
Con entonado acento paisa, Silvia recuerda que incluso, en esa carta, le hacía una broma.
“Le decíamos que la leche estaba rindiendo mucho, él tomaba mucha leche, y bueno que todos le mandaban saludes, que queríamos saber cómo era el lugar donde estaba”. La respuesta jamás llegó.
La familia Quintero envió la carta con un vecino que estaba presentado el servicio militar.
“Este vecino nos llamó a los tres días y nos dijo que no lo había encontrado y que sentía que algo muy extraño estaba pasando porque fue a donde el capitán de la Compañía de Instrucción, Eduardo Zapateiro Altamiranda, y él dijo que ese muchacho debía estar en Medellín, hasta fumando marihuana, pero que él mismo lo había embarcado en un avión y que le dio la orden de que se presentara a la IV Brigada”, recuerda Silvia.
¿En Medellín? ¿Fumando marihuana? ¿Un avión?, las dudas eran muchas. Silvia no entendía cómo, si su hermano se había presentado en las instalaciones del ejército, ahora esa institución decía que no estaba ahí. Empezó a investigar y se encontró con una versión muy diferente a la que le habían dicho inicialmente.
“Fuimos a buscarlo a la Cuarta Brigada y nos encontramos con el señor Edison de Armas Avilés (miembro del B2), él nos dijo que había sido el encargado de subir a Fernando a un bus de regreso a Medellín”.
Lo que les dijo Avilés los dejó consternados. Primero les habían dicho que a su hermano lo habían regresado a Medellín montado en un avión, ahora les dicen que no fue en un avión sino en una flota de Sotraurabá.
Esta versión contenía un elemento adicional. “Nos dijeron que a la altura del puente de Mutatá, un grupo de hombres bajaron a Jaime del bus y lo desaparecieron”. Silvia recuerda que para la época de la desaparición, guerrilla y paramilitares operaban en la zona.
Dos versiones y una sola realidad. Jaime Quintero estaba desaparecido. En lo que coincidían las dos versiones era que el soldado había sido despedido de la institución. ¿Por qué?
Según versiones recogidas por la hermana de la víctima, Jaime Enrique tuvo un altercado con el capitán Zapateiro Altamiranda, a quien habría agredido con un pico de botella. Esta insubordinación desencadenó la orden de regresar al joven a Medellín. El Ejército atribuyó la decisión al mal comportamiento del recluta y al consumo de drogas.
Juan Fernando Quintero heredó de su papá el gusto por el fútbol y el talento.
“El ejército nos dijo que mi hermano era un drogadicto, que consumía en las instalaciones militares y que le habían practicado unos exámenes para devolverlo a Medellín. Pero yo estuve en el laboratorio y en el consultorio en la Brigada XVII y no aparece ningún documento que diga eso sobre mi hermano, ninguna prueba de sangre ni mucho menos, ellos (miembros del ejército) han justificado esa desaparición con ese tema”.
¿Jaime había presentado indicios de consumo de drogas antes de entrar al ejército?
“Hasta donde sabemos no. Pero si hubiera sido así, eso tampoco justifica la desaparición, al contrario, cuando una persona sufre de drogadicción, debe ser tratada por el Estado, no desaparecerlo”.
Silvia, que no ha pasado una sola noche en los últimos 20 años sin pensar en su hermano, reflexiona.
“Antes de entrar al ejército a él le hicieron pruebas médicas y sicológicas. Todas las pasó. Si hubieran encontrado algo relacionado con el consumo de drogas simplemente no se lo llevan ¿no?”
Silvia recuerda que durante la investigación que se dedicó a hacer para dar con el paradero de su hermano, sucedió algo muy extraño.
“Edison de Armas Avilés (el hombre que dio la versión del bus) nos dijo que estaba muy preocupado porque esa contradicción entre el capitán Zapateiro y él haría que lo metieran a la cárcel.” Avilés también está desaparecido.
¿Cómo se enteraron de la desaparición de Avilés?
“El dato lo conocimos por un señor que había sido militar que se llama Gustavo Hurtado que trabajaba en la Procuraduría Departamental, él nos dijo que de la Cuarta Brigada le habían informado que Avilés había abandonado el cargo después de cometer varios ilícitos. Pero luego averiguamos si el ejército había interpuesto una denuncia contra esa persona pero nunca hizo nada. Es decir, él se escapó por supuestamente hacer cosas ilícitas en el ejército, pero no hay una denuncia formal”.
Silvia Quintero dice haber preguntado por su hermano a Erber Caro Niño, entonces comandante de la Cuarta Brigada, pero las respuestas fueron nulas.
“En este momento solamente hay dos personas que saben que pasó con mi hermano: el capitán Eduardo Zapateiro Altamiranda y el capitán Erber Caro Niño. Ellos siendo los capitanes y encargados de ese traslado de los soldados de un lugar a otro, son los que debe saber qué pasó”.
En el año 2001, el Tribunal Administrativo de Antioquia negó la demanda de la familia al Estado por la desaparición de Jaime Enrique. Veinte años después, los familiares siguen exigiendo la realización de sus derechos como víctimas.
¿Qué les ha dicho la justicia?
“Que el caso se encuentra archivado por falta de pruebas. Pero nos dimos cuenta que nunca hicieron un rastreo de la información para ver si al conductor le bajaron un pasajero en el puente de Mutatá, que es donde nos dicen que a él lo bajaron.
La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, a manos del fiscal 98, dijo que estaba archivada la investigación por falta de pruebas. En el CTI no han hecho nada. El expediente tiene solamente los datos que nosotros hemos aportado, eso fue hace dos meses."
¿Qué cree que pasó con su hermano?
“Mi corazón dice que el Ejército Nacional, a mi hermano y a muchísima gente más, lo desapareció con el mismo modus operandi. Para que los familiares quedemos nadando en un mar de impunidad”.
KienyKe.com se comunicó con el equipo de prensa del hoy Brigadier General Eduardo Zapateiro Altamiranda, comandante de la Quinta Brigada del Ejército, y aunque tenían conocimiento de las dudas que este medio expresó sobre el caso, a la fecha de la publicación de esta nota no hubo respuesta.
Desde que su hermano desapareció, Silvia se puso en la tarea de encontrar personas y desde el 2007 lidera la Corporación Proyecto DES.
“Estábamos atendiendo a la población des (desorientados, desescolarizados, desprotegidos, desatendidos,) una población infinita, pero en el 2009 decidimos enfatizar y concentrarnos en el tema de desaparición forzada y desplazamiento forzado”.
Mientras la justicia, el ejército o alguien responde por el paradero de Jaime, Juan Fernando Quintero seguirá considerando a su mamá como una guerrera, seguirá jugando en Europa (dicen medios italianos que en Bologna) y seguirá, en silencio, pensando que es talentoso por herencia de su padre, ese que nunca conoció.
¿Al papá de Juan Fernando Quintero lo desapareció el Ejército?
Jue, 16/07/2015 - 14:27
Por: @jcmentefacto
Cuando Juan Fernando Quintero habla de su mamá, se refiere a ella como una “guerrera”. Y cómo no hacerlo, si
Cuando Juan Fernando Quintero habla de su mamá, se refiere a ella como una “guerrera”. Y cómo no hacerlo, si