Banderas blancas y azul celeste ondeaban en las calles de una Buenos Aires repleta de papelitos lanzados a merced del viento. Argentina recibía con júbilo el Mundial de Fútbol en el Estadio Monumental, pese a la difícil situación que atravesaba bajo la dictadura de Rafael Videla. En los medios de comunicación las escenas de la fiesta del fútbol se mezclaban con los reclamos públicos de las Madres de la Plaza de Mayo, que exigían conocer la suerte de sus hijos desaparecidos.
El 25 de junio de 1978 Argentina ganó la final del mundial contra Holanda y la gente se volcó a las calles. Entre las hileras de carros, los sonidos de los pitos y los gritos de celebración, un punto en medio del bullicio, el flaco José Néstor Pekerman conducía un taxi Renault 12. Su débil rodilla no había aguantado la exigencia del fútbol y ahora solo le servía para empujar los pedales de su auto.
Atrás quedaron las ilusiones del futbolista que creció golpeando un balón a orillas del río Paraná. El mismo que antes de iniciar su carrera en Argentinos Juniors trabajó como vendedor de helados y ayudante en una pizzería familiar. El nombre del jugador del Independiente Medellín había quedado perdido en la historia del fútbol y su futuro se resumía en un proyecto experimental con jóvenes futbolistas.
Néstor Pekerman debutó en Argentinos Juniors luego de dos años de trabajo en las divisiones inferiores. El niño señalado en la foto es Diego Maradona. Foto: Museo de la Asociación Atlética Argentinos Juniors "El Templo del Fútbol".
Pekerman recorrió Argentina de norte a sur. Su taxi le servía de sustento y de medio de transporte para viajar a los más solitarios lugares y buscar talentos. Por entonces, el club Argentinos Juniors lo contrató como entrenador de las divisiones inferiores del equipo. Allí comenzó a planear un proyecto que integraba el entrenamiento físico de alto rendimiento, asistencia social, concentración, y seguimiento sicológico y nutricional. El proyecto era tan completo, que ganó una convocatoria que abrió la Asociación de Fútbol Argentina (AFA) para dirigir las divisiones inferiores de la selección de su país.
Jugaba al fútbol con la misma disciplina con que realizó su proyecto. Hugo Gallego, uno de sus compañeros en Independiente Medellín, lo recuerda como un hombre callado, muy puntual, que cumplía al pie de la letra las peticiones de los entrenadores. Era, dice Gallego, “equilibrado para jugar y para vivir”.
Ponciano Castro, otro de quienes jugó con él en Medellín, no olvida el día en que perdían 3-1 el clásico contra Nacional y Pekerman logró empatar el partido. “Hizo los tres goles”, dice. Por entonces, el argentino era un mediocampista de marca, muy bueno quitando balones, que corría los noventa minutos y tenía gran visión del campo. El número 6, el de los crespos dorados, las medias escurridas y el parche de esparadrapo en la rodilla: ese era Néstor Pékerman.
El argentino llegó a la Selección Colombia con el objetivo de clasificarla al próximo mundial de fútbol. Foto: Jose Giraldo.
Su primer entrenador cuando llegó a Colombia, en 1975, fue Humberto ‘el Tucho’ Ortiz, quien se volvió amigo personal del argentino. Ortiz rememora aquellos tiempos: “el Medellín fue el primer equipo profesional que dirigí. Allí jugaba Pekerman. Solíamos conversar de táctica. Era un jugador muy serio que se hacía muchas preguntas”.
Pero aunque Ortiz asegura que Pekerman fue un gran jugador a quien una rodilla maltrecha truncó su carrera, el gran valor del argentino era su compañerismo y sencillez. Ortiz no olvida un día en que Ángel Ferreira, futbolista del Medellín, recibió un fuerte golpe que le fracturó la mandíbula. Ese día Pekerman fue el único que lo acompañó. Estuvo con Ferreira toda la noche en el hospital.
Pekerman es recordado como uno de los pocos argentinos amables y sencillos que llegaron al país en esa época. Sonriente, silencioso y poco expresivo, así lo recuerda Álvaro ‘el Polaco’ Escobar. En Medellín, Pékerman tuvo a su hija, Vanessa. Su esposa, Matilde, fue su novia desde la adolescencia.
Pekerman se retiró como jugador de fútbol a los 28 años. Argentinos Juniors lo formó y le dio la oportunidad de entrenar las divisiones inferiores. Foto: Museo de la Asociación Atlética Argentinos Juniors "El Templo del Fútbol".
Jugó en el Medellín desde 1975 hasta 1978. Venía arrastrando una lesión en la rodilla desde antes de salir de su país. Alcanzó a jugar más de 100 partidos y anotar 15 goles, pero su rodilla no aguantó. Aún hoy cojea un poco. Pekerman decidió renunciar al Medellín porque consideraba injusto que le pagaran aún sin jugar.
El argentino retornó a su país y se sometió a un tratamiento que no dio buenos resultados. A los 28 años Pekerman se vio obligado a dejar el fútbol, ignorante de que la vida le depararía el éxito donde menos le gustaba estar, en el banco.
Estructuró un proyecto que a largo plazo lo llevó a ganar tres campeonatos mundiales juveniles: Qatar 95, Malasia 97 y Argentina 2001. Se convirtió en el técnico más exitoso en divisiones inferiores de la historia en su país.
Con el Independiente Medellín jugó más de cien partidos. Foto: adolfofroilanmecca.blogspot.com/ "El Templo del Fútbol".
Hugo Tocalli, su asistente técnico durante doce años y quien luego lo sucedió en el cargo, da fe de su compromiso. Dice que cuando Argentina ganó el campeonato mundial de Malasia tuvieron que quedarse un día y medio antes de volver a casa. Pero en lugar de celebrar el título, Pekerman se dedicó a elaborar su plan de trabajo con la selección sub 17. Es así de metódico.
Los buenos resultados con las divisiones juveniles lo llevaron a ser nombrado coordinador general de selecciones en 2002 y técnico de la selección absoluta de su país en 2004. En 2006 participó en el mundial de Alemania, donde llevó a Argentina hasta cuartos de final.
A pesar de haberse alejado de las divisiones inferiores, nunca ha dejado de trabajar en proyectos con los semilleros. Tocalli dice que tiene un don para manejar a los jóvenes. Por las selecciones juveniles que dirigió pasaron jugadores de la talla de Juan Román Riquelme, Pablo Aimar, Javier Saviola y Esteban Cambiasso, entre muchos otros.
Pékerman llevó a Messi a la Selección de Argentina durante el Mundial de 2006. Foto: AFP.
Un día, mientras Pekerman era entrenador de las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, ‘el Tucho’ Ortíz lo visitó. El argentino le recomendó llevar al América de Cali a un jugador con gran potencial cuyo pase había quedado libre. Se trataba de Fernando Redondo, quien luego llegó a ser capitán del Real Madrid y mundialista en 1994. Ortiz asegura que el América no le prestó atención a la que habría sido una de las mejores negociaciones de su historia
La tarjeta de presentación de José Néstor Pekerman, que data de 1966, cuando debutó con Argentinos Juniors, decía: “Tiene calidad para gambetear en un metro cuadrado y vergüenza para correr por toda la cancha. Pero lo más lindo es que su silenciosa entrega tiene la fuerza del más estruendoso presente”. Cuarenta y seis años después, sigue guardando silencio. Hoy su gran reto es clasificar a Colombia al mundial, el país que dejó a los 28 años. Su última parada como futbolista.
Pekerman, de un taxi al banco de la Selección Colombia
Vie, 26/07/2013 - 12:52
Banderas blancas y azul celeste ondeaban en las calles de una Buenos Aires repleta de papelitos lanzados a merced del viento. Argentina recibía con júbilo el Mundial de Fútbol en el Estadio Monumen