Teatro en serie: la novedad de lo heredado

Lun, 26/04/2021 - 08:59
Al Teatro Nacional llegó la primera obra de teatro en serie del país: '1980'. El innovador formato presenta una historia congelada en el tiempo.
Créditos:
Samuel Villalobos - KienyKe.com

Los espectadores dejaron de asistir a las salas, las taquillas dejaron de vender y las cortinas del telón cerraron por última vez sin saber que la pausa sería de casi un año. La incertidumbre creció para todos durante la pandemia, pero hacer todo con las uñas ya es costumbre para quienes viven del teatro. La capacidad de reinventarse viene en su tarjeta de presentación.

En Bogotá, un año después de la llegada del coronavirus, el Teatro Nacional decidió reabrir sus puertas con la primera serie teatral del país: 1980. “Es una historia contada en capítulos, como una especie de telenovela o una serie estilo Netflix, pero desde el escenario en vivo”, explica Milton López Arrubla, el director de la obra.

1980 tiene dos partes novedosas: se desarrolla en 12 capítulos, lo que hace que dure un año exactamente, y puede verse en vivo desde el teatro de la Castellana o vía streaming.

El modelo es innovador, pero el director de la obra considera que, como todo en el teatro, 1980 es el resultado de un capricho. “Nada es novedoso. Lo que uno hace es reinventarlo y acomodarlo a su deseo”, dice López Arrubla. De alguna forma tiene razón: mientras a él se le ocurrió la idea en un ejercicio teatral y tomó forma hasta el año pasado, el teatro en serie ya había surgido en España en 2012.

A Milton eso no le sorprende porque el teatro está acostumbrado a tratar de innovar. Ese es el pan de cada día: buscar la manera de hacer historias diferentes y e innovar con las maneras de contarlas. 1980 fue la oportunidad que utilizó el director para repasar de manera novedosa los aspectos de la vida que nunca cambian

Tradiciones heredadas

1980 es una historia de ficción que tiene mucho de realidad. En ella se destaca el papel de la mujer en la vida rural, los patrones que se repiten de generación en generación y la inspiración desde la historia personal del director.

Milton López Arrubla nació en 1980 y desarrolló la obra desde su lugar de origen: en una zona rural cafetera. Si bien el caldense tomó partes de su vida personal, la historia no se trata de él, sino de una joven que debe escoger entre repetir lo que ha pasado por generaciones o cambiar el rumbo de su vida a algo totalmente desconocido.

Lo heredado es un espejo para la protagonista. Durante la obra aparecen diversas situaciones que enfrentarán a la joven con similitudes en su entorno familiar. Esas semejanzas trascienden el escenario de la obra y llegan hasta la biografía de quien las crea. “Lo veo en mi familia. Veo a mis padres repitiendo la historia de sus padres y ellos la de sus abuelos”, dice Milton, consciente de que el patrón no cesa.

El director no es el único que puede encontrar esos espejos y él lo reconoce: “el teatro está para eso, para poner de frente problemas como los que toca esta obra”. Cualquiera puede identificarse con 1980 porque la historia es transversal en tiempo y espacio; eso es lo que le preocupa al creador. “No es una cosa externa. Empieza en la casa, en lo íntimo y se hereda, que es lo que a mí me da pavor”.

Da miedo porque nada lo modifica y socialmente nos afecta a todos. Colombia hereda desde los gestos hasta los dichos. La protagonista de la historia es un mujer porque, desde 1980 o antes, la figura femenina sigue buscando un espacio importante en la sociedad y ha emprendido una lucha para exigir equidad en derechos y libertades. Esa lucha parece haberse congelado en el tiempo: cualquier joven podría identificarse en 1980 o encontrar en la obra a su madre, su tía o hasta su vecina. El espejo de la mujer está frente al escenario.

La obra es un esfuerzo para evidenciar que, como dice Milton, “algo tenemos que hacer”. El problema es que la historia del teatro no es muy distinta a la de 1980. A la gente del gremio no le falta talento y las ganas de contar historias se desbordan en los escenarios. El único problema es que, culturalmente, “a la gente no le interesa, al Gobierno tampoco y creen que el teatro no es necesario”, reclama el director.

Ahí surge la tradición de lo novedoso. El teatro ya luchaba por sobrevivir desde antes de la pandemia. El patrón es el mismo: hay gente que tiene cosas importantes por contar, con la capacidad de entretener, invitar a la reflexión e incluso para sanar, sólo que los ojos espectadores siguen siendo menos de los esperados.

La serie teatral sólo es una excusa para llamar al público, un capricho para incentivarlos a reflejarse desde el escenario y para siquiera cambiar algún patrón; el de la mujer o el del mismo teatro.

 

Puede conseguir las boletas para 1980 en este enlace.

Creado Por
Lizeth Piza
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