Carolina*, modelo profesional, comenzó a perder las facciones de su cara año y medio después de haberse inyectado un cóctel de supuestas vitaminas y colágeno. Habían sido menos de dos centímetros cúbicos distribuidos en zonas cercanas a sus ojos y boca para mejorar su apariencia. Al principio tuvo buenos resultados. Pero con el tiempo, su cuerpo hizo una reacción alérgica a la sustancia. La primera señal fue la aparición de bolsas en los ojos que decidió retirarse con cirugía plástica, pues no creía que su aparición fuera producto del líquido inyectado. No obtuvo el cambio esperado y se sometió a un nuevo procedimiento como garantía del primero. Desde aquel momento su aspecto empeoró.
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Sus párpados se inflamaron de tal forma que le era imposible abrir los ojos. Las mejillas y el mentón duplicaron su tamaño. “Parecía un monstruo”, asegura. Decidió no volver a salir a la calle ni contarle a su familia detalles de su estado de salud. Sufrió de una fuerte depresión y su noviazgo de cinco años terminó a causa de su baja autoestima. Permanecía con las cortinas de su casa cerradas y se prohibió mirarse al espejo. Gestionaba las cosas de su trabajo por teléfono y hasta intentó suicidarse con una dosis de 20 pastillas para dormir. En los últimos cuatro años Carolina ha buscado una salida al sufrimiento causado por una inyección de biopolímeros en su cuerpo.
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Cifras de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (SCCP) indican que de cada diez consultas para cirugías reconstructivas, tres corresponden a pacientes que se han inyectado silicona líquida en alguna parte del cuerpo. En Venezuela existe la cifra más alta de mujeres víctimas de biopolímeros y en el mundo cerca de un millón de personas sufren las consecuencias de esta sustancia. Los glúteos, las piernas y la cara son las zonas del cuerpo más afectadas. Las sustancias falsificadas y contaminadas generan graves problemas de salud.
En Colombia, la semana pasada se registró una víctima mortal a causa de los biopolímeros. Un joven transexual de 20 años murió luego de inyectarse silicona industrial en los glúteos. Un procedimiento por el que pagó 200 mil pesos. A inicio de este año, una mujer también falleció por una mezcla de aceite industrial y silicona que fue inyectada en sus pantorrillas y glúteos.
“La gran verdad de este fenómeno es que no existe ninguna sustancia que pueda inyectarse en grandes volúmenes en cuerpo y cara. Cuando el daño ocurre la única manera de mejorar la situación es extraer de manera radical la sustancia”, dice Santiago Umaña, cirujano plástico de SCCP y especialista en extracción de biopolímeros.
“Se calcula que de cien personas que se inyectan sustancias más del 25 por ciento tienen problemas a corto, media o largo plazo. La mayoría inyectadas con gran volumen, es decir, más de dos centímetros cúbicos en una zona del cuerpo. Cantidad catalogada como peligrosa”, explica.
Los biopolímetos no solo afectan la salud misma sino la calidad de vida de las personas. Se convierte en una preocupación diaria. Las víctimas suelen aislarse social y afectivamente. Sienten culpa y temor a padecer cáncer. Sufren de depresión y pueden llegar al suicidio. También enfrentan deformidades y cambios en el funcionamiento de sus tejidos.
Umaña explicó a KienyKe.com que la enfermedad padecida por quienes se han inyectado sustancias en el cuerpo lleva el nombre de Alogenosis Iatrogénica, catalogada como uno de las más frecuentes del siglo XXI. Suele manifestarse luego de que el sistema inmunológico rechaza la sustancia inyectada.
Se presentan síntomas como dolor, inflamación, cambio de color en la piel, deformidad de los tejidos y desesperación permanente. Hay factores que pueden despertar la enfermedad como el estrés, los cambios hormonales, la exposición a ciertas sustancias, ambientes o el consumo de algunos alimentos.
En la actualidad, la enfermedad tiene un nuevo escenario. “Yo lo describí como pseudo alogenosis. Son personas que no tienen la enfermedad y tampoco tienen dolor. Pero sufren deformidades a causa de la migración y abultamiento de la sustancia”.
Según un estudio médico realizado por Umaña, el periodo de latencia –tiempo entre la aplicación de la sustancia y el inicio de las complicaciones– depende de la composición de la sustancia inyectada y el estado de salud de las personas. Hay casos en los que las consecuencias se presentan segundos después, por ejemplo la muerte, o incluso 42 años luego de la inyección, como el caso de un paciente de Suecia.
La sustancia que con mayor frecuencia origina problemas de salud son los llamados biopolímeros que en realidad son siliconas líquidas. Existen más de 480 variedades. Luego sigue el ácido hialurónico. Es una de las sustancias que sirve para rellenar, un logro de la ciencia médica, pero solo puede usarse en pocas cantidades y es de alto costo. El problema es cuando en el mercado de sustancias lo venden como ácido hialurónico cuando en realidad son biopolímeros. Se trata de una sustancia falsificada. Engañan a las personas poniéndole a la sustancia el nombre de moda. Otras sustancias populares son los metacrilatos, componente de las prótesis dentales, y finalmente las parafinas, las más difíciles de manejar.
Santiago Umaña es el creador de la técnica más exitosas para tratar los biopolímeros: láser extracción. No genera grandes cicatrices y existe una alta probabilidad de sacar la sustancia del cuerpo. Con el paso de los años, ha perfeccionado el método con ayuda de la tecnología láser y se ha convertido en un referente médico para las víctimas afectadas por la inyección de sustancias.
Deja claro que hay métodos inútiles que no sirven para extraer la sustancia. La gente es engañada con masajes, mesoterapia, carboxiterapia, vacunterapia, medicamentos que diluyen, cremas, ungüentos, corticoides o incluso una liposucción clásica. Pero nada de esto funciona.
Diana Pinzón, directora de la Fundación Ave Fénix, adelanta un trabajo científico a través de la página web de la organización. El objetivo es que los afectados por los biopolímeros puedan consultar todo tipo de información relacionada con la extracción de esta sustancia, los cuidados paliativos cuando se tiene la sustancia en el cuerpo, el tipo de alimentación y hábitos que se recomiendan. Por ejemplo, en su contenido está el listado de sustancias prohibidas por el Ministerio de Salud de Venezuela.
Carolina investigó sobre médicos y métodos para dar solución a sus problemas de salud. Gastó dinero en infectólogos. Probó todas las opciones, se inyectó cortisona. Le reclamó a la doctora que le había hecho el procedimiento, quien como respuesta le dijo que ella era un caso aislado y la remitió a un dermatólogo que le hizo un procedimiento en una sala de cirugía improvisada sin resultados.
Finalmente, encontró al médico Santiago Umaña, quien le derritió y extrajo la sustancia. Sus párpados se han recuperado. Pero aún hay zonas, cercanas a los ojos, imposibles para que el láser puede entrar. Se sometió a otro procedimiento llamado blefaroplastia para mejorar sus párpados y apariencia. Admite que mejoró pero hace falta un procedimiento y es volver a poner el tejido en su sitio. Está arrepentida y ahora piensa más en su salud que en la vanidad. Reflexiona: “Ahora creo que tengo la cara de otra persona”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente
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Tenga en cuenta estos consejos antes de someterse a una cirugía estética
Cifras de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (SCCP) indican que de cada diez consultas para cirugías reconstructivas, tres corresponden a pacientes que se han inyectado silicona líquida en alguna parte del cuerpo. En Venezuela existe la cifra más alta de mujeres víctimas de biopolímeros y en el mundo cerca de un millón de personas sufren las consecuencias de esta sustancia. Los glúteos, las piernas y la cara son las zonas del cuerpo más afectadas. Las sustancias falsificadas y contaminadas generan graves problemas de salud.
En Colombia, la semana pasada se registró una víctima mortal a causa de los biopolímeros. Un joven transexual de 20 años murió luego de inyectarse silicona industrial en los glúteos. Un procedimiento por el que pagó 200 mil pesos. A inicio de este año, una mujer también falleció por una mezcla de aceite industrial y silicona que fue inyectada en sus pantorrillas y glúteos.
“La gran verdad de este fenómeno es que no existe ninguna sustancia que pueda inyectarse en grandes volúmenes en cuerpo y cara. Cuando el daño ocurre la única manera de mejorar la situación es extraer de manera radical la sustancia”, dice Santiago Umaña, cirujano plástico de SCCP y especialista en extracción de biopolímeros.
“Se calcula que de cien personas que se inyectan sustancias más del 25 por ciento tienen problemas a corto, media o largo plazo. La mayoría inyectadas con gran volumen, es decir, más de dos centímetros cúbicos en una zona del cuerpo. Cantidad catalogada como peligrosa”, explica.
Los biopolímetos no solo afectan la salud misma sino la calidad de vida de las personas. Se convierte en una preocupación diaria. Las víctimas suelen aislarse social y afectivamente. Sienten culpa y temor a padecer cáncer. Sufren de depresión y pueden llegar al suicidio. También enfrentan deformidades y cambios en el funcionamiento de sus tejidos.
Umaña explicó a KienyKe.com que la enfermedad padecida por quienes se han inyectado sustancias en el cuerpo lleva el nombre de Alogenosis Iatrogénica, catalogada como uno de las más frecuentes del siglo XXI. Suele manifestarse luego de que el sistema inmunológico rechaza la sustancia inyectada.
Se presentan síntomas como dolor, inflamación, cambio de color en la piel, deformidad de los tejidos y desesperación permanente. Hay factores que pueden despertar la enfermedad como el estrés, los cambios hormonales, la exposición a ciertas sustancias, ambientes o el consumo de algunos alimentos.
En la actualidad, la enfermedad tiene un nuevo escenario. “Yo lo describí como pseudo alogenosis. Son personas que no tienen la enfermedad y tampoco tienen dolor. Pero sufren deformidades a causa de la migración y abultamiento de la sustancia”.
Según un estudio médico realizado por Umaña, el periodo de latencia –tiempo entre la aplicación de la sustancia y el inicio de las complicaciones– depende de la composición de la sustancia inyectada y el estado de salud de las personas. Hay casos en los que las consecuencias se presentan segundos después, por ejemplo la muerte, o incluso 42 años luego de la inyección, como el caso de un paciente de Suecia.
La sustancia que con mayor frecuencia origina problemas de salud son los llamados biopolímeros que en realidad son siliconas líquidas. Existen más de 480 variedades. Luego sigue el ácido hialurónico. Es una de las sustancias que sirve para rellenar, un logro de la ciencia médica, pero solo puede usarse en pocas cantidades y es de alto costo. El problema es cuando en el mercado de sustancias lo venden como ácido hialurónico cuando en realidad son biopolímeros. Se trata de una sustancia falsificada. Engañan a las personas poniéndole a la sustancia el nombre de moda. Otras sustancias populares son los metacrilatos, componente de las prótesis dentales, y finalmente las parafinas, las más difíciles de manejar.
Santiago Umaña es el creador de la técnica más exitosas para tratar los biopolímeros: láser extracción. No genera grandes cicatrices y existe una alta probabilidad de sacar la sustancia del cuerpo. Con el paso de los años, ha perfeccionado el método con ayuda de la tecnología láser y se ha convertido en un referente médico para las víctimas afectadas por la inyección de sustancias.
Deja claro que hay métodos inútiles que no sirven para extraer la sustancia. La gente es engañada con masajes, mesoterapia, carboxiterapia, vacunterapia, medicamentos que diluyen, cremas, ungüentos, corticoides o incluso una liposucción clásica. Pero nada de esto funciona.
Diana Pinzón, directora de la Fundación Ave Fénix, adelanta un trabajo científico a través de la página web de la organización. El objetivo es que los afectados por los biopolímeros puedan consultar todo tipo de información relacionada con la extracción de esta sustancia, los cuidados paliativos cuando se tiene la sustancia en el cuerpo, el tipo de alimentación y hábitos que se recomiendan. Por ejemplo, en su contenido está el listado de sustancias prohibidas por el Ministerio de Salud de Venezuela.
Carolina investigó sobre médicos y métodos para dar solución a sus problemas de salud. Gastó dinero en infectólogos. Probó todas las opciones, se inyectó cortisona. Le reclamó a la doctora que le había hecho el procedimiento, quien como respuesta le dijo que ella era un caso aislado y la remitió a un dermatólogo que le hizo un procedimiento en una sala de cirugía improvisada sin resultados.
Finalmente, encontró al médico Santiago Umaña, quien le derritió y extrajo la sustancia. Sus párpados se han recuperado. Pero aún hay zonas, cercanas a los ojos, imposibles para que el láser puede entrar. Se sometió a otro procedimiento llamado blefaroplastia para mejorar sus párpados y apariencia. Admite que mejoró pero hace falta un procedimiento y es volver a poner el tejido en su sitio. Está arrepentida y ahora piensa más en su salud que en la vanidad. Reflexiona: “Ahora creo que tengo la cara de otra persona”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente
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