–Le habla el comandante Vladimir, del Frente 53 de las Farc. Necesito que me consiga con urgencia munición, uniformes, medicamentos y radios de comunicación –es el mensaje de una voz amenazante a través del teléfono.
Se trata de una modalidad de extorsión denominada carcelaria, caracterizada porque el delincuente, quien está preso, dice pertenecer un grupo armado ilegal que no tiene influencia en el lugar donde vive la víctima. Los investigadores del Gaula lo califican como un método agresivo, pues una persona puede recibir en un solo día entre quince y veinte llamadas amenazantes, en las que le hacen exigencias imposibles de cumplir. El dinero que obtienen los delincuentes es usado para sobrevivir en la cárcel, tener algunas comodidades y mantener a su familia.
Según el Gaula de la Policía, las denuncias registradas de este tipo de extorsión son incipientes, apenas seis casos en Bogotá durante 2012. Sin embargo, muchos no denuncian por vergüenza o por temor.
Finalmente, las víctimas terminan pagando uno o dos millones de pesos a través de giros o consignaciones. Otra opción son las recargas a teléfonos celulares entre cincuenta y cien mil pesos. Para las autoridades es importante denunciar este tipo de extorsión porque es común que los delincuentes vuelvan a llamar días después, pero esta vez pidiendo más dinero con frases como: “usted es colaborador de la guerrilla y nosotros somos del grupo ‘Los rastrojos’” y “usted es objetivo militar”.
En las redes sociales hay una creciente tendencia de extorsión. Los delincuentes piden dinero a cambio de no publicar información íntima de la víctima.
En los últimos trece años, la Policía Nacional ha recibido casi 23 mil denuncias de extorsión en todo el país. El año 2002 fue el periodo en el que fueron registrados más casos, 2507 en total; mientras que en 2008 solo hubo 830 denuncias. En octubre y noviembre son los es cuando se presentan más extorsiones, por la llegada de la época decembrina. Solo en Bogotá, durante un mes se reciben en promedio entre doce y catorce denuncias.
Los investigadores del Gaula comentan que la información de la víctima es fácil de conseguir incluso muchas veces la entregan sin darse cuenta. Por ejemplo, un empleado descontento, una tarjeta de presentación y el directorio telefónico. En el caso de la extorsión carcelaria, la guía telefónica es la principal herramienta. Otras maneras obtener datos personales son las encuestas en las calles y clasificados en el periódico. Conociendo lo que está en venta, los extorsionistas perfilan a la víctima.
En Bogotá se presentaron 179 denuncias de extorsión en 2012, distribuidas en algunas localidades de la ciudad. El 78 por ciento pertenecen a la extorsión clásica, la modalidad más usada por los delincuentes. Consiste en hacer llamadas telefónicas para exigir entre diez y cincuenta millones de pesos. También amenazan con atentar contra la integridad de las personas y su familia. Al final de una negociación, las victimas pueden pagar entre uno y dos millones de pesos.
La segunda modalidad más común en la capital es la micro extorsión. Se caracteriza por tener valores bajos, desde quinientos hasta diez mil pesos. Además, puede ser diaria, semanal, quincenal o mensual. Detrás está la delincuencia común que domina un barrio y cuyos extorsionistas son conocidos por la comunidad.
Los principales afectados son los comerciantes del barrio, quienes acceden bajo el pretexto de tener mayor seguridad. El pago depende del tamaño del local y capacidad económica del cada persona. Para los investigadores, “la gente tolera este tipo de extorsión porque piensa que cinco mil pesos no les afecta mucho. ¿Pero si se hacen cuentas y se mira el número de locales?. Así la gente se acostumbra a pedir y pagar”.
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En la capital del país, el 5 por ciento de la denuncias son de este tipo. Después de los comerciantes, los afectados son los conductores de buses y taxis, quienes deben hacer pagos diarios o mensuales por transitar en un barrio, en especial, aquellos ubicados en la periferia de Bogotá. Los amenazan con robarles el producido, romper los vidrios o pincharles una llanta. En algunos casos aislados, profesionales con actividades comerciales y amas de casa también son víctimas.
Por su parte, las denuncias por devolución de bienes ocupan el 7 por ciento en Bogotá. Esta modalidad consiste en pedir cierta cantidad de dinero para devolver un objeto que fue robado. Luego están las denuncias por información íntima, con el 5 por ciento. En estas últimas la víctima entrega de manera voluntaria fotos y videos, donde en su mayoría posa desnuda. El delincuente suele pedir como mínimo un millón de pesos para no hacerlas públicas. Aunque se piensa que es un fenómeno que afecta solo a los adolescentes y jóvenes, personas de todas las edades han caído en la trampa. Con el 1 por ciento de las denuncias está la extorsión para devolver los teléfonos celulares que han sido robados.
Para el Gaula de la Policía, lo primero que debe hacerse ante una extorsión es denunciar. Guardar los números de los que se reciben llamadas, prestar atención al tono de voz, acento, muletillas y ruidos de fondo. Las autoridades insisten en que se acojan a su campaña sin importar el monto que los delincuentes pidan: “Yo no pago, yo denuncio”. En Bogotá, el Gaula evitó que la gente pagara 11’ 150. 170.000 durante 2012.
¿Cómo se mueve la extorsión en el país?
Dom, 03/02/2013 - 15:15
–Le habla el comandante Vladimir, del Frente 53 de las Farc. Necesito que me consiga con urgencia munición, uniformes, medicamentos y radios de comunicación –es el mensaje de una voz amenazante