Ya estamos en la tercera semana del 2023 y los propósitos que muchos se marcaron con el año nuevo, tienen a esta altura una dura prueba, finalizar el mes con un alto índice de cumplimiento. Sin embargo, esto puede ser todo un reto. La experta Sylvia Ramírez, autora y coach en liderazgo, marca personal y felicidad, tiene varias cosas por decir sobre esto.
Sylvia Ramírez es una bumanguesa que a sus 18 años movida por su infelicidad, se interesó profundamente por eso tan opuesto que le hacía el quite, la felicidad. Suena como una paradoja, pero en esta búsqueda iniciada al alcanzar su mayoría edad, encontró un camino que le permitió construir una carrera de experticia hasta convertirse en una de las voces más importantes de la región en temas de liderazgo, marca personal y por supuesto, felicidad.
El centro de su investigación, se basa, según ella: “en el típico pragmatismo santandereano aplicado”, pues su apuesta conceptual sobre los postulados de felicidad son “de calle”, tips prácticos que le permitan a las personas sobrellevar sus momentos nublados y darle una mirada diferente a su realidad haciéndose preguntas diferentes.
Para iniciar, Sylvia afirma que: “Ser feliz, es ser. Sí, así como lo escucha. Conviene saber que la felicidad es el estado normal del ser humano. Para entenderlo mejor, estas preguntas: ¿Cómo sabe usted si tiene hambre?, porque lo normal es no tener hambre, cómo puede uno saber qué está triste o estresado o de mal genio, porque lo normal es no estarlo, en otras palabras, uno viene en su estado original programado con la felicidad de base, entonces la misma no es algo que buscamos sino algo a lo que volvemos. Esto se lo oí a Salvatore Natoli, profesor italiano que he estudiado”.
Con este postulado con el que Sylvia se acerca a ese concepto de la felicidad, podemos dar paso a una de las herramientas más importantes a la hora de cambiar algo que no nos gusta de nuestra realidad o de lo que hacemos, esto, con el fin de regresar por poquitos, a ese estado normal que menciona la experta, la felicidad. Los hábitos, según Ramírez, son como ponerle rodachines a los sueños, es algo que el cuerpo ya hace mejor que la mente, como por ejemplo despertarse temprano, el primero que da el brinco y el primer paso, es el cuerpo.
Lo anterior, nos permite entender el porqué, muchos en cada cambio de año detectamos algo que queremos ajustar o cambiar, un hábito que queremos instaurar en nuestra cotidianidad para acercarnos a ese estado propicio del sosiego y a nuestros sueños. En tal medida, hacemos borrón y cuenta nueva y nos ponemos manos a la obra para crear una lista de propósitos ajustados a 12 meses , iniciando desde enero del nuevo año , con toda la intención de cumplir esas metas.
Sin embargo, por lo general, a la vuelta de tres semanas, algunas de esas metas empiezan a perder intensidad y el nivel de cumplimiento registra números rojos.
¿Cómo abordar el inicio de un nuevo año con éxito?
La experta afirma que ante la caída de ánimo e intensidad sobre nuestros propósitos de inicio de año, lo primero que debemos hacer para abordarlos es asumir esto como lo que es, una oportunidad más no un desafío “porque al cerebro, no le gusta la incertidumbre” y emocionalmente es mucho mejor tomar cada inicio como eso, una oportunidad.
Además, afirma que el tiempo también es algo que deberíamos abordar de otra manera, es decir, 1 de enero es cuando yo diga que es, puede ser mañana o dentro de 5 minutos, puedo cambiar cuando quiera, sin tensionar, forzar o generar ansiedad alrededor de mi decisión. Por último, es importantísimo saber y aclarar por qué quiero cambiar, porque hay ajustes que uno cree que le convienen pero en el fondo no nos gusta. Este último fragmento lo enmarca en la siguiente frase:
“Lo conveniente no quita lo suicida”, porque si uno llena su vida de cosas que apenas son convenientes y no de las que le gusta en realidad, puede que uno se acerque a estar muerto en vida y eso es muy peligroso.
¿Y las metas? ¿Cómo se puede mantener el cumplimiento de los propósitos a largo plazo?
“El primer error que uno comete al trazar sus propósitos de año nuevo, es muy similar a lo que ocurre con una pizza, al tener una de estas al frente, al comerla, no lo vamos hacer de un solo bocado, uno inicia por pedacitos. Así mismo con los propósitos, hay que partir el año por pedazos, ponerse metas ambiciosas pero realizables. Un ejemplo, al primer mes me propongo ir siete veces al gimnasio. Es una meta cercana y factible, porque partimos de que no estaba yendo ni un día”. Comenta Sylvia Ramírez al respecto.
Y esto, se acompaña con un postulado de poder medir este cumplimiento de metas con indicadores aterrizados y que motiven. Retomando el ejemplo del gimnasio, una buena medición es poder tocarse el brazo y sentirlo más fuerte luego de dos meses. Sea la meta que sea, la medición hay que hacerla práctica y que nos indique un avance, así la motivación está en constante crecimiento.
Lo anterior, porque “cada vez que yo tengo que usar la fuerza de voluntad, significa que mi motivación está mal alimentada”. La misma se alimenta con frutos cercanos, porque es la gasolina que da la constancia en el camino y la velocidad correcta hacia el objetivo.
¿Hay habilidades que se pueden trabajar para afrontar mejor el proceso?
La disciplina no hace parte de nuestros instintos, el ser humano utiliza los mismos para comer, descansar y muchas otras cosas más, menos para la disciplina, entonces, de entrada templar el carácter es una habilidad necesaria y estimulante que se puede trabajar. “Si se fijan, una persona que logra esto genera admiración, porque se impuso a una configuración biológica”, advierte Ramírez.
Lo anterior, a través de la vía de la picardía y no del sufrimiento. Saberle entrar al dolor es otra habilidad necesaria. Un ejemplo, qué tal si un día nos levantamos y afrontamos esa conversación incómoda que llevamos posponiendo desde hace mucho o qué tal si cierta mañana organizo todo para que en la reunión del trabajo sea el primero a quien den la palabra para proponer esa idea que siempre me ha dado pena contar.
Al hacerlo, nos damos cuenta que ese monstruo tan grande, sólo existe en la cabeza y vamos a entender que la practicidad es también, aprender a entrarle de manera asertiva a esas condiciones adversas y eso es algo que se puede entrenar constantemente.
También es importante, según la experta, construir una serie de normas o reglas para cerrarle al cerebro la posibilidad de procrastinar o decidir la opción menos benéfica. Reglas claras, como por ejemplo: “si el día de la semana en el que estoy termina en ‘s’, debo leer cinco minutos al día”. El cerebro ya sabe lo que tiene que hacer y no tiene espacio a sabotear las actividades que me convienen o he trazado, entendiendo claro, que por encima de esto, está la voluntad trabajada.
¿Se puede abandonar alguno de los propósitos trazados?
“Uno puede cambiar de metas todas las veces que quiera, pero hay que entender que hay metas que necesitan de un tiempo adecuado para florecer”, dice Sylvia. De acuerdo a su postulado, hay que dirigirse al concepto de obstinación y constancia, la persona obstinada le sigue pedaleando a una meta aún cuando esta dejó de tener sentido, la constante sigue trabajando en ella mientras tenga sentido y aquí nacen dos preguntas necesarias para poder resolver si debo seguir o no con los propósitos. ¿La meta que estoy desarrollando, sigue teniendo sentido para mi vida o debo girar en u? y ¿El precio que debo pagar por esta meta sigue siendo razonable?
Esas respuestas deben responder a la continuidad o no de los propósitos trazados. “Se vale girar en u, porque la vida es una sola”, agrega Ramírez. Además, deja claro que en este apartado, es clave entender que no hay que ser estricto con una vida balanceada, porque para lograr cosas importantes en ella, hay que desbalancearla a propósito, dependiendo de las prioridades que las metas exijan, sin descuidar el lado personal y amor propio.
¿Qué se debe medir al final del año?
Esta pregunta se responde con cuatro preguntas que uno debería hacerse a la hora de evaluar a final de año y los propósitos construidos. Estas son:
- ¿Esto que logré me hizo ser más yo? Parece absurdo, pero hay metas que complacen más a terceros, como a los padres, hijos o pareja y no tanto a la persona que la consigue. Entonces es importante evaluar si los propósitos logrados satisfacen las expectativas propias.
- Si yo no me hubiera empeñado en esto y nunca lo hubiera logrado, ¿Qué pensaría de mí? Claro, porque a veces, la respuesta es: “seguiría pensando bien de mi”, lo que significa que la meta no era tan importante y se convertiría en un punto de partida para armar nuevos propósitos más enfocados a mis necesidades.
- ¿Qué aprendí en este proceso y que haría distinto la próxima vez? Porque esa es la gracia, no tropezar con la piedra dos veces.
- ¿Qué tan realizado me siento con el empeño que invertí en esto, qué fue lo valioso que agregó esta meta a mi vida? Porque hay muchas metas que sólo agregan dinero, por ejemplo.
En esta parte del texto, valdría poner a sonar Thats Life de Frank Sinatra, canción compartida del soundtrack de la vida de Sylvia Ramírez. “He sido un títere, un pobre, un pirata, un poeta, un peón y un rey. He estado arriba y abajo, adentro y afuera, y sé una cosa cada vez que me encuentro boca abajo, me levanto y vuelvo a la carrera”, traduce una de sus estrofas. La carrera de la que habla Sinatra, es una sin fin y la de esta temporada, ya inició. Ahora usted tendrá un par de herramientas “callejeras” con las que afrontar, a su velocidad, su nuevo año.