
La llegada del presidente Juan Manuel Santos a Londres para su encuentro con la reina Isabel II es todo un hito. Se trata del primer jefe de estado colombiano que es invitado al Palacio de Buckingham por la mismísima monarca. Como es costumbre este tipo de visitas, que se organizan con meses de anticipación, fue programada desde abril de este año, antes de que el mandatario fuese galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
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Los encuentros entre la reina y alguna personalidad siempre han tenido gran repercusión mediática. Desde que Isabel II fue coronada en 1953 como la monarca del Reino Unido, se ha convertido en una de las personas más importantes del mundo entero. Esto le ha permitido codearse con las personalidades y celebridades más famosas e influyentes en ámbitos como la política, religión, música y cine.
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A sus 26 años se convirtió en la cabeza de uno de los países más importantes del mundo. Desde entonces han pasado 64 años, sus compromisos no han cesado, y sus reuniones importantes tampoco. Hoy tiene el reinado más longevo de la historia británica, por lo que no es de extrañar que conozca a las figuras más importantes del siglo XX y lo que va del XXI.
En 1983 la reina recibió una visita que tardó 450 años. Tras más de cuatro décadas de relaciones rotas entre la Iglesia Católica y la Corona Británica, el Papa Juan Pablo II fue recibido en el Palacio de Buckingham. Desde entonces, Isabel se ha visto con Benedicto XVI y más recientemente con Francisco, en la primera visita de la monarca al Vaticano.
Una visita infaltable para la reina es la de los presidentes de Estados Unidos. Desde su primer encuentro con Harry Truman en 1951, se ha reunido con 11 mandatarios norteamericanos, siendo Lyndon Johnson el único presidente que no conoció personalmente a la reina.
Otros líderes como Michelle Bachelet o el último Sah de Irán, Mohammad Reza Pahleví. Muchos aseguran que su reunión menos agradable fue con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El mandatario fue criticado por no ayudar a la reina a bajar las escaleras, además de tener una actitud apática y reservada con la monarca.