Antes de los años setenta a pocos se le pasaba por la cabeza hospedarse en una casa en el casco antiguo de Cartagena. Mucho menos comprarla. Los precios del metro cuadrado eran irrisorios en comparación con los siete millones de pesos que cuesta hoy en promedio y los US$600 por noche en un hotel boutique. La pionera fue Gloria Zea, quien en 1978, como directora de Colcultura, le puso el ojo a la valiosa arquitectura escondida detrás de casas y edificios en franco estado de deterioro. Impulsó la restauración de edificaciones gubernamentales como la Alcaldía y el Sena, compró con cuatro amigos –entre ellos el diseñador Jean Pascal-, la propiedad a la familia De la Vega y construyeron cuatro viviendas internas. La inauguración de la casa marcó el comienzo del apogeo de la restauración y recuperación del Centro Histórico de Cartagena. Lo volvió de moda.
Casas de Gloria Zea, Hernán Zajar, Enrique Santos y el ministro Juan Camilo Restrepo
Además de las viejas casonas, familias bogotanas, caleñas y antioqueñas comenzaron a realizar proyectos de vivienda multifamiliar con apartamentos interiores cómodos y que respetaban las fachadas coloniales y republicanas. Fue el caso del edificio El porvenir o La boquerilla, que de ser el tradicional Colegio La Presentación, pasó a convertirse en un elegante edificio de apartamentos con patios internos y vista al mar.
La restauración del hotel Santa Clara, un antiguo hospicio, significó un polo de desarrollo y prosperidad para la zona de San Diego, que de ser un barrio tradicional de artesanos obtuvo un nuevo aire al salvarlo del abandono. Vino después la recuperación del Hotel Santa Teresa, un antiguo convento localizado en la zona más señorial de la ciudad. La última modalidad que ha llegado con los años es la de los hoteles boutique en el casco antiguo, como Casa Pestagua en la sede de los colegios San Pedro Claver y Gimnasio Bolívar, los que están situados en las plazas Fernández Madrid y de la Merced, y en las calles del Estanco del Tabaco, del Coliseo y el Arzobispado, como lo son el Hotel La Passion, Hotel Agua –uno de los pioneros, que cuenta también con una sede en Barú– y Quadrifolio, centrado en huéspedes ejecutivos que van a la ciudad en viajes de negocios.
Además de la viviendas individuales, el conjunto arquitectónico del Centro Histórico de Cartagena con sus restaurantes, bares y plazas se ha convertido quizá en el lugar más atractivo de Colombia y un importante destino de turismo internacional. No por nada en diciembre y enero es el lugar de encuentro de la élite nacional.